Nadie debate mejor que ellos en Galicia

Javier Becerra
Javier Becerra REDACCIÓN

SOCIEDAD

Jaime Álvarez, Lucía Martínez, Carmen Arias (directora de la Fundación Barrié), Miguel Blanco, Cristina Nieto y Paula Viéitez en la sede de la fundación en A Coruña.
Jaime Álvarez, Lucía Martínez, Carmen Arias (directora de la Fundación Barrié), Miguel Blanco, Cristina Nieto y Paula Viéitez en la sede de la fundación en A Coruña. EDUARDO PEREZ

Tienen entre 15 y 17 años, les apasiona defender una postura con argumentos y, al poco, hacerlo con la contraria. Han vencido en el campeonato de la Fundación Barrié

04 feb 2021 . Actualizado a las 10:40 h.

Fue Ana Díaz, profesora de lengua del colegio Compañía de María de A Coruña, quien les metió el gusanillo. «Nos apuntamos sin pensarlo y hemos creado un equipo precioso», dice Cristina Nieto (15 años, estudiante de 4º de la ESO). Junto a sus compañeros Paula Viéitez (16, 1º de Bachillerato), Jaime Álvarez (16, 4º de la ESO) y Lucía Martínez (15, 4º de la ESO) han vencido en la segunda edición del Torneo de Debate Académico de Galicia, organizado por la Fundación Barrié. Ganaron en la final al Santa María del Mar, en donde se encontraba Miguel Blanco (17, 2º de Bachillerato), reconocido como el mejor orador del torneo.

«Hace falta mucha práctica. Hay que controlar los cambios de voz, tener sentido de la puesta en escena y estar muy tranquilo», explica Blanco. Durante meses estudió y se documentó en la pregunta del torneo: democracia versus tecnocracia, ¿que sistema es mejor para la Unión Europea? «Las decisiones de los políticos están sujetas a la subjetividad, a los sondeos y no toman las mejores decisiones para el pueblo, sino las que más les convienen para ser reelegidos», argumenta Lucía Martínez a favor de la tecnocracia. ¿Y al revés? «En la democracia si el político hace algo con lo que el ciudadano no está contenido puede penalizarlo quitándole el voto», dice Jaime Álvarez inmediatamente. «Los tecnócratas no se votan, se nos imponen», añade Paula Viéitez.

Se nota, por la emoción con la que hablan, que son más partidarios de la democracia. «Pues en el debate que ganamos defendimos la tecnocracia», confirma Lucía Martínez. «Esa es la magia del debate, poder ponerte en los dos lados», se ríe Ana Díez, su profesora. Hay que estar preparado para el zigzag argumentativo. «Antes del debate se sortea si te toca ponerte a favor o en contra, tienes que llevar todo muy preparado, prever las respuestas que vas a tener que dar y observar mucho a los otros equipos», señala Blanco, cuyo grupo se tuvo que posicionar a favor de la democracia.

Potenciar el pensamiento crítico

La idea de los debates escolares hace que la mente vuele inmediatamente a los colegios y universidades inglesas y americanas, donde se fomentan desde hace décadas. La Fundación Barrié diseñó el año pasado este proyecto pensando en ello. «Nuestros jóvenes son el futuro de Galicia, creemos necesario potenciar, desde edades muy tempranas, la capacidad de comunicación, el trabajo en equipo y, sobre todo, el pensamiento crítico», subraya la directora de la entidad Carmen Arias. Ya son 600 estudiantes de toda Galicia los que han pasado por esta competición.

Uno de los momentos del torneo
Uno de los momentos del torneo Ángel Manso

Las consecuencias de ello ya se han hecho notar. Aparte de fomentar el trabajo en equipo y afianzar lazos («somos una piña», recalca Paula Viéitez), la técnica argumentativa se refleja en otras facetas. «Después de tanto tiempo sabes estructurar mucho mejor los discursos», dice Miguel Blanco. «Yo lo noto incluso en los exámenes, que expongo las ideas mucho mejor que antes», apunta Jaime Álvarez. Pero todos ellos coinciden en algo fundamental: ese desdoblamiento ayuda a entender la opinión contraria a la propia. Incluso a cambiarla.

«Este año no ocurrió, pero en años anteriores nos pasó que estábamos totalmente de acuerdo con una postura y, al terminar el debate, estabas de acuerdo con la otra», recuerda Paula Viéitez. También han saboreado la amargura de tener que enfrentarse con sus propios compañeros. El colegio Compañía de María tiene un segundo equipo formando por Marta Duckworth, Sara Ardavín, Adama Fediore, Alicia Martínez y Javier Sanjurjo. El azar se encargó de que se tuvieran que enfrentar con el primero. «Fue muy triste para nosotros. No lo haces con las mismas ganas. Ellos sabían lo que les íbamos a decir y ellos lo que le íbamos a decir nosotros», dice Marta Duckworth. «Habíamos practicado mucho y fue muy mala suerte coincidir en la primera fase», añade Lucía Martínez.

Sea como sea, esta experiencia vivida con tanta intensidad («había días que nos quedábamos después de clase hasta las nueve», dice Lucía) no está exenta de efectos secundarios. El aplomo con el que habla cualquiera de estos jóvenes no resulta común para sus edades. Seguramente, se refleje en su futuro.

A Miguel Blanco le atrae la política aunque considera que en ese terreno «hay mucha mediocridad y corrupción». Cristina Nieto apunta en la misma línea, pero a un nivel internacional: «Tengo pensado hacer algo de Derecho con vistas a hacer algo en la ONU». Jaime Álvarez se debate en la elección «entre Derecho o Periodismo». Paula Viéitez quiere «hacer algo de hablar en público», aunque se plantea estudiar Fisioterapia. Y Lucía Martínez, que el año que viene estudiará en América, apunta a la «rama sanitaria».