Comedias hay muchas, pero Los ensayos es una serie de autor con una ironía única en su género y difícil de definir. El pensamiento más recurrente del espectador es el de discernir, sin mucho éxito, dónde empieza la verdad y dónde acaba la ficción. Cuesta imaginar las conversaciones que el cómico Nathan Fielder mantuvo con los directivos de HBO Max para conseguir su apoyo a este proyecto anárquico, que se enreda en la complejidad de una madeja surrealista de situaciones que intentan extraer la lógica tras el comportamiento humano.
Bajo el formato de un docurreality, la primera temporada de esta propuesta del creador de Nathan For You desplegaba su premisa: la de proponer a un grupo de participantes la posibilidad de ensayar previamente algunas de las situaciones engorrosas o preocupantes que la vida pone a veces por delante. Y lo hace con despliegue de medios, contratando a figurantes y construyendo réplicas exactas de escenarios reales, mientras él analiza la escena con el ordenador colgado del cuello.
La segunda temporada propone un nuevo y estimulante desafío para entrar en su juego. Fielder establece una razonada premisa según la cual los accidentes de aviación se producen siempre por un problema de comunicación entre los pilotos. Emprende entonces una delirante investigación para descifrar por qué entablar conversaciones es un código tan fácil para unos y complejo para otros.