Dion y Angélil, una historia de amor escrita por una voz prodigiosa y el cáncer

n. b. REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

STEVE MARCUS | Reuters

La cantante aparcó su exultante carrera musical para volcarse durante los últimos meses de vida con su pareja

16 ene 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Ella es Celine Dion, la voz canadiense más internacional. Su marido y también mánager, René Angélil, de 73 años, falleció anteayer tras una dura batalla contra el cáncer. La cantante aparcó su exultante carrera musical para volcarse durante los últimos meses de vida con su pareja. Nunca se escondieron. La artista jamás negó que su esposo padeciera cáncer, y fue contundente al afirmar que lucharía con todas sus fuerzas junto a él contra la enfermedad. «Le hemos preguntado al doctor muchas veces, cuando tiempo tenemos, ¿tres semanas, tres meses? René quiere saberlo, pero nos dicen que no lo saben» declaró Dion hace meses a un periódico norteamericano. «Me asusta perderle, porque es malo. Pero tengo que demostrarme a mí misma, a mi marido y mis hijos que soy fuerte y que estamos bien», confesaba. Ya en 1999 le fue diagnosticado un cáncer de garganta, mal que logró superar. Aunque 14 años después, Angélil recayó.

Tras esta tierna historia de amor y lucha hay otra más romántica, si cabe, la del inicio de su relación. Celine Dion, que cobró fama mundial por su interpretación musical de la oscarizada Titanic, era todavía una niña cuando ambos se encontraron en Montreal. Angélil, 26 años mayor que la diva, pasó de un trabajo a otro sin pena ni gloria, incluso como cantante en el grupo canadiense Les Baronets. La primera vez que se vieron ella contaba solo con 12 años. Angélil llegó a decir de ella: «Escuché su voz, nunca había oído nada igual. Para mí es la voz más hermosa del mundo». Su relación se hizo pública al cumplir la cantante los 19 años. Y en 1994 se casaron, fijando posteriormente su residencia en suelo estadounidense, concretamente en Las Vegas, ciudad en la que falleció. Hoy cumpliría 74 años.

El cáncer llegó incluso a limitar las posibilidades de descendencia de la pareja, que tienen tres hijos. El mayor, de 14 años, fue un «milagro» para ellos, gracias a la fecundación in vitro. Luego llegaron los gemelos, de 5 años.