Vecinos y científicos se unen para salvar una ruta en el interior lucense

nacho blanco REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

Son 20 kilómetros de un camino real que comunicaba O Incio y O Courel

28 ago 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

La belleza interior de Galicia tiene muchas postales, pero una olvidada. Es la ruta primitiva entre Santa María do Mao, en O Incio, y Seoane do Courel. Una vía de media montaña que fue empleada antaño por los monjes de Samos y por los lugareños como línea de comunicación natural y fuente de salida para sus productos en las ferias. De hecho, algún vecino todavía recuerda cuando viajaba por este camino para vender jamones.

El valor de este trazado es múltiple. A su vertiente etnográfica, con molinos, casas antiguas de piedra, cercas de laxes, hay que añadirle el paisajístico y botánico. Son tres sierras, las de Oribio, Lóuzara y O Courel las que van sucediéndose, con el monte de A Escrita omnipresente y soutos eternos con cantos de poesía. Porque la ruta también guarda la pluma de cantores de la talla de Marica Campo, natural de O Incio, de Fiz Vergara de Vilariño y de Uxío Novoneyra. Cantores de la zona que elevaron la naturaleza a mito y verso. Ahora, el catedrático de Botánica de la USC y director de la Estación Científica do Courel, Javier Guitián, junto a su hermano, el profesor de Xeografía e Historia, Luis Guitián y el fotógrafo José Luis Martínez Villar, quieren que esta joya medioambiental gallega recupere juventud. Y qué mejor para ello que proceder a la limpieza y conservación de una ruta que tiene 20 kilómetros de gran belleza.

Castaños centenarios, bidueiros, praderíos, aciñeiras de sabor mediterráneo, herba de Santiago y mucha historia entre aldeas abandonadas y otras en las que la población languidece a la espera de que este camino traiga riqueza y ruido de gentes.

Los vecinos muestran su satisfacción y espíritu de colaboración. Y desean que su entorno, en el que todavía subsisten cuatro cantinas rurales de gran singularidad, viva tiempos mejores. El grupo liderado por Javier Guitián ya procedió a la limpieza de parte de la vía hace dos años. Pero es una tarea titánica. La despoblación tampoco ayuda. Los responsables de la recuperación quieren que concellos y otras instituciones se impliquen en la salvaguarda de este valor paisajístico. De hecho, comenta Javier Guitián, los propietarios de las casas rurales situadas en el itinerario de la vía y los vecinos «están esperanzados» con que se le dé la debida publicidad.

Pero la ruta también tiene historia. Desde su punto de partida, en O Incio, la iglesia de Santa María do Mao guarda leyendas y un cementerio interior porticado, del que solo existen tres ejemplos en Galicia. Aquí estuvo san Eufrasio, discípulo del apóstol Santiago, cuyas reliquias fueron retiradas de Úbeda cuando la invasión musulmana. Pero hay también decenas de construcciones en piedra y madera. Pueblos como Foilebar, Vilarxoán, Trascastro, Ponte, Paredes, Santo Isidro, Bustofrío, Paderne, Miraz o Seoane merecen por sí mismas una visita. Los impulsores de la recuperación quieren que el camino sea inscrito en el patrimonio cultural de Galicia, y también sopesan inscribirlo en el listado de Caminos Naturales del Ministerio de Medio Ambiente. Los vecinos esperan. Mientras, toca una vez más limpiar para que la belleza perdure.

Transición del valle a la montaña

La ruta arranca en Santa María do Mao, cerca de la iglesia en la que estuvo enterrado san Eufrasio, discípulo de Santiago, el Apóstol, y que mantiene un original cementerio. En el trazado hay aproximadamente ocho aldeas de valor etnográfico, con un camino cuyo ancho puede alcanzar los 5 metros. El valle del Mao deja entrever las cumbres del Oribio, las veigas y montes de Lóuzara, que se empina para entrar en O Courel, más montañoso. Un universo de calizas, suelos ácidos y un tapiz de bosque mediterráneo y atlántico, transición única en Galicia que aquí se revela en todo su esplendor. El camino esconde 30 especies arbóreas, ríos como el Lor y O Pequeno y castaños de circunferencia inabarcable.