En Cangas, zona cero: «No quiero que mi madre muera sola. Me ofrezco a entrar»

SOCIEDAD

Familiares de personas mayores internas en la residencia de Aldán denuncian la falta de información que padecen y anticipan acciones judiciales
01 abr 2020 . Actualizado a las 12:27 h.Son desgarradores sus testimonios. Cuentan los días por las horas que llevan sin saber directamente de sus familiares, sin ver una foto, sin una llamada. A alguno le han insinuado que se prepare para lo peor, pero la mayoría asegura no saber nada, no conocer cuál es el estado real de sus progenitores. «Es inaudito que no tengamos información», «es brutal», coinciden los testimonios recogidos de entre los familiares de la zona cero del coronavirus en Galicia, las residencias DomusVi de Aldán (Cangas) y Barreiro (Vigo): 9 muertos y 183 usuarios y 26 trabajadores contagiados.
Lupe, hija de Elvira (71)
«Que me pongan un colchón y entro». Ella y su hermana se turnaban para ver a su madre todos los días. Pero llegaron las restricciones para preservar a los mayores, que consideran que se hicieron tarde y de manera laxa. «Llamamos seguido y no conseguimos saber nada. Los trabajadores allí son de diez, pero están desbordados». Una empleada el centro le dijo «hay mucha tos y alguno con fiebre», y desde ese momento se desató el pánico. «No nos dan información, bastaba con un parte diario, pero nada. Me ofrecí a limpiar, a llevar cosas, a lo que sea, me ponen un colchón para dormir y ya está. Yo no quiero que mi madre muera sola. Me ofrezco a entrar», clama verbalizando su desesperación: de qué manera puede estar segura del estado de su madre después de que tras días de repetirle que todo estaba bien ahora haya cinco muertos y 108 contagiados. Entre estos, su madre, a la que hace poco cambiaron de residencia para tenerla más cerca. Y ahora ni sabe cómo se encuentra. Paga 2.200 euros al mes.
Manuel, hijo de Luz (93)
Falleció ayer. Su madre se rompió una pierna hace dos meses y Manuel pensó que lo mejor para ella era recuperarse en un centro con atención continuada. Y así fue, volvió a andar. «No me lo perdonaré», dice tras conocer que fue contagiada, pero aún sin saber que unos minutos más tarde le comunicarían su fallecimiento. Duda de la eficacia de la gestión. «Es extraño que el personal cambiase cada poco. La directora toma nota, pero no hace nada, es un desastre». Hacía 21 días que no veía a su madre por precaución y después por las restricciones del centro. «Nos pidieron que ni llamásemos, que estaban desbordados. Y así lo hicimos, por respeto a su trabajo», hasta que el viernes le llamaron del centro porque ella estaba muy nerviosa. «No hemos tenido información», dice, mientras augura que se verán en los tribunales.
José, hijo de Regina (80)
«Nos han ocultado información». Su madre fue de las primeras contagiadas. Se sentaba en la mesa de la residente cero, a la que identifica como la madre de un familiar que el sábado anterior vino a verla desde Madrid. «Justo del foco de España y sin problema ninguno. No tenían para hacer test a todos. A mi madre se lo hicieron y dio positivo. Se me vino el mundo abajo», dice sin poder contener la emoción. «Nos enteramos de que estaba aislada porque nos hicieron con ella una videollamada. Nos han estado ocultando información». Lleva mal no poder hablar con su madre, él, que cada vez que tenía lo mínimo «iba para allí». Se ha quejado a la Xunta oficialmente con anterioridad de falta de higiene. «Culpo a la dirección, el personal está desbordado. Las inspecciones resuelven que todo está bien, pero no es así. Ahora nadie da la cara y mi hijo no le puede dar los dibujos que le está haciendo. Es desesperante».
Maribel, cuñada de Carmen (90)
«Todo perfecto, decían». «Esto es una impotencia absoluta. No nos decían nada, que mi cuñada se cayó pero que estaba bien, que todo estaba como siempre. Y de repente 108 contagiados, ella incluida», señala. Está convencida de que algo se hizo mal para que haya una extensión del coronavirus tan brutal allí y no en otras residencias. «La negligencia es evidente y haremos algo».
«Nos protegíamos con bolsas de basura» y, «al final, la pública viene a arreglar esto», critican los trabajadores
La Xunta tomó el control de las residencias de DomusVi en Vigo y Cangas. De entrada sus puertas exteriores se han cerrado, mientras se organiza la salida de los residentes no contagiados.
«Ahora la pública tiene que venir al rescate de la privada, a salvar el tipo de esta empresa», resume una de las trabajadoras enviadas por el Sergas a controlar la situación sanitaria de los residentes. En toda Galicia son 346 los mayores contagiados, 111 trabajadores de residencias, además de otros 63 usuarios y plantilla de centros asistenciales especiales.
Trabajadores de DomusVi Cangas resumen en una frase cómo se preparó el personal para no contribuir a extender el coronavirus. «Nos protegíamos con bolsas de basura», atestigua una empleada del centro que opta por no revelar su identidad para evitarse posibles problemas laborales. «La clave actualmente es la falta de información que padecen los familiares y, antes, que se pudo prevenir mejor en un centro de riesgo y sabiendo lo que ya estaba pasando en el resto de España. Incluso desde el primer positivo aquí se pudieron hacer las cosas mejor, pero los aislamientos que se llevaron a cabo con los primeros positivos o posibles contagiados fue por iniciativa de un enfermero», añade incidiendo en la misma idea que apuntan familiares de que no han observado un plan en la prevención «más allá del aislamiento en sus habitaciones y sin que hasta nosotros lo supiéramos», anota uno de ellos.
«No entiendo cómo se ha llegado a este número de afectados, pero lo que está claro es que en otras residencias de Vigo se ha evitado y en esta no». Añade que este martes, de un turno habitual de 16 solo fueron a trabajar 11 empleados de atención a los mayores, por las bajas acumuladas en la plantilla por el COVID-19 y que tres trabajadoras renunciaron.
