Tom, Iggy y el tabaco

BLANCA RIESTRA

SOCIEDAD

22 nov 2004 . Actualizado a las 06:00 h.

EL OTRO día fui a ver la última película de Jim Jarmusch. Cofee & Cigarets es una especie de patchwork hecho de escenas grabadas a lo largo de veinte años, llena de estrellas de rock y personajes improbables: Roberto Benigni, The White Stripes, Tom Waits y toda la pandilla. Una rareza suave con aires de tertulia en estos tiempos espasmódicos donde hablamos demasiado. Como últimamente me ha entrado la enfermedad de las listas (y de los calcetines de calaveras), empiezo a anotar las razones por las que Cofee & cigarets me ha gustado tanto. Uno: La peli, de color blanco como el humo y negro como el café, se construye sobre la nada, sin artimañas efectistas ni grandes argumentos. Dos: Las tazas donde los protagonistas beben café son unas tazas sencillas de loza que ya no existen, las tazas baratas de los bares que antes menudeaban y hacían clac al chocar contra las cucharillas de latón. Tres: El mal carácter de Tom Waits, despiadado con Iggy Pop. Y es que, Iggy Pop finalmente resulta ser un santo varón, ¡quién lo diría con esas melenas y esa voz de rompetechos! En la peli, Tom Waits se muestra picajoso, malhumorado y pernicioso, un verdadero monstruo, ¡impagable!, hasta el punto de incitar a Iggy a fumar un cigarrillo porque «como hace mucho tiempo que lo han dejado, ahora ya pueden...». Hoy fumé un par de caladas en su honor, el sinvergüenza.