«El humor es un superpoder»

SOCIEDAD

ÁLVARO BALLESTEROS

El humorista coruñés bromea lo justo y muestra una sorprendente tendencia hacia el pensamiento profundo

15 may 2016 . Actualizado a las 16:36 h.

Intimida un poco hablar con un tipo capaz de alcanzar reflexiones del calado de «¿Qué pasa si te tomas un veneno caducado? ¿te mata más o te mata menos?». Da la impresión de que se va a reír de ti en cualquier momento. Pero resulta que Luis Piedrahíta (A Coruña, 1977), es un señor que bromea lo justo y muestra una sorprendente tendencia hacia el pensamiento profundo. Hablamos en el patio de butacas del auditorio de Abanca en Santiago, junto a una fan, horas antes de una actuación.

-En el cole sería usted el gracioso de la clase.

-No, no. Era más bien tímido, pero era un gran catador de humor. Digamos que había gente que era mucho más graciosa que yo y que ahora son carniceros o abogados. Se han perdido grandísimos humoristas por culpa de la seriedad.

-Y sin embargo en algún momento se dio cuenta de que podía ganarse la vida con el humor.

-Aún no me he dado cuenta. Hoy en día, ninguna carrera tienen garantizada la perdurabilidad y eso, en la carrera artística, es aún más acuciante. Todo depende del público. Un día decide que ya no eres interesante y estás muerto. Pero bueno, a mí me ofrecieron escribir cosas humorísticas a los 22 y aquí sigo.

-¿Disfruta más haciendo reír o viendo la cara de pasmo de la gente cuando hace un truco?

-Las dos cosas son fantásticas, pero el humor es más fácil para el ejecutante porque no hay nada más difícil que hacer magia. La imposibilidad de cometer un fallo me genera mucho estrés técnico que me impide disfrutar.

-Yo me lo imagino atormentado por esas reflexiones surrealistas que luego usa en sus monólogos, como la del cacahuete [«Un cacahuete flotando en una piscina, ¿sigue siendo un fruto seco?»]. ¿Le vienen como una inspiración o son producto del trabajo?

-Son producto del trabajo. Escribo muchas pero luego hay que tener el olfato de apreciar la que es buena. La del cacahuete la escribí hace 14 años y aún funciona. Hay gente que es tonta y prefiere estar callada para no darlo a conocer, pero yo creo que si eres tonto, es mejor dejarlo claro lo antes posible.

-¿Qué le hace reír a usted?

-Me río mucho de lo que pretende ser serio y no lo es; esas falsas solemnidades que se dan tanto en los políticos. Y también me río mucho de lo inesperado. De hecho, Schopenhauer decía que el humor es poner algo donde no va. No siempre es así, pero me parece una buena definición.

-O sea, que si ve a alguien caerse, se ríe

-Normalmente me puede la empatía y no me río. Si se cae un ministro, sí; aunque si se rompe la espalda, ya no. Pero nunca he visto a nadie resbalar, por ejemplo, con una cáscara de plátano ni a un borracho haciendo «hip».

-¿Se puede hacer humor con cualquier tema?

-Sí. Se puede hacer humor de todo. La única barrera es el talento del humorista.

-¿Qué hace cuando no trabaja?

-Practico magia, hago humor, veo cine... Trabajo pero sin fecha de entrega.

-Manejando el humor y los trucos de magia, será usted imbatible a la hora de ligar.

-Sí, pero nada de lo que pilles con esas redes vale la pena. Lo que consigues con la seducción a corto plazo se va cuando aparece alguien que hace un truco mejor. Pero es verdad que en el corto plazo funcionan. El humor es un superpoder.

-¿A qué sitio le gustaría volver para ser feliz?

-Yo creo que volvería a algún momento más que a un sitio. La vida es un viaje que empieza en la cuna y acaba en la tumba y todos queremos hacer lo que no se puede, el viaje de regreso. Volver a la infancia, a la primera novia para decirle lo importante que fue aquel beso, a las vacaciones con tus padres... Pero si hay que elegir un lugar me quedo con este templo de Borobudur, en la isla de Java. [Y saca el móvil para enseñarnos unas bonitas fotos del lugar.]

-Si pudiera elegir ¿Con quién le gustaría cenar?

-¿Qué limitaciones tengo?

-Ninguna. Le concedo lo que quiera.

-Pues me gustaría cenar con Einstein, para que me explicara bien lo suyo. Se lo iría a contar luego a Newton y le pediría que me explicara lo suyo. Y todo eso se lo iría a contar a Galileo.

-Acabaría diciendo, ¡qué tío más listo ese de las gafas!

-Sí. Ja, ja.

-¿Qué es lo más importante en la vida?

-Uf. No lo sé. En cuanto lo sepa me dedicaré a ello. Supongo que estar contento con lo que uno hace y que eso sirva para mejorar el mundo.