Médicos Sin Fronteras narra la lucha contra el covid-19 en las residencias de mayores: «Golpeaban las puertas y suplicaban salir»

La organización advierte de la necesidad de tomar medidas urgentes para controlar los contagios. Se estima que, de las 27.359 personas fallecidas entre el 6 de abril y el 20 de junio, el 69 % eran personas de estos centros
U.R.
Poco, tarde y mal. Así titula Médicos Sin Fronteras su informe acerca de la situación que se produjo en los centros de mayores de España durante la primera ola pandémica. El estudio, en el que han participado medio millar de residencias a las que la oenegé apoyó con sus recursos humanos y materiales, concluye que los geriátricos no tenían, ni tienen, capacidad para controlar la epidemia ni para ofrecer a los residentes unas condiciones adecuadas para su cuidado y aislamiento.
Entre los motivos que explican la elevada mortalidad, el Ministerio de Sanidad cifra en 19.000 los mayores que murieron por covid durante los primeros meses de la pandemia en estos centros, Médico Sin Fronteras hace hincapié en la indolencia y descoordinación de las administraciones públicas. «Priorizaron la respuesta asistencial en hospitales, lo que dejó atrás a las personas mayores en las residencias, a pesar de ser el colectivo más vulnerable y con mayor mortalidad», explican en las conclusiones de la investigación.
No obstante, esta falta de apoyo no puede referirse únicamente a los recientes meses de la pandemia, sino también a problemas estructurales y del modelo de residencias español. Otros de los motivos que explican la dureza con la que el virus afectó a los geriátricos fue la escasa previsión, la falta de protocolos para derivar a los residentes a centros hospitalizados y el bajo número de personal. Un cúmulo de circunstancias e inacciones que generaron que estos centros tuvieran que realizar «atención médica», sin estar dotados de «recursos, infraestructura, formación o responsabilidad» para ello.
«Llamabas al hospital de referencia y te decían: ‘Lo siento, hoy solo podemos admitir a una persona de residencias, elijan ustedes'. Aun así, la ambulancia no venía a recogerla y fallecían a las pocas horas o días»
Con esta crudeza narra su vivencia Luisa, una trabajadora social de una residencia que los equipos de Médicos Sin Fronteras tuvieron que visitar hasta cuatro veces dada la elevada mortalidad en su centro. Alejandro, un enfermero de uno de los geriátricos que participaron en el estudio, certifica las grandes dificultades para que los residentes pudieran ser hospitalizados. «Se intentó derivar a dos residentes para los que ya no teníamos medios, pero desde el hospital nos confirmaron no los admitirían. Los dos pacientes se murieron aquí en el plazo de dos días y, francamente, no tenía por qué haber sido así. Los dos eran recuperables».
«Los edificios y la distribución de espacios en las residencias de mayores no favorecen las medidas de aislamiento y prevención del contagio»
El testimonio de una de las responsables médicas de los equipos de Médicos sin Fronteras en la respuesta de apoyo en Cataluña constata los problemas estructurales enunciados por el estudio a la hora de implementar las medidas de aislamiento, cuarentena y distancia. A los problemas estructurales se unen la falta de trabajadores y el trabajo desenfrenado de los que había. «Respiraban un poco cuando les decías que la desinfección profunda de paredes, de suelos, de armarios, de camas, la íbamos a hacer nosotros, porque no veían cómo podían dedicarse a esto con tanto personal de baja y tantas cosas por hacer en momentos tan críticos», explica Andrés, jefe de Bomberos que dirigió labores de desinfección y apoyo en colaboración con MSF, en relación a los trabajadores de los geriátricos.
carencia de atención psicosocial
La situación de confinamiento limitó a cada residente en un espacio restringido y aislado del resto, sin la guía y el apoyo de rutinas establecidas en muchos casos durante años, y con la cancelación de su contacto regular con el exterior. «A principios de marzo, cuando llegó este reto a nivel mundial, ya vimos que la amenaza se nos venía encima y decidimos restringir las visitas», recuerda Isabel, directora de una residencia perteneciente a una comunidad religiosa a la que Médico Sin Fronteras prestó su apoyo. En estas condiciones, el aislamiento fue dramático para muchos residentes. «El resultado era espantoso: una sucesión de puertas cerradas, en ocasiones con llave, y personas golpeando y suplicando por salir. Un horror», añade el propio Andrés, jefe de bomberos que realizó labores de desinfección en varias residencias, sobre los momentos en los que las residencias encerraban a los mayores en sus cuartos para evitar reuniones que pudieran provocar posibles contagios.
La falta de formación en la utilización de los EPI y las grandes limitaciones en los test diagnósticos agravaron una situación que repercutió enormemente en la salud mental de los residentes. «No sabíamos lo que iba a durar esto y enseguida vimos que había residentes que no iban a poder soportarlo», señala Carmen, directora de una pequeña residencia familiar.
Las recomendaciones del estudio para afrontar una posible nueva emergencia sanitaria
El informe finaliza con una serie de recomendaciones para controlar una futura sucesión de rebrotes. Establecer mecanismos para detección, vigilancia y control de la infección. Esto se traduce en invertir en material, personal y en la creación de «una figura de supervisión de prevención y control de infecciones». Mejores condiciones estructurales que faciliten unas mejores, valga la redundancia, condiciones de vida de los residentes y su aislamiento. «Debe establecerse un principio de equilibrio seguro entre aislamiento, cuarentena y convivencia». Esto último se relaciona con otras de las recomendaciones de Médico Sin Fronteras, centrada en el apoyo psicosocial a través de especialistas en salud mental y emocional.
Al mismo tiempo la oenegé considera vital la transparencia y mayor cuidado de los datos y la información. «Se deben mejorar los sistemas de recogida y análisis de datos, para que sirvan como mecanismo de alerta y respuesta adecuada, armonizado entre comunidades autónomas y Gobierno central», concluye el estudio sobre la dramática situación vivida en los geriátricos durante estos arduos meses.