Camino a Copenhague es una iniciativa política del Club de Madrid, Globe Europe y Respect Table que estudiará en Bruselas las consecuencias del calentamiento global
05 nov 2008 . Actualizado a las 02:00 h.Tenemos aproximadamente 2.850 días (o 97 meses) para salvar el planeta. Es entonces cuando, según los profetas del Apocalipsis climático, rebasaremos el límite y llegaremos a un punto en que ya no es probable que permanezcamos por debajo del umbral de dos grados de aumento en la temperatura terrestre. Mañana, jueves, 6 de noviembre, se celebrará en Bruselas una reunión diferente sobre el cambio climático. Diferente porque los participantes se han dado cuenta de que existe otro reloj al cual deberíamos estar atentos además del de la pared de la oficina y que, en lugar de profetizar el fin del mundo, nos dice que todo lo que hagamos de ahora en adelante cuenta. El cambio climático es una historia de pesimismo y de esperanza a la vez: puede matarnos o salvarnos, literalmente.
Nos pone a prueba, nos amenaza y nos obliga a cambiar, y el cambio, lo desconocido, resulta abrumador. Pero no tiene por qué serlo: al contrario, existen razones para mostrarnos optimistas o incluso muy optimistas, porque, de hecho, contamos con los conocimientos técnicos, las herramientas, la tecnología y la economía necesarios para mitigar el deterioro medioambiental y garantizar la justicia climática. Y de esto se trata la reunión, de que el cambio es posible.
El protocolo de Kioto finaliza en el 2012, y la comunidad mundial debe pronunciarse sobre un nuevo acuerdo en la capital de Dinamarca en el 2009. De ahí que la conferencia y la iniciativa que dirigimos se denomine Camino a Copenhague, una propuesta conjunta organizada por el Club de Madrid, Globe Europe y Respect Table que reúne a personas de toda condición social que creen que el cambio y un mundo sostenible son posibles. El debate comenzó el pasado mes de diciembre con la cumbre de la ONU en Bali, y este año los negociadores se reunirán en Poznan (Polonia) del 1 al 10 de diciembre. Hemos decidido tomar parte en esta iniciativa única porque creemos que la política no basta para frenar el cambio climático. Como ciudadanos de todo el mundo, serán nuestras decisiones de cada día y las exigencias que transmitamos a empresas y políticos las que decidan la temperatura. El cambio climático nos afectará a todos, por lo que todos deberíamos tener el derecho a expresar nuestras preocupaciones, necesidades y expectativas.
Un debate democrático
Estas conversaciones no deberían estar reservadas a una pequeña élite de políticos, empresarios y expertos: necesitamos un debate democrático sobre el cambio climático y nuestro futuro. Y de esto precisamente se trata el Camino a Copenhague: de prestar una voz al máximo número de personas, empresas y grupos de la sociedad civil en las negociaciones del acuerdo pos-Kioto. La reunión de mañana discutirá los puntos del orden del día para la conferencia sobre cambio climático de la ONU en Poznan, analizando los objetivos a largo plazo y los avances logrados en adaptación y tecnología. Uno de los talleres en particular se referirá a los derechos humanos, el género y la justicia climática, una dimensión que a menudo se pasa por alto en el debate actual de la ONU, que tiende a centrarse más en el cambio climático en términos de tecnología y economía y no tanto en el contexto humano y social. Este aspecto se incluirá en el comunicado oficial que elaboraremos y remitiremos directamente a los negociadores de la ONU en Poznan.
Porque el contexto humano es muy importante. En 1820 el Reino Unido era el país más rico del mundo. Los ingresos medios por persona eran tres veces mayores que los de la región más pobre, el África subsahariana. Hoy en día, el país más rico del mundo es EE.?UU., con una renta per cápita aproximadamente 20 veces mayor que la de la región más pobre (de nuevo el África subsahariana). La mayor parte del incremento previsto en la población mundial para el 2050 provendrá de las regiones más pobres del mundo, las cuales carecen de un crecimiento económico convergente, son las más inestables a nivel político y serán las más afectadas por el cambio climático.
Brecha de sostenibilidad
El economista Jeffrey Sachs habla de la paradoja de una economía global unificada y una sociedad global dividida en la que la trampa de la pobreza se refuerza a sí misma en lugar de corregirse. Es una trayectoria alarmante que crea una «brecha de sostenibilidad» a la cual debemos hacer frente. El premio Nobel de la Paz Wangari Mathai lo explica de una manera muy sencilla: «No puede darse un desarrollo sostenible sin un desarrollo igualitario, y no puede darse un desarrollo igualitario sin la igualdad de género». Está claro que no podremos paliar los efectos del cambio climático a menos que hagamos frente a la pobreza y garanticemos la justicia climática.
Por último, conseguir la sostenibilidad y una economía de baja emisión de carbono no solo dependerá de la innovación tecnológica, sino que también requerirá innovaciones sociales y políticas de gran alcance. La tecnología no tiene la capacidad de eliminar la pobreza, respetar los derechos humanos, frenar el cambio climático y construir una sociedad sostenible, pero las personas sí. En eso consiste la iniciativa Camino a Copenhague, y esperemos que también el acuerdo que se alcance en esa ciudad: justicia climática para todos los pueblos.