Una de cada tres mujeres en el mundo ha sufrido violencia física o sexual por parte de su pareja
SOCIEDAD
Expertos abogan por la prevención y tachan de «insuficientes» las medidas actuales para erradicar la violencia de género en el mundo
21 nov 2014 . Actualizado a las 22:02 h.Una de cada tres mujeres en el mundo ha experimentado violencia física o sexual por parte de su pareja y un 7% de las mujeres han sufrido un asalto sexual por parte de un desconocido en algún momento de su vida, según estimaciones dadas a conocer con la publicación de una nueva serie de estudios publicada este viernes en la revista The Lancet.
El documento -titulado Prevención de la violencia contra las mujeres y las niñas: ¿Qué dice la evidencia?, y coordinado por especialistas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y del Instituto Mundial de Mujeres de la Universidad George Washington (GWI, por sus siglas en inglés), entre otros- examina diversos programas de todo el mundo encaminados a reducir y eliminar la violencia de género contra las mujeres y las niñas, al tiempo que evalúa su eficacia.
La serie se ha publicado una semana antes de los 16 días de activismo contra la violencia de género, que tendrá lugar del 25 noviembre al 10 diciembre, una campaña promovida a nivel internacional por varias ONG.
La investigación constata que las medidas actuales puestas en marcha a nivel mundial para erradicar la violencia que sufren las mujeres y las niñas de todo el planeta son «insuficientes» por lo que los expertos abogan por luchar contra la desigualdad y desarrollar otras acciones preventivas con el fin de evitar futuros abusos en este segmento de la población.
Así, alertan de que, a pesar de la existencia de una mayor atención mundial contra la violencia que sufren mujeres y niñas, aún se producen elevados niveles de violencia, originados por sus parejas, o fruto de una violación, además de acciones relativas a la mutilación genital femenina (que han sufrido en todo el mundo entre 100 y 140 millones de niñas, y más de tres millones de niñas están en riesgo de sufrir esta práctica), la trata o los matrimonios forzados (con cerca de 70 millones de niñas de todo el mundo casadas antes de cumplir los 18 años contra su voluntad), o consecuencia de conflictos y otras crisis humanitarias.
«Para cambiar realmente la vida de las mujeres y niñas, hay que trabajar hacia la igualdad de género y en la prevención de la violencia antes de que comience», según ha detallado el co-director de la serie, el profesor Charlotte Watts, director fundador de la Violencia de Género y el Centro de Salud en la Escuela de Londres de Higiene y Medicina Tropical de Londres (Reino Unido).
«No hay una varita mágica para eliminar la violencia contra las mujeres y las niñas pero la evidencia nos dice que es posible un cambio en las actitudes y comportamientos, y se puede lograr en menos de una generación», prosigue, y destaca que algunos de los programas más efectivos cuentan con la participación de todas las partes interesadas, por lo que otro de los coautores del artículo, Diana J. Arango, científico en el GWI, aboga por «involucrar a las mujeres, niñas, hombres y niños de todas las edades y de diversos orígenes».
La investigación añade que las acciones que se lleven a cabo giren en torno a la prevención de todas las formas de abuso para que la violencia «no se produzca desde un primer instante» por lo que aboga por trabajar tanto con los autores de la violencia (hombres y niños), como con las mujeres y las niñas «para lograr un cambio duradero mediante la transformación de normas sociales profundamente arraigadas» en la sociedad.
Papel «crucial» de la salud
La violencia repercute sobre la salud física y mental de mujeres y niñas, según los autores de la serie que, aunque reconocen que muchos países «han hecho progresos sustanciales», piden a los Gobiernos que comprometan «recursos financieros suficientes para garantizar que sus compromisos verbales se traduzcan en un cambio real».
Además, indican que la violencia a menudo se ve como un problema social y penal, y no como un problema de salud pública, en el que los Sistemas de Salud tienen «un papel crucial» tanto en el tratamiento de las consecuencias de la violencia como en su prevención.
«A menudo, los proveedores de salud son el primer punto de contacto para las mujeres y niñas que sufren violencia», ha explicado la co-directora de la Serie, la doctora Claudia García-Moreno, de la Organización Mundial de la Salud (OMS), quien coordina la investigación y la política sobre la violencia contra las mujeres.
«La identificación temprana de las mujeres y niñas víctimas de la violencia y una respuesta solidaria y eficaz puede mejorar la vida y el bienestar de las mujeres, y les ayudará a acceder a los servicios vitales. Los proveedores de salud pueden enviar un mensaje de gran alcance, que la violencia no es sólo un problema social, sino una práctica peligrosa, insalubre y nociva; de ahí la importancia de los esfuerzos en prevención», relata, en alusión a otras destacadas iniciativas de salud pública sobre el VIH/SIDA, la salud de los adolescentes, la salud materna o la salud mental.
Por su parte, la directora del Instituto Mundial de Mujeres de la Universidad George Washington (GWI, por sus siglas en inglés), co-autor de uno de los cinco trabajos publicados en la edición especial de la revista 'The Lancet', María Ellsberg, detalla que la investigación «muestra que los programas de múltiples frentes que involucran a comunidades enteras son los más eficaces en la prevención de la violencia contra las mujeres y las niñas, pero aún queda mucho más trabajo por hacer», por lo que pide «invertir más tiempo y dinero en la causa para cambiar realmente las actitudes y acciones de todo el mundo».
Acciones clave
El estudio insta a responsables políticos, profesionales de la salud y los donantes de todo el mundo a acelerar los esfuerzos realizados para abordar la violencia contra las mujeres y las niñas mediante la adopción de cinco acciones clave. Así, en primer lugar, piden a los gobiernos asignar los recursos necesarios para hacer frente a la violencia contra las mujeres «como una prioridad», reconocida como «una barrera para la salud y el desarrollo».
En segundo lugar, abogan por cambiar estructuras discriminatorias que perpetúan la desigualdad entre mujeres y hombres y la violencia, mientras que como tercera medida apuestan por invertir en la promoción de la igualdad, los comportamientos no violentos y contribuir a no estigmatizar a las víctimas.
En cuarto lugar, hacen un llamamiento a reforzar el papel de la salud, la seguridad, la educación y la justicia, entre otros sectores, mediante la creación y aplicación de políticas para la prevención a través de estos sectores, y la integración de la prevención y la respuesta de la violencia en los esfuerzos de capacitación.
Por último, se pide apoyar las investigaciones que se lleven a cabo para saber qué intervenciones son eficaces. «Hay algunos resultados prometedores para mostrar lo que funciona para prevenir la violencia por lo que el próximo desafío es ampliar esta evidencia en las respuestas de prevención y apoyo. Es urgente convertir estas pruebas en una verdadera acción para que las mujeres y las niñas puedan vivir una vida libre de violencia», añade el coordinador de la serie, la doctora Cathy Zimmerman, de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical, de Reino Unido.
En un comentario que acompaña a la serie, el expresidente estadounidense Jimmy Carter, fundador del Centro Carter, afirma que tiene «la esperanza de que los líderes políticos y religiosos darán un paso adelante y utilizarán su influencia para comunicar con claridad que la violencia contra las mujeres y las niñas deben parar».