La máquina más inútil, pero la más legal, de la ORA en Santiago

Olimpio Pelayo Arca Camba
O. P. Arca SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

A. CAMBA

El aparato se bloqueó de madrugada sin permitir sacar el tique, pero a la mañana siguiente «devolvió» al cajetín las monedas ingresadas sin prestar el servicio

13 ene 2024 . Actualizado a las 17:33 h.

Tenía ya en mente un titular para narrar un sucedido con la ORA a primeras horas de la madrugada del sábado en la Praciña das Penas. Algo así como «Tussa me debe 80 céntimos y 83 minutos de mi tiempo libre». Pero la realidad me lo cambió, haciéndome de paso dos favores: porque las frases eternas que sirven para el campo sen cancelas de internet no casan con la precisión que requiere el periódico impreso; y aunque mi tiempo de ocio yo lo valoro mucho, la deuda real eran 80 céntimos.

El caso es que buscaba yo sitio para aparcar por la zona de San Roque, más allá de la medianoche, sin mucha convicción. Son horas en las que apenas hay rotación de vehículos y encontrar una plaza no es fácil. Enfilé a la Praciña por probar, y sitio libre a la primera, hasta con opciones para elegir: dos huecos en batería y uno más en línea. Aunque sin afición por el bingo, opté por este último. Una plaza amplia, grande, iluminada, diríase que hasta a salvo de los temidos rayazos nocturnos, que los diurnos habelos hainos, pero se temen menos. Sin saber si agradecerlo a la suerte o a alguien de arriba (bien sea un San Cristóbal que uno ya no sabe si tiene todavía la encomienda de gestión de proteger a quien conduce un demonizado diésel o está ya solo con los eléctricos, bien el cercano San Roque del perro sin rabo solidarizado con el conductor del coche sin etiqueta), búsqueda de monedas varias, y a la máquina.

¡Ay, la maquinita! Noche fría: le cuesta arrancar. No pasa nada: tras unos segundos se enciende la pantalla y a teclear cifras y letras. Y a meter monedas: 20 céntimos, 40, 60: fielato resuelto hasta las 11.09 del sábado. Y, ya lanzado, 20 céntimos más, que vamos a tomarnos con calma el sábado. Y la catástrofe: adiós pantalla, adiós luces y bloqueo total. Sin tique y sin dinero: por avaricioso y remolón sabatino. Aún sabiendo que no iba a contestar, monólogo duro con la máquina: breve pero intenso, y sin falarlle baixiño. Quedaba el intento, por enésima vez, de intentar usar Moviltik desde el móvil. Y de nuevo, para nada: «No se ha podido verificar el pago», volvía a poner como me dice desde hace meses, pese a desinstalar e instalar con profusión la aplicación, versión mejorada del viejo apaga/enciende informático.

Camino a casa, con la alegría de poder aparcar empañada por tener que volver de mañana antes de las 10, gracias a la tecnología de la ORA. Hablar por teléfono con Tussa en sábado, imposible. Así que, de regreso a la Praza da peniña, que no llegó la cosa a drama, rumiaba el titular, cuando la máquina me lo tumbó: porque al comprobar que de mañana ya funcionaba, pantalla iluminada y 80 céntimos en el cajetín inferior. Los míos. Los que me devolvió la máquina más inútil, pero también la más legal, de la ORA de Santiago.