Lágrimas en blanco y negro

Alba Díaz Pachín

SOCIEDAD

JUDA NGWENYA | REUTERS

11 mar 2004 . Actualizado a las 06:00 h.

Comprenderán que hoy me resulte especialmente difícil escribir una página como ésta. Ni ustedes ni yo podemos todavía aislarnos de la tragedia y cualquier frivolidad parece fuera de sitio. De todos modos, entiendo que si han llegado hasta aquí no están esperando más detalles ni consideraciones sobre el atentado, así que he optado por mostrarles las lágrimas de Charlize Theron por no enseñarles las mías. Cuando Charlize fue fotografiada en este estado de emoción, aún no se había producido la matanza de ayer. Es decir, sus lágrimas tienen otro origen. La atractiva actriz sudafricana no pudo contenerse al conocer a Nelson Mandela : «¡Le quiero tanto!», dijo con la voz entrecortada. Charlize también le confesó a Mandela que su lucha le había servido de inspiración. A ella y a muchas más. En general, a todos los que hemos conocido siquiera superficialmente la fuerza moral de este hombre. Mandela, eterna sonrisa, también tuvo palabras muy amables para Charlize en el encuentro de las que probablemente hoy son las dos personas más populares de Sudáfrica. La historia de ambos, especialmente la de Mandela, están marcadas por la resistencia y el espíritu de superación. Mandela nos enseñó de nuevo que la fuerza de la razón es imparable y que nada, por terrible que sea, debe arredrarnos cuando nos ampara nuestra condición de hombres y mujeres libres y nuestra determinación de seguir siéndolo. Conviene no olvidarlo cuando nos sequemos las lágrimas que todavía nos acongojan. Y aunque ayer el transcurso del día fue como un enorme telón que se iba cerrando sobre todos nosotros, con una caída progresiva de la actividad ante tanto dolor, de madrugada, ajenas a lo que habría de suceder, las revistas del corazón llegaban a los quioscos. Curiosamente, las portadas de las cuatro revistas coincidían en un asunto especialmente doloroso: la muerte de Mariam Suárez , un icono de la lucha contra el cáncer que consiguió mantener el pulso contra la terrible enfermedad durante once años. A tono con la jornada, el papel cuché se visitó de luto en sus primeras jornadas. Aunque también incluye otros asuntos. El principal, el noviazgo del príncipe Felipe y Letizia Ortiz, que ayer, desgraciadamente, tuvo que acometer las que probablemente serán las labores más tristes de su nueva vida, al acompañar a su prometido por los hospitales en los que se encontraban las víctimas del atentado . Las revistas recogen la presencia de la real pareja en la boda de una prima hermana de la futura princesa de Asturias. La novia real optó por un vestido de diseño retro, un poco Jackie Kennedy , pero con el llamativo complemento de un lazo trasero, muy poco recomendable, la verdad. Pero con esa capacidad que está mostrando la prometida del príncipe para marcar tendencias (recuerden como se están vendiendo las réplicas del vestido que usó en la ceremonia de pedida), igual hasta se pone de moda este lazo. Lo divulgó la cadena estadounidense NBC a través de unas cintas de audio. En ellas, Ladi Di explica como, en 1989 y durante una fiesta, se enfrentó a Camilla : «Sé lo que está pasando entre tú y Charles y sólo quiero que lo sepas». Según la malograda princesa, Camilla respondió: «Usted tiene todo lo que puede haber deseado. Tiene a todos los hombres del mundo enamorados de usted y tiene dos hermosos hijos, ¿qué más desea?». «A mi marido», respondió Diana toda llena de razón . El móvil, que nos iguala a todos La última noticia de hoy es sobre el teléfono móvil, un electrodoméstico que nos iguala a todos, aunque haya quien dispone de modelos carísimos y otros de unidades más convencionales. ¿Dónde está pues el rasero que nos iguala a todos? Pues en que cualquiera de nosotros puede ser víctima de un caco que se queda con nuestro móvil. Imagínense al jefe del más secreto servicio secreto, por ejemplo, el responsable del Mossad, el espionaje de Israel. Es el general Meir Dagan . Pues este hombre tan importante y tan secreto también perdió su móvil en favor de unos descuideros que lo vieron estupendamente a mano en el coche del general judío y, por supuesto, se lo llevaron. La verdad es que no es un episodio del que los servicios secretos israelíes puedan sentirse orgullosos. Tal vez por eso, el incidente no fuera dado a conocer hasta ayer, un mes después de que ocurriera. Si uno de los hombres más secretos del mundo no puede evitar que le roben el móvil ¿cómo podríamos evitarlo nosotros?