El sector que vive de los espectáculos culturales en Vigo augura su debacle económica
SOCIEDAD
Promotores, músicos y dueños de salas de conciertos y teatro viven con especial zozobra el confinamiento
11 abr 2020 . Actualizado a las 20:51 h.«Somos conscientes de la situación sanitaria existente, pero no se nos puede tratar como si fuéramos lo último de lo último, sin medidas, dejándonos a nuestra suerte», dice Pedro Fresneda, miembro de la compañía del Teatro Ensalle, que también mantiene abierta la sala homónima en Vigo desde hace 17 años. Es uno de los cientos de vigueses que, a raíz de la crisis provocada por el COVID-19, ha frenado de golpe y paralizado sus actividades profesionales y artísticas. Mientras dure el estado de alarma, e incluso después. Porque todo apunta a que durante algún tiempo se limitarán las congregaciones numerosas de personas. El sector cultural siente que no es tratado como otros, a pesar de que en estos momentos la sociedad está demandando cultura desde su confinamiento hogareño, y lo hace en gran medida de forma gratuita.
«Somos empresarios que gestionamos importantes cantidades de dinero con una gran repercusión en el PIB del país, pero en esta crisis se nos está tratando como a chicos a los que solo se nos quiere tranquilizar, pero a los que no se les aportan medidas concretas», añade Pedro Fresneda, que teme verse abocado al cierre debido a los costes que le provoca tener cerrada la sala. «El sector cultural nunca se recuperó de la crisis del 2008. Muchos de nosotros tuvimos que pedir créditos para subsistir y, si la situación de parálisis se prolonga, no podremos renovarlos. Nadie quiere cerrar su empresa y quedar con un crédito colgado», añade, para recordar que los gastos mensuales de su sala ascienden a los cinco mil euros. «Si no hay medidas, más allá de mayo no sé que puede pasar», concluye.
El pasado jueves, Pedro Fresneda mantuvo una reunión telemática con el conselleiro de Cultura en la que, según él, sí se mostraron buenas intenciones dirigidas a garantizar el mantenimiento empresarial, pero sin medidas concretas. Desde la consellería se indica que su titular, Román Rodríguez, marcó como prioridad dotar de liquidez a las compañías, «para o que se axilizarán todo o posible os pagamentos das subvencións á creación escénica 2019-2020 e se están a preparar novas medidas de apoio que serán concretadas ao remate o estado de alerta».
Julio Gómez, de Sinsaludio, no sabe si podrá realizar este verano una nueva edición del Festival Sinsal San Simón porque nadie conoce cuál será el escenario de los próximos meses. Considera prioritario garantizar la reocupación de los espacios públicos, siempre teniendo en cuenta la cuestión sanitaria. En ese escenario, Julio Gómez opina que la cultura continuará su marcha habitual. «Si más adelante no hay garantías, como ocurre con el resto de los sectores, necesitaremos apoyos de las administraciones con ayudas directas o a través de la reformulación de sus políticas», explica el promotor vigués. Esta última idea, opina, ya debería haber sido aplicada tras la crisis del 2008, pero no se hizo, y pone como ejemplo de mala praxis al Concello de Vigo. «Creo que hay que trabajar con el territorio, porque ¿de qué vale gastarse miles de euros en grandes conciertos si se desatiende el sector más próximo, conformado por miles de personas que trabajan en diversos ámbitos de la cultura y que dependen del día a día? Creo que no quedará más remedio que avanzar por ese camino porque quien, a corto y mediano plazo, pretenda organizar un evento pensando en que van a venir miles de personas de fuera está muy equivocado», señala Julio Gómez.
Otra perspectiva distinta del sector cultural la ofrece el músico Eladio Santos. Su visión tiene un condicionante: el desarrollo de los festivales veraniegos. «Si salvamos la mitad del verano, todavía salvaremos la vida; de lo contrario, no habrá solución. Aun en el mejor escenario va a ser un año muy duro», explica el líder de Eladio y Los Seres Queridos, grupo que ha tenido la mala fortuna de publicar un disco en plena crisis del coronavirus. Estos días tenían varios conciertos para presentar en directo Academia, título del trabajo.
«La Sociedad General de Autores de España ofrece algún adelanto, pero esa solución es miseria para más adelante», apunta el músico, que como muchísimos compositores talentosos de este país se ven en la obligación de tener otras fuentes de ingresos que ahora también se ven cortadas. Eladio Santos trabaja los fines de semana en una sala de conciertos viguesa, que ahora, debido al obligatorio cierre, se ha visto obligada a solicitar un ERTE. «El bar pagaba el día a día, mientras que con el dinero del grupo pago las cosas de casa», señala el músico, que tiene dos hijas.
Enrique Rodríguez, Quique, regenta La Fábrica de Chocolate, una de las salas de conciertos más importantes de la ciudad. El decreto del estado de alarma les obligó a solicitar un ERTE para sus empleados, pero también a reubicar una programación musical cerrada hasta el mes de noviembre. «Me temo que seremos de los últimos sectores que permitan regresar a la normalidad», aventura. Mientras tanto, los gastos no se detienen en su empresa. «Además, supongo que no nos dejarán abrir, en un principio, a aforo completo, y de esa manera iremos muy justitos, siendo muy difícil que podamos ofrecer conciertos», apunta. El responsable de la sala está convencido de que una vez concluya esta crisis serán muchos los locales que cerrarán sus puertas. «Hay gente que lo está pasando muy mal», concluye.