Zapatero asegura en la conferencia mundial que «ni China ni Estados Unidos pueden eludir su responsabilidad»
18 dic 2009 . Actualizado a las 10:56 h.Dos años de trabajo, desde que la Cumbre de Bali marcara la hoja de ruta en el 2007, y casi dos semanas de intensa negociación por parte de los representantes de 192 países, se encaminan hacia el fracaso. En todo este tiempo, ni los líderes mundiales ni sus delegados han logrado consensuar un documento de mínimos para luchar contra el cambio climático y que debería aprobarse hoy en la cita de Copenhague.
«No se puede presentar un texto sacado de la nada», aseguró ayer el negociador jefe de China, Su Wei. En su escepticismo sobre la posibilidad de llegar a un acuerdo vinculante también coincidieron ayer la presidenta alemana, Angela Merkel, y el presidente de la cumbre, el primer ministro danés Lars Løkke Rasmussen. Las negociaciones siguen estancadas, con los mismos obstáculos que hace dos años y prácticamente los mismos protagonistas, pese a la llegada de Obama al poder.
China, el principal emisor de gases de efecto invernadero, no está dispuesto a aceptar una reducción de emisiones vinculante, y mucho menos que su datos sean auditados por la comunidad internacional. Lo mismo que le ocurre a la India, aunque estaría dispuesta a negociar si obtiene contrapartidas económicas. Y Estados Unidos, cuya propuesta de disminución de emisiones está muy por debajo de lo esperado, tampoco está dispuesto a mover ficha si el tratado no incluye la obligatoriedad de China de rebajar sus gases.
Ante el cariz de los acontecimientos, lo único que les quedó ayer a los líderes mundiales fue la apelación a la heroica y confiar a que Obama obre hoy un milagro inesperado. Fue el caso del primer ministro británico, Gordon Brown, quien en un mensaje de esperanza resaltó que «los retos son formidables, pero no insuperables».
«Aquí y ahora»
En la misma línea se mostró el presidente de España, José Luis Rodríguez Zapatero, que llegó ayer a la cumbre. «Debemos alcanzar un acuerdo en Copenhague. Aquí y ahora», dijo. Y sus palabras se dirigieron especialmente a los dos actores principales de la reunión. «Ni Estados Unidos ni China pueden fallar en esta cita histórica. Ni Estados Unidos ni China pueden eludir su responsabilidad», señaló.
A la espera de que las buenas palabras se conviertan en hechos, la Unión Europea pidió una reunión extraordinaria para la noche de ayer, que se prolongó hasta la madrugada, con el fin de lograr in extremis un «acuerdo ambicioso» que permita lavar la cara a los líderes mundiales. Las posibilidades son tres: un acuerdo jurídicamente vinculante, prácticamente descartado; un acuerdo político marco que contenga objetivos políticos firmes y que permita llegar el próximo año a un tratado obligatorio, o una simple declaración política de buenas intenciones sobre la buena voluntad de los países de combatir el cambio climático, pero sin objetivos ni dinero para los países en desarrollo. Si hoy nadie lo remedia, el fantasma de la última opción se cierne sobre Copenhague. Aunque también queda la opción de resucitar el Protocolo de Kioto después del 2012. Más de 120 líderes mundiales tienen hoy la palabra.