
Hechos y figuras
27 mar 2005 . Actualizado a las 07:00 h.Atentos a la foto del día, porque es el ejemplo más palmario de cómo debe presentarse una familia bien avenida, organizada, elegante y, en definitiva, fetén. Desde luego, ninguno de ellos necesita presentación, aunque sí la circunstancia. Ayer, la familia real acudió a la misa del domingo de Pascua en la catedral de Palma de Mallorca y tuvieron tiempo de hacerse una foto de familia, irrepetible ya porque, en la siguiente, es posible que haya un miembro más. Pero donde yo quería ir es al juego de colores que manifiesta la organización familiar. Normalmente, el príncipe Felipe lleva la corbata del mismo color que la chaqueta de su esposa, doña Letizia . Pero en un acto como el de ayer, don Felipe cambió de costumbre para adoptar el color de la chaqueta de su madre, el rojo. El color del traje es el que vertebra la imagen. Como ven, Iñaki Urdangarín también sigue la pauta normal y, con corbata malva, se pone al tono de su mujer, la infanta Cristina . Pero, ¿qué pasa con el tono verde de la chaqueta de doña Letizia? Ha ido a parar a la corbata del Rey que, galantemente (y sufridamente añadiría, porque el colorcito no es de los más habituales) se anudó una corbata verde manzana. Hay más guiños en la vestimenta: la pashmina de la infanta Elena es también malva, como el traje de su hermana, mientras que la infanta Cristina usó una prenda roja, como su madre. En este caso, el pañuelo. Y los niños, por supuesto, conjuntados al máximo. Y una se imagina si, por la mañana, mientras se arreglan para salir, arden los móviles reales: «Cámbiate de corbata, cariño, que tu madre se va a vestir de azul marino». «Ya aviso yo a papá para que se ponga de verde»; «dile a tu hermana que no puede llevar el conjunto rosa, porque tengo la corbata manchada». Algo así podría ser; un lío de colores bien resuelto para aparecer todos tan conjuntados, con las líneas que marcan estos guiños del vestuario bien trazadas. Por cierto, se habrán percatado ya que en todo este complicado juego hay un participante que se ha quedado al margen y que viste absolutamente a su bola. ¿Ya lo han visto? Pues entonces no hace falta que diga más. Menos simpática es la aparición ayer de la princesa Masako , la esposa del heredero japonés, Naruhito . Ya saben que Masako sufre desde hace mucho tiempo una severa depresión por la que se encuentra en tratamiento y que la mantiene alejada, prácticamente por completo, de la vida pública. Por eso ayer fue toda una sorpresa verla de nuevo, aunque fuera en un acto luctuoso: los funerales por una de las tías del emperador Akihito, la princesa Takamatsu. De hecho, los japoneses, que hace unas semanas escucharon de Naruhito que su esposa iba mejorando, aunque lentamente, de su depresión, esperaban haber visto a Masako en la inauguración de la exposición universal de Aichi. Pero la princesa triste, finalmente excusó su presencia. Un auténtico drama, el de esta mujer, asfixiada por la necesidad de concebir un hijo varón. Como saben, Masako dio a luz una niña, Aiko , hace cuatro años, que no podrá heredar el trono si no cambia una ley con la que, según un sondeo, el 87% de los japoneses está en desacuerdo.