El planeta Mercurio se contrae más rápido de lo que se creía

Europa Press

SOCIEDAD

efe

La NASA registra una reducción mayor del radio a causa del enfriamento del planeta

16 mar 2014 . Actualizado a las 21:46 h.

Nuevos datos de imágenes globales y topográficas procedentes del proyecto MErcury Surface, Space ENvironment, GEochemistry, and Ranging (MESSENGER) de la agencia norteamericana del espacio, la NASA, muestran que el planeta más recóndito del Sistema Solar, Mercurio, se ha contraído mucho más que lo que indican las estimaciones previas. Los resultados se basan en un estudio global de más de 5.900 formas geológicas, como acantilados y picos montañosos, que son el resultado de la contracción de Mercurio al enfriarse. Los hallazgos, publicados en la edición digital de este domingo de Nature Geoscience, son la clave para entender la historia térmica, tectónica y volcánica de este planeta y la estructura de su inusualmente grande núcleo metálico.

A diferencia de la Tierra, con sus numerosas placas tectónicas, Mercurio tiene una sola capa rocosa rígida superior. Antes de la misión MESSENGER, sólo se había fotografiado el 45 por ciento de la superficie de Mercurio gracias a una nave espacial. Las anteriores estimaciones centradas en esta incompleta cobertura sugerían que el planeta se redujo radialmente alrededor de entre media milla y dos millas (de 0,8 a 3 kilómetros), sustancialmente menos que lo indicado por los modelos de la historia térmica del planeta.

Estos modelos predicen una contracción radial de aproximadamente entre tres a seis millas (entre cinco y diez kilómetros) desde el intenso bombardeo tardío del Sistema Solar, que terminó hace unos 3,8 millones de años. Los nuevos resultados, que se basan en el primer estudio exhaustivo de la superficie del planeta, muestran que Mercurio disminuyó radialmente hasta 4,4 millas (siete kilómetros), mucho más que las antiguas estimaciones, pero según los modelos térmicos. El radio actual de Mercurio es de 1.516 millas (2.440 kilometros).

«Estos nuevos resultados resuelven una paradoja de décadas de antigüedad entre los modelos de la historia térmica y las estimaciones de contracción de Mercurio», señala el autor principal del estudio, Paul Byrne, geólogo planetario e investigador visitante en MESSENGER del Departamento de Magnetismo Terrestre del Instituto Carnegie, en Washington, Estados Unidos.

«Ahora, la historia de la producción y pérdida de calor y la contracción global es consistente. Curiosamente, nuestros resultados también son una reminiscencia de los modelos ahora obsoletos sobre cómo ocurrió la deformación geológica a gran escala en la Tierra cuando la comunidad científica pensaba que la Tierra tenía sólo una placa tectónica. Estos modelos fueron desarrollados para explicar la formación de montañas y la actividad tectónica en el siglo XIX, antes de la teoría de la tectónica de placas», argumenta el científico de la NASA.

5.934 crestas montañosas y acantilados

Byrne y sus colaboradores identificaron un número mucho mayor y variado de estructuras geológicas en el planeta que las que se habían reconocido en la investigación anterior. Los autores de este trabajo identificaron un total de 5.934 crestas montañosas y acantilados atribuidos a la contracción global, que tenían desde 5 hasta 560 millas (entre 9 y 900 kilómetros) de longitud, y usaron dos técnicas complementarias para sus cálculos.

«Me interesé por la evolución térmica del interior de Mercurio cuando la nave espacial Mariner 10 envió imágenes de grandes acantilados del planeta en 1974-75, pero los modelos de historia térmica predijeron una contracción global mucho mayor que la estimada por los geólogos entonces», relata Sean Solomon, investigador principal de la misión y exdirector del Departamento de Magnetismo Terrestre de Carnegie.

«Esta discrepancia entre la teoría y la observación, un gran enigma durante cuatro décadas, ha quedado finalmente resuelta. Es maravilloso afirmar que nuestra comprensión teórica está por fin igualada por la evidencia geológica», concluye el ahora director del Observatorio terrestre Lamont-Doherty de la Universidad de Columbia, en Nueva York, Estados Unidos.