Brenda y Dylan, la pareja de «Sensación de Vivir» que marcó a toda una generación

Mikel Labastida COLPISA

PLATA O PLOMO

Shannen Doherty, en una fotografía de archivo
Shannen Doherty, en una fotografía de archivo

Si hubiese que elegir a los personajes más carismáticos de la serie de los 90, gran parte de los espectadores se quedarían con los protagonizados por Shannen Doherty  y Luke Perry. Él falleció a los 52 años en febrero del 2019 tras sufrir un derrame cerebral. Ella ha muerto este domingo con una edad similar, 53 años, tras una larga batalla contra el cáncer de mama

15 jul 2024 . Actualizado a las 17:34 h.

Si los jóvenes actuales se miran en la pantalla a través de series como Euphoria los de los años 90 lo teníamos que hacer a través de Sensación de vivir (título con el que se rebautizó en nuestro país Beverly Hills, 90210 la historia de de dos hermanos mellizos de Minnesota que se trasladan al popular barrio de Los Ángeles y encuentran un nuevo grupo de amigos). Existe una distancia abismal entre estos dos títulos, pero nadie elige los tiempos en que le toca vivir ni los referentes que le ponen por delante. Bastante bien hemos salido pese a todo. Si en aquella época uno era adolescente, iba al instituto y se peleaba con sus padres porque se sentía incomprendido era imposible que los muchachos de Beverly Hills no le interpelasen de alguna forma. Por más que cualquier parecido entre ambas realidades —la suya y la nuestra— fuese pura coincidencia: ni teníamos taquillas en nuestras escuelas, ni conducíamos un Porsche ni sucedáneos, ni vivíamos en casas de doble altura. Y pese a todo esto lograron convencernos de que nos podíamos identificar con aquella pandilla, de que sus problemas y los suyos eran parecidos.

Y algo de eso había. Porque aquella serie (que en España emitió con éxito Telecinco) hablaba de primeros amores (correspondidos o no), de amistades aparentemente inquebrantables, de dificultades en las aulas, de autoestimas bajas, de conflictos familiares. Al final hay una edad en que todo el mundo transita por esos lares. Ellos encontraban solución a casi todo. Para nosotros no era tan sencillo, pero nos reconfortaba al menos pensar que aquellos niños ricos padecían por cuestiones similares a las nuestras. Con eso nos bastaba.

Sensación de vivir incorporó a las ficciones juveniles que habíamos visto hasta entonces elementos propios del culebrón. Era heredera de Falcon Crest o de Dinastía. De hecho con esta última compartía hasta productor, Aaron Spelling (que también era el padre de una de las actrices principales, Tori Spelling). Proponía tramas que precisaban varios capítulos para resolverse, recurría a giros enrevesados e infrecuentes en este tipo de producciones, e incluía personajes malévolos cuyo único objetivo era fastidiar a alguno de los protagonistas. Por eso enganchaba tanto. Esos aditivos ya se habían probado en otras propuestas y habían funcionado.

Símbolo de una generación

Sin Sensación de vivir seguramente no hubiesen nacido después Al salir de clase o Nada es para siempre, títulos españoles ideados o encargados ante los buenos datos de audiencia que logró la anterior. Aunque después fue degenerando y perdiendo interés las primeras temporadas de este proyecto supusieron un evento que nadie quería perderse cada día que se emitía y marcó a toda una generación, más allá de si la viese con frecuencia o no. Todo el mundo conocía su existencia, podía identificar a la mayoría de personajes y le sonaban lugares como el Peach Pit, el bar en el que se reunían los protagonistas.

Si hubiese que elegir a los personajes más carismáticos de la serie gran parte de los espectadores se quedarían con Dylan y Brenda, los supuestamente más díscolos de la pandilla. Brandon y Kelly eran los guapos oficiales. David y Donna, los mojigatos. Steve, el gamberro. Andrea, la empollona. Perfiles arquetípicos, uno tras otro, sí. Los 90 eran así.

Lo curioso es que Dylan no estaba incluido en el reparto original porque se preveía que solo tuviese una aparición episódica, pero la primera interpretación de Luke Perry gustó tanto que se le incorporó al elenco definitivo. La buena conexión —al principio— con Shannen Doherty también ayudó.

El personaje tenía el título oficial de malote inscrito en la frente. Por eso a los padres de Brenda no les gustaba que su hija saliese con él. Vivía solo, no mantenía relación con sus padres, había tenido problemas con el alcohol y lucía una brecha en la ceja (que muchos espectadores desnortados imitaron). Luego no eran tan fiero el león como lo pintaban. Su primera aparición en la serie, por ejemplo, fue para defender a un chaval que estaba siendo intimidado por otros compañeros, algo que sorprendió para bien a Brandon Walsh del que se volvería inseparable. A su hermana la conoció tres capítulos más tarde por los pasillos del instituto y entre ellos hubo tonteo desde el principio. Después de varios intentos comenzaron a salir juntos. No fue una relación sencilla, por la oposición de la familia de ella y por los traumas que arrastraba él.

Cuanto más difícil parecía más gustaba a los espectadores, que se fueron enganchando a esa historia de tal modo que hasta su primer encuentro sexual se convirtió en un asunto nacional. Y no un asunto menor. Una tv-movie que se hizo unos años después sobre esta producción descubrió las presiones que recibieron los guionistas tras aquel paso decisivo para la pareja. Ahora estamos acostumbrados a que en un mismo capítulo de una serie de estas características dos jóvenes se conozcan, se acuesten y al día siguiente cada uno se vaya a su casa sin tener claro si aquello desembocará en una relación o no. Y casi nadie se alarma por esto. A finales del siglo XX las cosas en la televisión no funcionaban así. Y menos para las protagonistas femeninas, cuya conducta debía ser modélica. Con ellos se era más permisivo, con ellas no. Dylan y Brenda tardaron casi 20 episodios en compartir cama y cuando lo hicieron se lió, sobre todo porque la chica no solo no se había arrepentido sino que lo había disfrutado. ¡A quién se le ocurre! «Los anunciantes no querían asociarse con una serie donde una muchacha joven hablara sin rubor ni arrepentimiento sobre la pérdida de virginidad», desveló aquel documental. Así se entienden mejor las tramas posteriores de Sensación de vivir, en las que la protagonista teme haberse quedado embarazada y rompe con su novio. El mensaje para la audiencia debía quedar claro: el sexo puede tener consecuencias no deseadas.

Afortunadamente para sus seguidores la pareja se reconcilió y las andanzas entre ellos continuaron al menos una temporada más, hasta que los Walsh enviaron a su hija a París para distanciarla de Dylan y este aprovechó para liarse con su mejor amiga, Kelly.

Pero esa es otra historia. Para entonces los dos ya se habían convertido en una pareja televisiva emblemática, a la altura del tío Jess y Becky en Padres forzosos, de Maddie y David en Luz de luna o de Sam y Diane en Cheers. Y como posteriormente fueron Ross y Rachel en Friends o Mulder y Scully en Expediente X. Ese era el nivel, que nadie se escandalice.

Cuatro temporadas en Beverly Hills

Shannen Doherty se mantuvo en Beverly Hills cuatro temporadas. Su despedida acaparó cientos de titulares. Al parecer las exigencias de la actriz y la mala relación con el resto de compañeros motivaron su despido. Y digo al parecer porque desde entonces se ha especulado sobre su salida en multitud de ocasiones. Aunque lo intentó Doherty nunca pudo dejar atrás el papel de Brenda. Solo su participación en otra serie, Embrujadas, logró cierto éxito. Pero de aquel proyecto también salió trasquilada. Desde entonces regresó a Sensación de vivir —porque no surgían otras oportunidades interesantes— hasta en tres ocasiones: en el 2008 en una nueva versión que se hizo de la serie que se llamó 90210 a secas, en la que ella y Jennie Garth (Kelly) interpretaban los mismos roles en versión adulta; en el 2012 cuando recuperó el personaje para una entrega de The New Normal; y en el 2018 que volvió a ser Brenda en otro intento infructuoso por resucitar aquel viejo éxito de la tele de los 90, esta vez con el título BH90210.

Luke Perry dejó la serie tras la sexta temporada, seguramente esperanzado por continuar su carrera de otro modo, pero no tuvo más remedio que volver dos años después porque la gente lo asociaba únicamente a Dylan. Así que lo encarnó de nuevo en la novena y décima tanda de capítulos, los últimos que se emitieron. Después se enroló en otros proyectos pero su trayectoria fue irregular. Sufrió un derrame cerebral en febrero del 2019. Unos días después falleció a los 52 años.

Doherty ha muerto con una edad similar, 53 años. En el 2015 se le diagnosticó un cáncer de mama, con el que le tocó convivir. Se le remitió hasta en dos ocasiones posteriores. En junio del 2023 anunció que había llegado a su cerebro.

Gabrielle Carteris, que interpretó a Andrea Zuckerman en Sensación de vivir escribió este domingo, al enterarse del fallecimiento, el siguiente mensaje: «Tan joven... tan triste. Que descanses en paz, Shannen. Sé que Luke está ahí con los brazos abiertos para amarte». Esa imagen, la de Shannen y Luke juntos, la de Brenda y Dylan juntos más de 30 años después, es la que la mayoría de seguidores de la serie tuvimos al conocer su muerte. Hay personajes de ficción que no puedes borrar de tu memoria aunque quieras.