«Te dan ganas de saltar del barco, pero hay que sacar esto adelante»

m. portela REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

Una limpiadora desinfecta los ascensores de un centro de salud vigués
Una limpiadora desinfecta los ascensores de un centro de salud vigués M.MORALEJO

El personal de limpieza también brega para que el sistema sanitario venza al coronavirus

30 mar 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Sol, nombre ficticio, ronda los 60 años. El suyo no es un trabajo vocacional, como el que suelen reconocer médicas o enfermeros, pero cada día sale de su casa para meterse en el corazón de la lucha contra el coronavirus. Porque Sol es limpiadora en uno de los hospitales gallegos donde se atiende a pacientes aquejados de COVID-19. «No voy con miedo, voy con respeto, me protejo. Sé que otra gente sí está trabajando con miedo y que preferiría estar en sus casas. Pero trabajamos en un hospital, no en un hotel ni en un balneario, y sabemos que estas cosas pueden ocurrir», reconoce.

La misma afirmación hace Antía, que también prefiere no dar su nombre y que también trabaja en un servicio de limpieza hospitalaria. Ella tiene muy claro que la suya es una labor fundamental: «Si para la limpieza, se paraliza todo». En estos días, más que nunca. De su rápida actuación depende que las instalaciones puedan volver a ser usadas tras revisar en urgencias a un posible positivo, o que un alta se transforme en una habitación de nuevo disponible. Pero además, su trabajo garantiza la seguridad de personal y pacientes, por eso las tareas se han multiplicado. «Hay muchísimo más trabajo. Se desinfectan continuamente puertas, manillas, interruptores, pasamanos, botones de los ascensores...», explican.

«Si para la limpieza, se paraliza todo»

Especialmente complicado es trabajar en las plantas reservadas a pacientes con coronavirus, donde operan bajo un estricto protocolo «que el servicio de limpieza sigue a rajatabla», aseguran, por complicado que sea realizar una actividad tan física con calzas, dobles guantes, mascarilla y gafas. Y aunque ahora ha mejorado la distribución del material, Antía sí se queja de que en alguna ocasión se les «puso mala cara». «A veces se nos decía que eso era para los sanitarios. Como si las limpiadoras no entráramos también en las habitaciones de los pacientes. Ya no es solo por nosotras, a ellos hay que protegerlos». «Está claro que para algunos somos los últimos en el escalafón. Espero que después de esto se valore más nuestro trabajo», aventura Sol.

Ante el incremento de carga, en los equipos de limpieza de algunos centros se han reducido al mínimo las libranzas y las plantillas se han reforzado con trabajadores eventuales. «Alguno ha preferido no aceptar por miedo a la infección. Yo tampoco quiero enfermar, tengo familia y niños en casa, pero sabemos dónde trabajamos», insiste Antía. «En esto hay que estar a las duras y a las maduras», remeda también Sol.

En este momento tocan duras. «El ambiente es complicado, incómodo. La gente está muy estresada, alguna hasta un poco histérica. Muchas veces te dan ganas de saltar del barco pero no, sabes dónde estás y hay que sacar esto adelante», dice Antía.

Ellas, seguirán al pie del cañón con su trabajo a veces invisible pero fundamental, como el de todo el personal no sanitario (como administrativos o celadores) que logra que los hospitales sigan plantando cara al virus.