El cadáver de la mujer de 36 años encontrado en el narcopiso de Fontiñas, en Santiago, carecía de signos de violencia

Álvaro Sevilla Gómez
Álvaro Sevilla SANTIAGO

SANTIAGO CIUDAD

Imagen del bloque donde se encuentra el último narcopiso de Fontiñas
Imagen del bloque donde se encuentra el último narcopiso de Fontiñas Sandra Alonso

Fuentes policiales confirmaron que era consumidora habitual de droga y que llevaba varios días muerta, aunque destacan que deberá ser la autopsia la que revele la causa del fallecimiento

11 nov 2023 . Actualizado a las 22:20 h.

Y. V. L. fue encontrada ayer en el salón del 3º A del número 9 de la calle Berlín, en el barrio compostelano de Fontiñas. De 36 años y nacionalidad española, actualmente era la única inquilina del que durante los meses de agosto y septiembre se convirtió en uno de los principales narcopisos de Santiago. Hasta su puerta llegaban drogodependientes de toda la ciudad, quienes terminaron incendiando la convivencia en este edificio de nueva construcción alejado de los cánones de lo que suelen ser estos supermercados de la droga.

Fue una de sus residentes la que llamó ayer, a las 20.21 horas, a la policía local debido al fuerte olor que emanaba de la vivienda. Que algo no iba bien se confirmó poco después, cuando los bomberos tiraron abajo la puerta y se encontraron su cadáver en avanzado estado de descomposición, de ahí que se especule con que podría llevar cerca de una semana sin vida. La Policía Nacional descarta a priori una muerte violenta tras la inspección ocular, aunque deberá ser el forense y la autopsia la que determine la causa de su fallecimiento, que por el momento no ha trascendido.

Hasta el piso se desplazaron también miembros de la Policía Científica de la Policía Nacional, que inspeccionaron toda la vivienda y recogieron diversas muestras. Cerca del cuerpo no se encontraron estupefacientes, aunque tampoco se descarta que pudieran estar directamente relacionados con el suceso, ya que las mismas fuentes confirman que la mujer era consumidora habitual. El inmueble llevaba desde el verano en el punto de mira, a pesar de que la actividad de tráfico de drogas había disminuido considerablemente desde finales de septiembre. Los problemas que se registraron a diario durante semanas motivaron que la comunidad de vecinos llegara a contratar los servicios de una empresa de seguridad privada, que durante un mes colocó un guardia en la puerta del inmueble. Esa medida rebajó la afluencia y agresividad de los toxicómanos que acudían al 3º A y que, además de amenazar a los inquilinos, habían robado en los garajes y destrozado mobiliario de las zonas comunes. Los gritos y peleas habían sido la tónica durante semanas.

Trajín constante

La preocupación de los vecinos en torno a la actividad del narcopiso estalló en verano, cuando comenzó ese continúo trajín de drogodependientes, al parecer en busca de papelinas de heroína, que presuntamente conseguían en el número 9 de la calle Berlín, una de las más céntricas y principal acceso al polígono residencial compostelano. Ya desde los primeros momentos, los vecinos del inmueble expusieron su preocupación a la policía, al tiempo que temían que, por la falta de una acción contundente contra los traficantes, la impunidad con la que estos actuaban motivase una escalada delictiva y de violencia en la zona.

Así lo expusieron los residentes afectados en varios reportajes publicados por La Voz desde finales de agosto. «Los problemas están escalando en las últimas semanas. Los vecinos que están en la misma planta que el narcopiso nos hablan de situaciones de violencia, gritos a altas horas de la madrugada, gente que entra y sale en cualquier momento... Se está generando una situación de inseguridad en todo el edificio, sobre todo en el momento de entrar y salir del portal», exponía una residente directamente afectada, que había reclamado medidas, sobre todo para las familias con niños y la gente mayor. Aunque desde la comunidad de vecinos denunciaron en diversas ocasiones que la vivienda pertenecía al Instituto Galego de Vivenda e Solo (IGVS), desde el organismo autonómico afirmaron, ya en septiembre, que ese inmueble no era de su propiedad y que tampoco estaba bajo ninguno de sus programas de ayudas. Tal y como indicaron los residentes en el edificio, el piso supuestamente había sido alquilado por una pareja de la fallecida, el cual hacía tiempo que ya no se le veía por la zona. 

El tráfico de estupefacientes se habría intensificado en esta vivienda de la calle Berlín después del desmantelamiento por la Policía Nacional, entre finales de mayo y principios de junio, del punto de venta de droga que durante varios meses fue la principal puerta de entrada de droga en la ciudad, principalmente heroína. Los inquilinos del 3º A del número 9 de la calle Berlín, que operaban en el inmueble desde que se trasladaron a él en diciembre del año pasado, pasaron al principio casi desapercibidos para los vecinos, pero estos afirmaron que desde marzo empezó a haber movimiento, y a partir de mediados de junio se aceleró su negocio de supermercado de la droga, una vez que la policía, con la colaboración de los vecinos del barrio de San Pedro, pudo clausurar el narcopiso de la rúa Home Santo y detener a dos narcotraficantes, uno de ellos el más importante de los hasta ese momento activos en la ciudad. «Cuando se cierra un narcopiso, aparece otro en cuestión de semanas», lamentó por aquel entonces un veterano agente de la Policía Nacional.