Fomentando la desesperación

Serafín Lorenzo A PIE DE OBRA

SANTIAGO CIUDAD

15 jul 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Algo pasa con Fomento. La relación de Galicia con el Ministerio encargado de soltar y recoger el hilo del que penden las obras públicas, lo que viene siendo la inversión productiva, nunca ha sido una balsa de aceite. Las afrentas y aldraxes ministeriales con este córner peninsular son innumerables. Con Gobierno amigo o sin el, esta tierra se ha habituado a soportar con estoicismo los contratiempos de una gestión en la que rara vez ha tenido prioridad. Ni en los tiempos de voraz apetito por el cemento ni tampoco ahora, cuando la crisis ha obligado a desplazar el centro de gravedad política hacia unas necesidades sociales multiplicadas. Ahí tienen la reclamación cíclica de la titularidad de la AP-9, convertida en la prueba del algodón de esa carencia de predicamento en Madrid.

Y Santiago no es ajeno a esa desidia. El tratamiento del retrasado enlace sur de la AP-9 en Sigüeiro, que sigue cerrado dos meses después de finalizar las obras, es la última entrega de un modo de proceder extraño. Ahí tienen el subterráneo low cost habilitado en Conxo, el único de la ciudad que reemplaza la vieira por paredes de hormigón visto. Se trata, además, de una obra que sigue inconclusa, pendiente de las obras en superficie que debían suturar la brecha que parte el barrio. Un despropósito. Pero hay más. La autovía de Lugo llegará con más de 20 años de demora sobre la apertura del tramo a Lavacolla. El esperado enlace orbital genera muchas dudas, fundadas en los números de los propios Presupuestos, y escasas certezas en cuanto a su ejecución. Y de la intermodal no hablamos, por si se chafa.