Carlos González: «Sentí que estábamos haciendo historia»

Raúl Romar García
r. romar REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

C. A.

Ingeniero en la estación de la NASA en Fresnedillas el año que el hombre llegó a la Luna, fue el primero en recibir el mensaje de Neil Armstromg

20 jul 2019 . Actualizado a las 12:35 h.

«No sabes qué alegría me da que me llames de La Voz de Galicia. Toda mi ascendencia es asturiana y he ido a Galicia más de 80 veces. La siento como una parte de mi casa». En plena celebración de un hito histórico para la humanidad, las primeras palabras de Carlos González (Madrid, 1946) son un guiño para Galicia. Él fue uno de los primeros, desde la estación de la NASA en Fresnedillas (Madrid), que recibió medio segundo antes que en Houston, las primeras palabras de Neil Armstrong cuando pisó la Luna: «Aquí base de la tranquilidad, el águila ha aterrizado». González rememora aún, cincuenta años después, cada detalle como el primer día. Después de trabajar durante 43 años para la NASA en la estación de Fresnedilla y en la de Robledo de Chavela, cuenta ahora sus experiencias en el libro El gran salto al abismo, de Next Door Publicaciones.

-¿Llegar a la Luna fue la mayor gesta de la humanidad?

-Pues probablemente sí. En muchas ocasiones me han preguntado si el descubrimiento de América fue algo parecido, y aunque es muy difícil hacer comparaciones de distintas épocas, creo que, dado el nivel tecnológico que teníamos en 1969, la gesta de la Luna es la más grande de la humanidad.

-Ya que lo recuerda, la tecnología de hace 50 años no tiene nada que ver con la de ahora. ¿No fue una misión de mucho riesgo?

-Claro que sí. Para que te hagas una idea, las probabilidades de éxito de cualquiera de las misiones Apolo eran del 50 %. Esto no significa, obviamente, que los astronautas estuvieran en peligro el 50 % de las veces, pero la probabilidad de fracaso era altísima. Los marinos de Cristóbal Colón tenían sextante, conocían las estrellas y sabían, más o menos, donde estaban, pero es que el ordenador con el que fuimos a la Luna tenía 180.000 veces menos memoria que un móvil actual de última generación.

-¿Y cómo vivió usted ese momento, en primera línea?

-Es complicado explicarlo. Tienes la grandísima responsabilidad de que estás trabajando con un equipo que es por donde pasan absolutamente todas las comunicaciones entre la nave y Houston y viceversa, porque yo estaba en receptores y transmisores. Mi responsabilidad era tremenda porque de mi dependía de alguna manera que esa comunicación de voz no se perdiera nunca. Estaba la emoción de saber que estaba participando en un hito histórico, pero eso pasaba a un segundo plano, porque lo más importante en aquel momento era que el receptor funcionara. Recuerdo que la adrenalina empezó a fluir cuando nos pusimos a trabajar ya desde la mañana, y estuvo fluyendo adrenalina todo el día. Hasta cuando desde Estados Unidos nos dicen: ‘Madrid, lo habéis hecho muy bien, muchas gracias, nos vemos mañana’. En ese momento me empezaron a temblar las piernas y me dije: ‘Dios mío en lo que he participado’.

-Tuvo, entonces, una participación destacada en la misión.

-Obviamente soy un granito de arena en esta increíble organización, porque hicieron falta 400.000 personas para llevar el hombre a la Luna. En todo el mundo. Pero estuve allí y sentí que había participado en un hecho histórico.

-¿Ustedes fueron los primeros en recibir la comunicación desde la Luna?

-Sí. Cuando la nave se posó en la Luna, Armstrong, que había tenido varios problemas en la bajada, pero que lo sabía solventado, pues posa la nave y dice: ‘Houston, aquí base de la tranquilidad. El águila ha aterrizado”. Y fíjate qué curioso que eso lo recibimos nosotros en Fresnedillas y lo estábamos oyendo en directo medio segundo antes que Houston, porque entre Houston y nosotros había un retardo de la señal equivalente a medio segundo. Así que nosotros oímos el mensaje de que estaban en la Luna medio segundo antes que el resto de la humanidad. Y ese fue un momento muy bonito. Pero tampoco podías levantarte, ponerte a aplaudir y dar saltos de alegría porque había que cuidar que el receptor siguiera funcionando bien.

-Pese a la tecnología de la época, la mayoría de las misiones tripuladas enviadas la Luna tuvieron éxito.

-En el fondo, sí, el porcentaje de éxito fue altísimo. Pero si descartas lo que ocurrió en el Apolo 1, que iba a volar a Marte, pero que ni siquiera despegó porque cuando hacían una simulación en la plataforma de lanzamiento hubo un incendio a bordo de la cápsula y murieron tres astronautas. O sea, que para que doce hombres pisaran la vida tuvieron que dar la vida tres, y eso es un porcentaje muy alto de fallo, del 25 %.

-¿Y por qué no volvimos?

-Porque en el fondo la Luna no tiene interés de ningún tipo. Lo que mueve el mundo es el dinero y para invertir del orden de 200.000 millones de dólares tienen que tener una razón muy poderosa para hacerlo. Y ya se había conseguido el objetivo, que era adelantar a los soviéticos.

-¿Pero volveremos?

-Por supuesto que volveremos, porque los chinos ya han dicho que van a ir y ellos no se paran ante nada. Y si los chinos van también irán los rusos, y Japón, y los indios, y los israelitas... Europa, que es la segunda potencia espacial en el mundo, también acabará yendo. Y claro, los americanos, también.

-¿Cree que verá la llegada del hombre a Marte?

-No, seguro que no. Se habla mucho de ello, pero para recuperar el interés del contribuyente, que es el que paga. Pero la misión a Marte está muy lejos, porque uno de los problemas más grandes al que se enfrentan los astronautas, que no está solucionado, es el de la radiación cósmica.

Valeriano Claros: «No estábamos seguros de que fuera un éxito»

Valeriano Claros-Guerra también fue uno de los primeros en escuchar las señales de los astronautas del Apolo en la Luna, antes de convertirse en un promotor clave de la red de estaciones terrestres de la ESA. «Creo que, como dijo el actor Tom Hanks, estaba en el lugar correcto en el momento oportuno», dice.

En su caso lo hizo desde la estación de las islas Canarias. «Tuvimos la gran suerte de hacer el seguimiento del alunizaje junto con las estaciones de Fresnedillas y Robledo. Es uno de los recuerdos más vivos que tengo», explica. «De las tres estaciones de la NASA en España -añade- la de Gran Canaria tenía una particularidad. Además de poder recibir señales de voz, datos y telemetría en banda S también recibíamos la voz por banda VHF». Y, pese a los temores, la señal se recibió con éxito. «El control de Houston dijo: “Enhorabuena, tenemos aquí a algunas personas que se estaban poniendo azules y ahora ya pueden respirar”. Nos pasó lo mismo, porque no estábamos seguros de que al final todo estuviera siendo un éxito».