La artrosis, más que una enfermedad

Raúl Romar García
r. romar REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

ÓSCAR PARÍS

Un gallego impulsa en la comunidad médica internacional el cambio de definición de la patología para mejorar su diagnóstico y tratamiento

03 abr 2019 . Actualizado a las 21:38 h.

Infarto de miocardio, cardiopatía isquémica, insuficiencia cardíaca, miocardiopatía, arritmias... Todas son enfermedades con nombre, cada una con características propias y tratamiento específico, porque aunque todas acaben afectando al mismo órgano no existe la enfermedad del corazón en genérico. Y lo mismo ocurre con la artrosis, uno de las patologías reumáticas más incapacitantes. Todas acaban desgastando las articulaciones, el órgano común, pero el proceso afecta de distinta forma a cada uno de sus distintos tejidos. Cada afección debería considerarse como una enfermedad propia. Esta realidad, sin embargo, no se ha tenido en cuenta hasta el momento en la práctica médica, lo que impide un abordaje más completo.

La situación está a punto de cambiar con la nueva definición de la artrosis que acaba de proponer la Sociedad Internacional para la Investigación de la Artrosis (Oarsi) en un artículo publicado en OsteoArthritis and Cartilage, del que es coautor el gallego Francisco Blanco, responsable del Grupo de Investigación de Enfermedades Reumatológicas del Chuac y director del Instituto de Investigación Biomédica de A Coruña (Inibic), además de secretario general de la institución mundial.

«El nombre se mantiene, pero cambia la definición. Ya no es una enfermedad degenerativa causada por el deterioro del cartílago, sino una patología que engloba un conjunto de enfermedades diferentes», explica Blanco. El cambio no es anecdótico, sino que tanto este aspecto como otros que se recogen en el artículo suponen un nuevo abordaje para el manejo, tratamiento y diagnóstico de la artrosis que debería tenerse en cuenta en la práctica clínica. «Lo que se busca -apunta el reumatólogo- es actualizar el conocimiento de la enfermedad para que toda la población médica trabaje siempre igual y de forma coordinada en beneficio del paciente. Es un antes y un después y esperamos que abra nuevas posibilidades para mejorar el diagnóstico y el tratamiento».

Diagnóstico molecular

Los especialistas tendrán que tener en cuenta ahora que el daño en el órgano (la articulación) puede aparecer porque existe un problema en cualquiera de sus tejidos (cartílago, ligamento, músculo, hueso...) que al final acaba originando un daño orgánico que se deriva en la pérdida de movilidad y calidad de vida.

También resulta importante el hecho de que la artrosis quedará clasificada a partir de ahora en tres niveles con su correspondiente definición: molecular, anatómico y clínico. El primero supone un enfoque a tener en cuenta porque incide en la importancia del diagnóstico precoz a partir de marcadores moleculares que alertan del inicio de la enfermedad muchos años antes de que se produzca. El desgaste de las articulaciones puede ocurrir incluso veinte años antes de que se manifieste el daño físico y deja su huella en la liberación de una serie de proteínas (hasta el momento se han identificado cinco) que advierten del riesgo futuro. De momento ya se han definido cinco proteínas que se pueden detectar con un simple análisis de sangre. Esta prueba está disponible en algunos hospitales, como el de A Coruña, aunque no en los centros médicos. «La idea es que en el futuro forme parte de la rutina clínica», señala el director del Inibic. Tampoco sería necesaria extenderla a todo el mundo, sino a poblaciones de riesgo como obesos, deportistas o personas con antecedentes traumáticos. El enfoque molecular también se espera que tenga incidencia en el tratamiento, en la búsqueda de fármacos que no solo frenen del dolor, sino que frenen el daño.

En la definición anatómica de la artrosis la novedad más importante es que se incorpora y aconseja el uso de la resonancia magnética (la radiografía ya está incluida) para detectar el daño estructural y metabólico producido en las fases precoces. Por último, en la clasificación clínica también se tiene en cuenta el sufrimiento del paciente. Entra en juego la subjetividad.