Las chicas de la fábrica de camisas de Pontepedriña se reúnen 33 años después

Margarita Mosteiro Miguel
Marga Mosteiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

55 de las 165 empleadas de la factoría compartieron recuerdos y anécdotas

20 mar 2024 . Actualizado a las 11:51 h.

La fábrica de camisas Geyfer, que se fundó en 1960, estaba en Pontepedriña, justo antes del paso elevado sobre la vía del tren. De ella solo queda el recuerdo de sus trabajadores. Años después de su cierre, en 1991, aquel edificio fue derribado para dar paso a nuevos bloques de viviendas. Geyfer (Gelabert y Ferrer) llegó a tener 165 empleados. «O 70 %, polo menos, eramos unhas nenas. Tiñamos 14 e 15 anos. Naquela época, saías do colexio e ías traballar», recuerda Dolores Alende, quien trabajó 20 años en la firma fundada por Juan Gelabert y Juan Ferrer, de origen catalán. La fábrica cerró hace 33 años. «No fue sin luchar. Las 52 trabajadoras que quedaban entonces pelearon para que no se cerrara, pero no fue posible salvarla». A los empleados les dejaron las máquinas y otras cosas de la fábrica para que las vendieran y «sacaran algúns cartos».

El sábado pasado, 55 de aquellas trabajadoras se reunieron de nuevo «para lembrar anécdotas, contar historias e poñernos ao día». El año pasado ya organizaron una primera cita, a la que acudieron 80 «chicas», y este año, por diversas razones, «estivemos 55, pero o ano que vén espero que sexan moitas máis». El trabajo más importante, explican, «o fixeron os organizadores do evento do ano pasado. Reunir os teléfonos de todos e crear un grupo de wasap foi unha investigación que debemos agradecer», explica Alende.

La fábrica era pionera en muchas de las mejoras sociales que hoy parecen normales: «Tiñamos un médico e un practicante que viña pola tarde. Nos poñían vacinas e mirabanos se estabamos enfermas ou tiñamos algún incidente. Nos facían unha revisión médica todos os anos. Algo que é habitual agora, pero que entón non era así». Las trabajadoras eran tan jóvenes que la normativa de la época obligaba a que tuvieran un tutor en la fábrica: «O noso era Jaime Ríos, que tiña que estar pendente de nós como se fora un pai».

Memoria que sigue viva

En la reunión del sábado, celebrada en el Hotel Apóstol Santiago, tuvieron oportunidad de recordar cómo se distribuía la fábrica. «Na planta baixa, ao entrar, estaban as oficinas, o almacén, os despachos dos xefes», y en la primera, «as máquinas de coser, que eran alemás, as máis modernas. E só estabamos as rapazas. Nunca vin un home coser. Os poucos que habían estaban na segunda planta, onde cortábase e organizábase o traballo».

A las chicas les llegaban las piezas listas para coser, una labor que hacían en cadena. «Era rutinario. Eu cosía os canesús. Facía entre novecentos e mil ao día, e logo llos pasaba ás seguintes, que completaban o traballo ata que saía a camisa terminada», explica Dolores.

Recuerda que «Juan Gelabert, que era unha persoa encantadora e un xefe excelente, nos miraba dende a segunda planta e dicía: ‘Non teño unha fábrica de camisas, teño unha escola de nenas'».

«As máquinas eran moi rápidas»

Uno de muchos recuerdos que Dolores Alende conserva de aquella época es que «non podiamos falar, porque era perigoso. As máquinas eran moi rápidas, pero cantabamos. Só teño bos recordos de aqueles anos», reitera. Cuando la fábrica de Geyfer cerró sus puertas, algunos de sus empleados abrieron nuevas factorías de confección y algunas trabajadoras se fueron con ellos.