Pocas cosas hay más suculentas en una serie que un oportuno giro de guion que obligue al espectador a recalcular sus expectativas. En Paradise ese cambio de rumbo se presenta de forma inesperada y es por eso que de este nuevo título de Disney+ no se puede hablar más de lo justo y necesario para explicar que, en el comienzo, su trama resulta muy sugerente. Su primer aval es Dan Fogelman, la mano que está detrás de guiones como Cars, la entrañable producción de Pixar, y de la serie This is Us. De esta última recupera como protagonista a Sterling K. Brown, aquí un agente secreto encargado de la seguridad de un presidente de Estados Unidos frívolo y burlón (James Marsden) que no sabría situar Siria en un mapa, pero siente el latido del respaldo popular que lo ha llevado en brazos hacia un segundo mandato. Al agente Collins lo elige porque es muy eficiente en su trabajo, pero también, no lo oculta, porque es negro y le gusta que salga en las fotos a su lado, protegiéndolo, parando una bala con su cuerpo si llegase la ocasión.
Paradise arranca como un thriller político de conspiraciones, intrigas y cuentas pendientes en un mundo que está «19 veces más jodido de lo que la gente cree». En ese despacho oval, en esa Casa Blanca que tantas ficciones alberga, se revelan secretos de inteligencia internacional. Y de repente nada es lo que parece.