La polémica sobre el pin parental ha abierto la disyuntiva sobre quiénes son los responsables de los contenidos educativos
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La polémica sobre el pin parental ha abierto la disyuntiva sobre quiénes son los responsables de los contenidos educativos. Tanto padres y madres como directores de centros reconocen que las materias están reguladas por ley y que cualquier propuesta de modificación debe hacerse a través de los consejos escolares y otros órganos. Pero instan a evitar adoctrinamientos y a despolitizar la formación.
Información, transparencia y formación integral
Estos últimos días se ha hablado, y mucho, del derecho de las familias a decidir lo que los niños estudian en el colegio. Los padres no tenemos derecho a elegir los conocimientos que reciben nuestros hijos. No podemos, ni debemos, decidir si en las escuelas se les explica, por ejemplo, la teoría de la evolución humana, el teorema de Pitágoras o el descubrimiento de América.
A lo que sí tienen derecho las familias es a que sus hijos sean educados conforme a sus convicciones morales y religiosas, así lo reconocen la Constitución española y los tratados internacionales. El ejercicio de la facultad de elegir centro docente constituye la mejor garantía de este derecho fundamental. Además, la Ley Orgánica de Educación (LOE) reconoce el papel que corresponde a los padres, madres y tutores legales como primeros responsables de la educación de sus hijos.
Pero cuando hablamos de actividades complementarias (charlas, talleres, conferencias) el debate surge de nuevo. Aunque las familias confiamos plenamente en la responsabilidad y profesionalidad de los maestros y de los equipos directivos en la elección de las actividades complementarias siempre desde la máxima neutralidad ideológica, si alguna de ellas fuera objeto de polémica las familias debemos utilizar los procedimientos administrativos y participativos que existen en nuestro sistema educativo para hacer valer nuestros derechos constitucionales. La información y la transparencia en el desarrollo de este tipo de actividades juegan un papel importante que evitarían en muchos casos situaciones no deseadas.
No debemos olvidar que los padres tenemos la responsabilidad de velar por nuestros hijos, educarlos y procurarles una formación integral. Y eso incluye procurar que reciban una educación de calidad. Necesitamos una educación que garantice la libertad y la equidad; exenta de cualquier tipo de adoctrinamiento y que tenga como fin la formación integral del alumno en el respeto a los principios democráticos que incluyen el respeto a sus propias convicciones morales y religiosas.
Es necesario despolitizar este debate y dejar a un lado enfrentamientos ideológicos que nos impiden avanzar y ocultan las verdaderas necesidades y carencias de nuestro sistema educativo. Confiemos en que, desde el diálogo sosegado y la neutralidad ideológica, y teniendo siempre presentes a nuestros hijos, los alumnos, avancemos y lleguemos a acuerdos que nos permitan lograr un sistema educativo del que todos sus miembros nos sintamos orgullosos.
Educando á cidadanía do século XXI
Aparticipación dos pais na xestión dos centros educativos empezou no ano 1984 coa creación do Consello Escolar como órgano colexiado con responsabilidade nas tomas de decisións. Esta participación mantívose ata a actualidade, sobrevivindo ás diversas leis educativas. A presenza dos proxenitores aumentou moito nos últimos anos nos institutos, amparada pola Lei de Convivencia e Participación da Comunidade Educativa, que considera que a colaboración das familias é clave para acadar unha boa convivencia. E así é: todos os que nos dedicamos ao ensino somos coñecedores de que o éxito ou o fracaso do noso traballo vén acompañado na meirande parte dos casos do apoio que recibimos dende a casa.
Dito isto, é importante delimitar cal é o papel que deben ter e ata que punto a incursión en temas simplemente académicos e curriculares non é positiva. Os pais non deben decidir que contidos se imparten nos centros, estes veñen marcados por lei; non deben decidir que actividades complementarias son ou non procedentes nunha determinada materia, isto deben facelo os especialistas, que están totalmente capacitados para decidir se un contido é adecuado ou non ao alumnado que ten na súa aula.
En consecuencia, iso que chaman «pin parental» (outro eufemismo máis nesta sociedade tan politicamente correcta), e que en realidade é un mecanismo de control das actividades dos centros educativos, non ten cabida. As actividades complementarias e os contidos transversais forman parte dos currículos das materias e educar en valores é unha das nosas funcións.
Xa centrándonos no tema que parece máis polémico, a Lei Orgánica de Educación (LOE) establece como principio «o desenvolvemento na escola dos valores que fomenten a igualdade efectiva entre homes e mulleres, así como a prevención da violencia de xénero».
Na nosa comunidade autónoma, o Plan de Actuación para a Igualdade nos Centros Educativos de Galicia contempla unha serie de principios como a educación para a aceptación da diversidade sexual, dicindo textualmente: «A consellería competente en materia de educación incorporará a realidade homosexual, bisexual, transexual, transxénero e intersexual nos contidos transversais de formación de todo o alumnado de Galicia», se «fomentará a realización de actividades dirixidas á comunidade escolar para a prevención de actitudes e comportamentos discriminatorios pola orientación sexual ou identidade de xénero».
Dito isto, parece que está claro que o que estamos a facer nos centros educativos é cumprir co noso labor como educadores de xoves que deben vivir nunha sociedade diversa e aprender a respectar os dereitos humanos.
Señores proxenitores, axúdennos neste traballo tan difícil e non nos poñan pedras no camiño. Eduquemos entre todos na igualdade de oportunidades, no respecto e na tolerancia para que os noso fillos sexan cidadáns libres de prexuizos nunha sociedade democrática.
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