En directo | El consistorio de Oroso acoge una boda homosexual Dos vecinos del municipio dan el gran salto de sus vidas y se casan en el consistorio, convirtiendo su enlace en un acto público pero a la vez discreto
16 mar 2006 . Actualizado a las 06:00 h.?e incógnito y por razones que oscilan entre el deseo de la más respetable intimidad o el temor a que el enlace pueda desencadenar problemas a las parejas, las bodas homosexuales se están celebrando de la manera más natural del mundo pero sin imágenes. Por eso, el caso de Manuel y Geter, una pareja vecina de Sigüeiro (Oroso), es más noticioso de lo que debería, ya que ambos contrayentes estuvieron totalmente de acuerdo en que su enlace se convirtiese en un acto abierto al mundo mediático, como si se tratase de larimera boda celebrada en un concello, o de una ceremonia entre personas conocidas. Discretos como muchas parejas que acuden a los ayuntamientos a contraer matrimonio, Manuel David Pena Regueira, y Geter Barbosa Sala se presentaron acompañados de un grupo de diez personas a la Casa del Concello para convertirse en un matrimonio más. Los dos novios llegaron prácticamente al mismo tiempo, al igual que los invitados al enlace. La ceremonia fue oficiada por el regidor de Oroso, Manuel Mirás, que se mostró absolutamente encantado de cumplir con una de las obligaciones de su cargo. Por ello recordó que la sede del ayuntamiento «é un lugar de convivencia que sirve para arranxar os problemas dos veciños e tamén para festexar momentos felices». Tras el saludo institucional, dio comienzo la ceremonia. Una de las invitadas hizo una lectura de un salmo de La Biblia. Minutos después, el alcalde leyó dos poemas, uno de Antonio Machado y otro de Juan Ramón Jiménez, respondiendo así a una solicitud de los novios, que en todo momento mantuvieron una actitud de emoción contenida y sobria, incluido en el típico ritual del primer beso tras el cambio de estado civil. Fotografías con todos los familiares y amigos, igualmente emocionados, completaron la ceremonia, dando calidez así a un escenario, el salón de plenos de Oroso, totalmente vacío de encanto, como los artículos 66, 67 y 68 del Código Civil, el verdadero instrumento de cualquier enlace matrimonial. Aunque ninguno de los novios mostraba signos de nerviosismo, un pitillo compulsivo de ambos tras el enlace puso punto y final a la boda. Como una más.