La ciencia detrás de Todos los Santos

Xavier Fonseca Blanco
xavier fonseca REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

DESIREE MARTIN | AFP

Los celtas, conscientes de que la energía del sol parecía menguar, decidieron dar un protagonismo especial a este día en su calendario

01 nov 2017 . Actualizado a las 16:52 h.

Si los grandes pensadores y científicos de la antigüedad pudiesen ver hasta dónde ha evolucionado la tecnología seguro que muchos ni lo habrían imaginado. También comprobarían que por el camino hacia la sociedad tecnológica actual hemos perdido algo muy importante, la conexión con el Cosmos. Aunque si estuviesen un año conviviendo con nosotros reconocerían las fechas más populares de nuestro calendario. «Las celebraciones más famosas tienen un origen astronómico. La Navidad es la celebración del solsticio de invierno y San Juan del verano. Además, la Semana Santa se celebra siempre después de la primera luna llena del equinoccio de primavera», recuerda el astrónomo Borja Tosar.

El día de Todos los Santos también es una fecha que tiene su origen en un momento destacado del calendario astronómico. Este miércoles la Tierra atraviesa el último de los cruces de cuartos, puntos intermedios entre equinoccios y solsticios. «El uno de noviembre está a medio camino entre el otoño y el invierno y es fundamental porque realmente se aprecia que hay más horas de noche y menos de día», añade. El avance o el retroceso de la luz hoy no es algo de vital importancia gracias a la electricidad pero antaño sí que lo era. Así que las antiguas civilizaciones se organizaban en torno a esos puntos de inflexión», añade.

Los celtas, conscientes de que la energía del sol parecía menguar, decidieron dar un protagonismo especial a este día en su calendario. «Samaín significa en la lengua celta el final del verano. Consideraban que cada uno de noviembre la oscuridad se adueñaba de sus vidas. Así que a partir de esta fecha contaban los años. El uno de noviembre marcaba el inicio de un año nuevo celta», comenta el astrónomo.

Durante esa noche de transición entre el año viejo y nuevo que señalaba además el final de la cosecha, los celtas creían que los muertos descendían al reino de los vivos. Entre otros rituales, encendían hogueras para espantarlos, dejaban comida en las puertas de las casas e incluso se disfrazaban para pasar desapercibidos. Una costumbre que ha heredado una famosa fiesta americana que ocurre en la víspera del día de difuntos. «Halloween significa la adoración de todos los santos. Es un evento que guarda la esencia de la tradición celta», termina Tosar.

El tirón que tenía esa celebración pagana celta fue aprovechada por el cristianismo. En el siglo VIII se decidió que el uno de noviembre se mantuviese la costumbre de recordar a los seres queridos ausentes.