Rois gana vecinos y un nuevo bar, El Muelle, con el proyecto de la familia de Juan Santana

Uxía López Rodríguez
Uxía López PADRÓN / LA VOZ

ROIS

XOAN A. SOLER

El matrimonio de origen argentino reformó el local y la casa, todo en desuso, dándole vida a la zona de A Meana, próxima a Padrón

17 sep 2024 . Actualizado a las 08:41 h.

Veintidós años después de su llegada a España, Juan José Santana Mieres, de 40 años, cumple su sueño, uno que, según dice, tenía de forma inconsciente desde que en su  Argentina natal vio en la televisión un paisaje de Galicia, con un río. Frente a un regato está el bar El Muelle, que acaba de abrir Juan Santana junto a su mujer Sandra Vargas Hernández en el lugar de A Meana, en Rois, cerca del límite con Padrón. Es una reapertura porque el local llevaba cerrado doce años, pero para el matrimonio es más que un negocio: «es un proyecto de vida y a largo plazo. No estoy de paso», asegura el hostelero. Junto con el bar, adquirieron otra casa, varios galpones y una finca grande, todo ello en desuso desde hacía años. «El tejado se caía y las puertas exteriores se abrían solas; ya habían entrado a robar», relata el actual titular.

La compra fue hace dos años y, desde entonces, la familia reside también en el inmueble del bar. Juan se empadronó en Rois, así como su hija de un año, que está matriculada en la escuela infantil del municipio. Él trabajó durante veinte años en la Pulpería Rial de Padrón, donde fue encargado y, mientras trabajaba, también se formó en Turismo en el Instituto Rosalía de Castro y en Hostelería en el de Lamas de Abade, ambos en Santiago. 

De su trabajo en la pulpería de Padrón, cuenta que la «experiencia fue muy buena, pero era necesario un cambio; quería tener mi propio negocio y llevarlo como a mi me gusta». Su mujer también trabajó siete años en la misma pulpería, por lo que experiencia en hostelería hay y, además, «de trabajo constante», cuenta el matrimonio.

El bar abrió hace unos días, pero Juan cuenta que su proyecto de negocio «aún está en pañales. La licencia del local es de café, bar y alimentación e iremos viendo las necesidades, sobre todo de la gente de la zona porque aquí no llega el turismo», afirma. Así, por un tema de personal, abren de miércoles a domingo y, además del bar, ofrecen para comer y cenar «raciones un poco elaboradas y de calidad», entre las que no faltan la ternera gallega y el pulpo. «Este último es un plato obligado», asegura Juan, quien añade que la preparación es un «poco distinta para diferenciarnos de otros locales de la zona. Queremos tener identidad propia», precisa el hotelero.

Para la reforma del local, que no fue pequeña, contaron con empresas de la comarca y para la contratación de personal, con vecinos de la zona. En el exterior, el matrimonio aprovechó el potencial de la finca para crear una terraza, en la que se puede fumar, y una zona chill out para familias, libre de humo y con juegos. «A nosotros, como familia, también nos gusta encontrar un espacio así en los lugares a los que vamos», cuenta Sandra.

«Somos relativamente jóvenes y nos atrevemos con este proyecto, pero si tienes más años este sitio te come», asegura Juan en alusión a todo el conjunto que adquirió. Y lo hizo de forma totalmente inesperada para él, cuando buscaba un lugar para guardar su autocaravana. Vio esa finca de Rois a raíz de hacer repartos de comida durante la pandemia, con la empresa que creó su mujer para la distribución a domicilio, en pleno confinamiento. 

Vio la finca de Rois y Juan habló con el dueño, ya fallecido, y este le propuso que, por un poco más, alquilara todo el conjunto, incluida la vivienda con el bar. Un alquiler con opción a compra, que se materializó hace dos años, el tiempo que llevan viviendo en Rois. Él también buscaba una casa para residir, pero no tan grande como la que adquirió, pero con el tiempo «me di cuenta del potencial que tenía el lugar. Yo no tengo nadie que me respalde, pero vi que tenía cuatro puertas y podía tener un plan B, con varias posibilidades de alquiler por si no me iba bien el negocio», cuenta el hostelero. De hecho, ya le han preguntado por la posibilidad de alquilar una casa para uso turístico e incluso de crear una zona de autocaravanas en el exterior.

Después de una gran inversión e hipotecado, Juan se declara «contento porque estoy donde yo elegí, es lo que quiero y estoy sorprendido y agradecido por la acogida»  que relaciona, en parte, con que es un hostelero conocido en Padrón, donde incluso repartía café a diario y hasta el último momento en muchos puestos de la plaza de abastos. 

Trabajar no le asusta porque lleva más de 20 años en el sector de la hostelería y tiene «trabajado muchísimo, pero me encanta; lo llevo dentro», afirma Juan, quien reabrió el bar El Muelle sin borrar la su «esencia» del pasado. Así, el nuevo titular conservó la barra, los espejos del fondo, la campana de la máquina del café, el cartel exterior y otros elementos de decoración. «Crean nostalgia y sería un pecado borrar todo el pasado del lugar, ya que yo me estoy catapultando sobre las bases de algo que no conozco», un local que en sus tiempos era muy concurrido, como recuerdan vecinos de Rois.  

Por cierto, curiosidades de la vida, Juan vendió la autocaravana el mismo día de la inauguración del bar.