Una profesora de Vigo rechaza censurar las «fake news» del COVID-19 y compara la doble aspa con los rombos

e. v. pita VIGO / LA VOZ

SOCIEDAD

Xoán Carlos Gil.

Tamara Álvarez alerta de que la opinión sobre la gestión de la emergencia sanitaria está protegida por el derecho de expresión pero sí aprueba marcar con la doble flecha los mensajes virales «tóxicos»

12 abr 2020 . Actualizado a las 10:38 h.

«El zumo de remolacha cura el COVID-19 porque potencia el sistema inmunitario». Bulos como este son compartidos en las redes sociales y, desde hace una semana, las autoridades están limitando este tipo de fake news. Sin embargo, una profesora de Derecho Constitucional de la facultad de Ciencias Xurídicas de la Universidad de Vigo desaprueba censurar los bulos porque pueden restringir el derechon a la libre expresión de opiniones. Tamara Álvarez Robles, autora de una tesis sobre el derecho al acceso a Internet, ha criticado la forma en que las autoridades están restringiendo las fake news durante el estado de alarma por emergencia sanitaria porque puede dar lugar a una censura previa o a una autocensura de la población digitalizada. En cambio, valora satisfactoriamente la solución de insertar las dos flechas o aspas en los mensajes virales como forma de marcar los contenidos tóxicos o posibles bulos pero sin eliminarlos de la Red. Lo equipara a la clasificación de dos rombos de las películas para mayores de 18 años en las que se advierte al espectador de su contenido.

 «Las dos aspas avisan de ‘ojo no te lo creas, puede que no sea verdad’, para alertar a la población de ese posible bulo pero sin que se llegue a la censura porque no incide en los derechos fundamentales. Son como los rombos de las películas y es mejor que eliminar los contenidos, porque eso da lugar al pluralismo», afirma. La institución más importante es el pluralismo político y forma del conjunto del sistema democrático. «Las tecnologías de la información pueden beneficiar al conjunto de la población o beneficiar a particulares», dice.

También equipara la doble aspa con los fact cheking, los grupos que verifican la realidad y advierten en las webs y plataformas de que algo no es verídico y ahora se ha trasladado a algo más visual a las dos flechas o aspas. Recuerda que la aplicación de mensajería instantánea Telegram muestra desde la propia plataforma un canal público para acceder a las informaciones veraces sobre el COVID-19 y tienen detrás acuerdos con el ejecutivo nacional.

La autora señala que hay una cantidad de desinformación y fake news que está poniendo a la población española en posiciones de polaridad o de enfrentamiento. «Te plantean si estás con el Gobierno o contra el Gobierno, si te crees esto, si es un virus chino o una invención estadounidense. Esto se están intentando gestionar desde las empresas y desde los Estados», dice. Pone como ejemplo que algo ha cambiado en la última semana porque se ha restringido la forma de compartir contenidos. «Antes compartías un vídeo que criticaba al Gobierno o a un político a cinco o diez sujetos a la vez, ahora hay que hacerlo de uno en uno. Estamos intentando retraer en el tiempo y se quieren quitar contenidos que no son verídicos o que se consideran desinformaciones que van en contra del derecho a la información verídica», afirma.

  

La profesora se plantea: «¿Hasta que punto eliminar críticas a políticos no responde a un interés partidista, hasta que punto criticar la gestión de Sánchez o manipular la opinión de VOX o Pablo Iglesias responde al derecho a la información? Es una cuestión sobre la que se deben pronunciar los máximos tribunales, como el Constitucional», dice. Alerta de que «todo lo que se hace previo es una censura. Hay algo peor que te quiten un contenido y es el sentirse vigilados porque hace que asumamos las autorrestricciones. Si intuyo que las grandes compañías observan lo que produzco o lo que comparto en las redes siento una autocensura, que es la más estricta por sentirte vigilado», afirma la docente.

A raíz del confinamiento, el ciudadano también tiene la sensación de que «se nos puede geolocalizar», pero la autora recuerda que en los seguimientos de población mediante aplicaciones de móvil «no se pueden individualizar los datos sino medir los comportamientos e implantar las medidas de movimiento». Sin embargo, según la profesora, el ciudadano cree que el Gobierno vigila cuántas veces baja a comprar el pan, «y es una realidad, la parte negativa».

Parte del problema, como Álvarez Robles, ha observado en la población joven o en sus alumnos es que «no sabe buscar información o se creen determinar cuestiones que con una lógica simple deduciría que esto no es verdad». Teme que el confinamiento va a crear una sociedad polarizada en la que cabe todo «si eres de mi gusto». Pide mayor transparencia con el ejecutivo nacional sobre cuáles son las preguntas a realizar por los informadores «y las incomodas no las elijo». Y recuerda que el ambiente de infointoxicación política en las redes sociales llevó a Sánchez a decirle a VOX que sus bots (robots de distribución automatizada en las redes sociales) estaban «trabajando» al máximo.