«El juego del calamar 2»: ¿quién quiere jugar otra partida?

Borja Crespo MADRID / COLPISA

PLATA O PLOMO

No Ju-han / Netflix | EFE

Regresa el fenómeno televisivo coreano con nuevos personajes y un claro objetivo: arrasar en visualizaciones. Tres años después, el espectáculo continúa

26 dic 2024 . Actualizado a las 09:21 h.

Puede que estos días haya sentido un escalofrío transitando en coche por alguna carretera de nuestra geografía al ver pasar a su lado un vehículo cargado con una inquietante muñeca gigante de vivos colores cuya mirada paraliza. Quizás se haya topado con el gigantesco juguete de frente, dando un paseo por San Sebastián, cerca del famoso Kursaal, o en el multitudinario Salón del Manga de Barcelona, hábitat ideal de la imponente efigie popularizada por El juego del calamar, la serie más vista en la historia de Netflix. La enorme marioneta, que a los fans del cómic puede recordarles a un «art toy» de Ghost World, de Daniel Clowes, está de tour por el mundo promocionando el esperado regreso del letal torneo a la pantalla. La maniobra de marketing está funcionando a las mil maravillas. Young-hee es el nombre de la estatua pop protagonista de 'Luz roja, luz verde', lo que viene a ser una versión renovada del escondite inglés de toda la vida, con un notable cambio: si, al mover la cabeza, la extraordinaria títere de cuatro metros de altura, con vestido naranja y camiseta amarilla, te pilla moviéndote, ¡mueres! 'Un, dos, tres! Tan fatídico final ocurre en la ficción, al menos de momento, aunque desde noviembre existe la posibilidad de pasar por taquilla y vivir una experiencia inmersiva en Madrid, en el Espacio IberCaja de Delicias, basada en la serie. Tras pagar la entrada te sumerges en la historia a lo largo de cinco decorados que recrean cinco momentos participativos de esta producción surcoreana cuya segunda temporada está al caer. El 26 de diciembre es la fecha señalada. Ideal para celebrar la Navidad.

Netflix está poniendo toda la carne en el asador con la continuación de El juego del calamar, cuyo desmesurado éxito fue inesperado a nivel mundial. Es el único gran estreno de esta semana, la última del año, en la popular plataforma en streaming. Los jugadores del buzo verde se llevan el protagonismo absoluto. No es para menos. Ha pasado el tiempo, se lanzó discretamente en 2021, y el público ávido de series es impaciente. No le gusta esperar demasiado a la hora de conocer la continuación de sus títulos favoritos. La historia se retoma, precisamente, tres años después del final de la primera sesión, con el último superviviente de los 456 participantes que se animaron a colaborar en el oscuro campeonato obsesionado con acabar con el concurso. Para ello decide volver a inscribirse, una decisión delirante que parece ser la única manera de salvar a cientos de jugadores que apuestan su vida para hacerse con el jugoso botín millonario.

Hwang Dong-hyuk, el creador de uno de los grandes fenómenos televisivos del momento, ha anunciado que la serie solo contará con tres temporadas. Quiere finalizar así su invento, del que está algo harto, según subraya en las entrevistas. Al parecer, Netflix no para de presionarle para exprimir la gallina de los huevos de oro -ya estrenó el reality El desafío-, y no tiene un buen recuerdo del rodaje de la sesión inicial, un calvario inimaginable. El estrés le llevó a perder varios dientes, nunca imaginó el éxito de su criatura audiovisual y ganó muy poco dinero. El director y guionista coreano quiere descansar y cambiar de proyecto, aunque aceptó firmar nuevos capítulos para resarcirse de la experiencia. Además, el autor piensa que su idea se convertirá en una terrible realidad no tardando mucho en este mundo tan loco.

Juego macabro a vida o muerte

Recordemos que esta producción con sello de Corea del Sur atrapó a la audiencia global retratando las consecuencias de un juego macabro a vida o muerte. En El juego del calamar, un buen número de personas, prácticamente desahuciadas, en bancarrota, con una enfermedad terminal o algo terrible que ocultar, participan en una competición para llevarse la friolera de 45.600 millones de wones, alrededor de 330 millones de euros. Solamente puede haber un ganador, el resto perderá la vida en el intento. Las pruebas son, sencillamente, juegos tradicionales infantiles a los que se da la vuelta para que resulten mortales. ¿Qué estamos dispuestos a hacer por salvar el pellejo o hacernos ricos? Las miserias humanas irrumpen en escena.

El juego del calamar está plagado de tensión, describe un catálogo de personajes que se mueven entre la bondad y la ruindad, además de subrayar los problemas de adicción a los juegos que asolan nuestra civilización, caricaturizando bajo una perspectiva no exenta de moralismo un mundo en franca decadencia. La vergüenza, la redención, el concepto del éxito, los traumas emocionales, la envidia y los anhelos se ven reflejados con un planteamiento bien desarrollado cuya primera temporada se cerraba perfectamente, no dejaba ningún frente importante abierto, pero dejaba algunos flecos que han permitido la existencia de una esperada continuación.