Dedica la Medalla de Galicia a sus vendedores y a las madres de ciegos
21 jul 2013 . Actualizado a las 06:00 h.Diez en la ONCE. Todos esos años son los que lleva un gallego, Miguel Carballeda Piñeiro (Pontevedra, 1959), presidiendo la Organización Nacional de Ciegos Españoles, una entidad de cuyo sistema de prestaciones sociales la Xunta opina que «non ten parangón». De ahí que el día 25 vaya a entregar a su máximo responsable, en el 75 aniversario de la institución, la Medalla de Ouro de Galicia.
-Quién le iba a decir a usted, a sus 19 años, cuando se puso a vender cupones de 10 pesetas, que acabaría llegando tan alto...
-¡Totalmente! Sobre todo, en Galicia de niño, donde veía a mi madre, allí en Pontevedra, comprando cupones a los ciegos, pese a su precariedad económica. Luego nos tuvimos que ir a Mallorca, como tanta otra gente por necesidad, a buscar una vida mejor. Allí ingresé en la ONCE y luego me puse yo a vender cupones durante nueve años y medio. Y, al final, aquí estoy, sí. ¡Quién me lo iba a decir!
-Tuvo la Armada en la década pasada un jefe de Estado Mayor, también gallego, Paco Torrente, que era un caso único: nadie antes que él, empezando de marinero, había escalado hasta almirante general. Y solía repetir: «Jamás se me olvidará que empecé de marinero». Usted lleva ya 10 años dirigiendo un gigante. ¿Tiene presentes los inicios o, con el paso del tiempo, uno ya no recuerda esas cosas?
-No, nunca, jamás. Es algo que uno tiene presente todos los días. Además, eso viene muy bien en una organización como la nuestra, porque yo me considero de profesión vendedor de cupones. Empecé así y fue en esa etapa, a pie de calle con los clientes, donde más aprendí.
-La calle es una escuela...
-Sí. Y esta es una organización, ante todo, de personas, de hablar de tú a tú, contándonos las cosas. Y eso, sin haber pasado por la calle, sería imposible.
-El próximo jueves recogerá para la ONCE la mayor distinción que puede conceder la Xunta. Siendo de Pontevedra, doble motivo de orgullo, ¿no?
-Por supuesto. Supone una emoción poder representar en ese acto a toda nuestra gente.
-Se la dedica a...
-A nuestros vendedores. Pero también me acordaré mucho de mi madre y de tantas madres. Porque mi historia es muy similar a la de todos los afiliados a la ONCE, hijos de tantas madres que han luchado por nuestro resto visual, por qué sería de nosotros cuando faltaran y, al final, se fueron dando cuenta de que había una madre que nos agrupaba a todos y que nos protegería a todos en sus ausencias: una organización con nombre de número, la ONCE, un privilegio que tenemos en España.
-Un privilegio... y un fenómeno. El año pasado, en plena crisis, crearon ustedes 4.100 puestos de trabajo, hasta alcanzar los 136.000. ¿Cómo lo hacen?
-Pues con mucho esfuerzo, con imaginación, con ventajas fiscales y buscando compañeros de viaje. Hace años, en España nadie contrataba a una persona con discapacidad, pero a lo largo del tiempo hemos ido convenciendo a una serie de empresarios, algunos muy importantes, que en sus plantillas ya incorporan a gente con discapacidad a la que nosotros antes formamos y luego ayudamos a acoplarse a diferentes niveles y puestos. Y así es que, en los últimos años de crisis, el único empleo que ha crecido aquí es el de personas con discapacidad.
-Pero su recaudación baja el 8 %. También notan la recesión.
-¡Y mucho! Porque nuestra recaudación, fundamentalmente, es a través de la venta. Y nuestra clientela principal es de clase media-baja y de edad media-alta, es decir, aquellos que están sosteniendo ahora a las familias: padres y abuelos de hijos y nietos hipotecados, en apuros, que antes muchos compraban dos cupones y ahora solo pueden comprar uno. Pero siguen siendo solidarios y se acercan a nuestros vendedores a diario.
-¿Y qué pone en peligro ese descenso recaudatorio?
-Que nosotros podamos seguir siendo solidarios en la misma proporción que ahora, fundamentalmente, a través de nuestra fundación, que es, de las dedicadas a la discapacidad, la mejor dotada económicamente del mundo, al recibir el 3 % bruto de todo lo que recauda la ONCE en la calle, lo cual es más del 21 % del margen operativo del negocio. Y esa fundación los reparte a todas las discapacidades, en todas las comunidades, para eliminar barreras, generar empleo, lograr avances técnicos adaptados... En definitiva, para dar oportunidades de vida a decenas de miles de personas.
-¿Les hace el Estado competencia desleal en esa carrera?
-Nos hace una competencia muy fuerte a través de los juegos del LAE (Loterías y Apuestas del Estado). Nosotros somos una hormiga comparados con ellos. Hay gente que piensa que la ONCE somos un 40 % de la tarta del juego legal en España.
-Y eso no es así.
-Para nada. Solo somos un 7 % pelado del total. El LAE es muchísimo más grande. Y ahora, además, tenemos la irrupción a través de las nuevas tecnologías de todo este juego por Internet que nos está haciendo muchísimo daño. A nosotros y a la población. Porque nuestro juego es absolutamente responsable y ese solo genera...
-¿Ludopatía?
-¡Exacto! Sobre todo entre la juventud, es una lacra nueva que no nos aporta absolutamente nada. Un peligro tremendo.
-Ustedes también han pasado de aquel cupón único que había antes a ofrecer en el quiosco infinidad de juegos. Reinventarse o morir, ¿no?
-Sí. ¿Por qué vendemos tantos productos? Porque los demás han ido creciendo tanto y vendiendo tantas cosas, que nosotros hemos tenido que competir y defendernos. ¡Pero ya me gustaría a mí que fueran menos! Se lo aseguro. Sería más cómodo para nuestros vendedores, sobre todo cuando no tienen quiosco y han de ir en venta ambulante, de aldea en aldea, lloviendo, con tanto producto... Aunque ellos son capaces de adaptarse a todo; a todo, repito. Es una historia auténtica de superación.
-De superación también es la historia de la propia ONCE. En estos 75 años han remado océanos, pero algún mar les quedará por surcar todavía...
-Sí, esta es una asignatura siempre pendiente. Nos queda mucho que batallar, hacer que todos nos entiendan bien desde las diferentes Administraciones... A las personas con discapacidad les damos respuestas en forma de oportunidad para que se puedan considerar personas en igualdad de condiciones. Mientras quede una...
-En Galicia rozan ya los 3.700 afiliados. ¿No hay techo?
-No hay techo. Cada vez que una persona, por problemas visuales, requiere a la ONCE, esta le da y le dará siempre respuesta: le hace un reconocimiento oftalmológico y, en función de su grado de visión, si reúne las condiciones, pasa a ser afiliado y a tener toda una serie de derechos, incluida la posibilidad de trabajar con nosotros. Afortunadamente, además, ahora se acercan sin problemas. Hace décadas costaba mucho que se reconociera la propia discapacidad.
-Solo en esta comunidad, durante el 2012 realizaron una inversión social de 9 millones...
-Sí, y estamos pendientes de renovar un convenio que tuvimos hace años con la Xunta para empleo. Ojalá pudiera ser más.