El avión «MH370» se buscó en zonas donde resultaba imposible localizarlo
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SOCIEDAD
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Matemáticos perfeccionan el método de rastreo con la ayuda de la computación gallega
04 ene 2016 . Actualizado a las 05:00 h.La desaparición del vuelo MH370 de Malaysia Airlines el 8 de marzo del 2014 continúa siendo un auténtico misterio. Dieciséis meses después de la tragedia, en la que murieron 239 personas, el 29 de julio de este año, solo se encontró un fragmento del ala en la isla Reunión. Del resto del avión y su secreto, ni rastro, pese a una intensa búsqueda que se prolongó durante meses. Pero, ¿y si no se hubiera buscado en el sitio adecuado? El rastreo no era fácil porque aún se desconoce el lugar de impacto y cómo colapsó la aeronave, pero una investigación liderada por el Instituto de Matemática Industrial (ICMAT), una institución que depende del CSIC y de las universidades Complutense, Autónoma y Carlos III de Madrid, con la ayuda de los ordenadores del Centro de Supercomputación de Galicia (Cesga) desvela ahora que se peinaron amplias áreas del océano donde era imposible encontrar ningún resto y que, por contra, no se exploraron otras en las que sí existía más posibilidades de éxito.
El equipo, que publicó su trabajo en la revista científica Nonlinear Processes in Geophysics, desarrolló una nueva metodología de búsqueda basada en novedosas herramientas matemáticas para identificar las estructuras geométricas de los fluidos que rigen el transporte del océano, lo que permite entender cómo se podrían haber movido los restos del avión durante los tres primeros meses tras su caída. Este modelo, en el que se combinan los datos oceánicos disponibles con las nuevas técnicas matemáticas, podrá aplicarse de forma efectiva y en tiempo real en otras catástrofes relacionadas con la evolución de la simulación de fluidos, como misiones de rescate, búsqueda de náufragos o seguimiento de vertidos marinos. Los cálculos fueron realizados a partir de los datos suministrados por los equipos del Cesga.
Comprobación
En el caso del avión MH370, los datos oceánicos fueron comprobados con la trayectoria de boyas situadas en la zona propiedad de la agencia estadounidense NOAA. «Pudimos contrastar los modelos oceánicos con algo verificable y apreciar así cómo hubiera sido la mejor estrategia de búsqueda», explica Ana María Mancho, una de las integrantes del equipo que inició el estudio justo un mes después de la desaparición del avión.
Una de sus primeras conclusiones es sorprendente. En un amplia área de búsqueda de unos 320 kilómetros kilómetros de diámetro no existía posibilidad de encontrar nada a causa de las barreras dinámicas oceánicas, que impide que cualquier objeto entre o salga de ellas. «Vimos -explica Mancho- que hay grandes áreas de la zona de búsqueda ocupadas por estructuras oceánicas de mesoescala. Son vórtices, una especie de barreras en las que lo que está dentro no sale fuera y lo que está fuera no entra». Por contra, Víctor José García Garrido, otro de los investigadores, apunta que «nuestra descripción sitúa zonas calmas en las que es más probable que se hubieran localizado los restos». Pero en estos lugares no se realizó ningún rastreo.
En los modelos actuales, los oceanógrafos consideran normalmente trayectorias individuales de los objetos para predecir su movimiento y estudiar los procesos de transporte. Pero en este caso los matemáticos españoles optaron por otro enfoque. «Nuestra aproximación -apunta García Garrido- desvela las estructuras geométricas que hay por debajo de las corrientes, es una descripción más global. De esta forma aparecen zonas donde hay remolinos, corrientes de chorro, barreras...».
La nueva herramienta permite predicciones en períodos cortos de tiempo, de hasta un par de meses, ya que para para largos intervalos la incertidumbre es mayor por la propia variabilidad de las condiciones oceánicas.