Lo posible

BLANCA RIESTRA

SOCIEDAD

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12 jun 2006 . Actualizado a las 07:00 h.

YO A KIERKEGAARD me lo imagino con una camisa bastante sucia y sonriente. Es curioso, pero su lectura me resulta de lo más refrescante, como una de esas bebidas mexicanas que se llaman aguas frescas y son de hielo amarillo, verde o color rojo. Y es que ando todavía recuperándome del famoso 6-6-6 que ha dejado Albuquerque (e imagino que también Praga y Turín) desarboladas. El Anticristo no dio señales de vida pero en el bar debajo de mi casa -el Launchpad- tocaron miríadas de grupos hard-core hasta el amanecer. Media ciudad se despertó con camiseta negra y tatuada hasta los pies. Además, llevamos una semana de alegres tiroteos en los supermercados y peleas de bandas en Los Lunas. Por eso, para recuperar un poco el sentido de las cosas, regreso a Kierkegaard «como quien vuelve siempre al amor» (dice el tango) y releo la Diapasalmata donde el joven Soren -joven hace más de un siglo y ya criando malvas- dice que «si tuviese que desear algo, no desearía riqueza ni poder sino la pasión de lo posible, ese ojo, siempre joven y ardiente, que en todas partes, ve posibilidad. Porque el placer -dice- decepciona. Pero no la posibilidad. Y ¡qué otro vino es tan chispeante y perfumado, tan embriagador!» Y pienso, desde mi día soleado del 2006, en medio del desierto de Nuevo México, mirando por la ventana de mi Lincoln, mientras desfilan por la calle Gold lowriders de diversa envergadura, que esa es la verdadera riqueza: saber desearlo todo y verlo todo.