ESTIMADO programador televisivo: sólo unas líneas para comunicarle que lo ha conseguido. Lo reconozco. He perdido y aquí está mi rendición. Su estrategia ha sido magnífica. Su tesón, considerable. Y su mala leche, terrible. Yo, que me creía tan sereno y tan dueño de mí, he terminado por pedir papas. Ya no lo soporto. En serio. Sus continuos ataques a la retina me están provocando un profundo daño cerebral. Ha logrado asustarme. Ponerme en jaque. Pensé que había salido victorioso de los dos primeros GH . Intacto. Incluso me llegué a creer aquello que decía la Milá de que era un experimento sociológico. Lo admito. Estaba en Babia. Ni de lejos me esperaba (qué iba a saber yo) que sólo era el inicio de una cruel tortura. Que después iban a venir Rosa de España y Bustamante; Leticia Sabater comiéndose cucarachas; un nuevo disco de Karina; Paco Porras y la pitonisa Lola encerrados en el castillo de las ¿mentes prodigiosas?; fotos de la Aída en pelotas... Es demasiado. Cada vez que enciendo la tele, mi salita parece un psiquiátrico. Y el zapeo no sirve para nada. Usted es ruin y malvado. Sé que va por delante. Que no deja escapatoria. Que por eso ha inundado la parrilla de todas las cadenas con un maremoto de freakies . ¿De dónde ha sacado tantos? ¿Los cría o le salen solos? Aunque estoy casi seguro de que no va a tener en cuenta mi petición, se la haré igualmente. Por favor, pare. Ya nos ha castigado bastante. ¿Qué le hemos hecho? Piedad. P.D: Si le queda algo de corazón, le ruego que no importe también lo del reality de la cirugía plástica y la liposucción. Clemencia. No sea asqueroso.