Tras años de noviazgo, al menos cuatro, el regente del principado anuncia su boda con la nadadora sudafricana Charlene Wittstock, sin fijar todavía la fecha
24 jun 2010 . Actualizado a las 02:00 h.Parecía imposible que algo de lo que pasa en el Principado de Mónaco sorprenda a Europa, pero esta vez lo han conseguido: con 52 años y tras cuatro de noviazgo -algunas fuentes hablan hasta de nueve-, Alberto de Mónaco ha decidido casarse. Sorpresas las justas, así que el nombre de la novia era el esperado: Charlene Wittstock, una nadadora sudafricana rubia, alta, de ojos azules, guapa y muy discreta, que, a sus 32 años, ya ha hecho de primera dama monegasca en numerosas ocasiones.
El portavoz del principado no quiso hablar de fechas ni de lugares, aunque todo apunta a la catedral de Mónaco y como mínimo a final de año.
La relación de la pareja comenzó posiblemente en el 2001, aunque no fue oficiosa hasta el 2006, un año después de la muerte de Rainiero. Cuando Alberto asumió el Gobierno del principado, inmediatamente surgió la pregunta de su estado civil: «Me he encontrado bien en esta soltería prolongada que me ha dado una cierta libertad, pero tranquilícese, me casaré», aseguraba frente a esto en noviembre del 2005. Y cumplió, ya que se le vio junto a la nadadora en los juegos olímpicos de Turín del 2006 y poco después la nadadora anunciaba que no acudiría a los juegos olímpicos de Pekín; eso hizo disparar las alarmas, tanto que en el 2008 -tras su espectacular presencia en el Baile de la Cruz Roja- se daba por sentado un anuncio inminente de boda, que nunca llegó a producirse. Meses después Charlene desapareció de los actos oficiales y nuevamente surgieron las especulaciones, esta vez con forma de ruptura.
Sin embargo, la discretísima nadadora reapareció en el principado en un papel de primera dama de facto y así parecía que se mantendría sine die hasta la boda de Victoria de Suecia. Allí acudió la pareja y juntos hicieron el paseo por la alfombra roja hasta la catedral, un gesto que protocolariamente está limitado a las parejas oficiales, es decir, de prometidos en adelante. Es probable que la casa real sueca supiese del inminente anuncio de la boda y fuese algo elástica con esta norma.
Hasta ahora, Charlene no ocupaba ningún puesto oficial en el principado, y de hecho si le pasase algo a Alberto la corona recaería en su hermana Carolina y en los hijos de esta. La situación era tal que en el 2002 se cambió la Constitución para que los hijos de Carolina, tenidos en un matrimonio civil y no religioso, pudiesen reinar.