Lo escribe Cioran en El ocaso del pensamiento. Solo cuando te ves desnudo te acuerdas de que existes y eres mortal. La vestimenta nos confiere una superioridad artificial sobre el tiempo. ¿Cómo va a ser uno mortal con un sombrero en la cabeza y una corbata en el cuello? La ropa genera más ilusiones que las religiones. La frase suena a boutade excesiva e irreverente. Pero lo cierto es que se inauguran más nuevas boutiques que nuevas iglesias. También dice Cioran: «Sin la desdicha, el amor no sería mucho más que una gestión de la naturaleza». Frente a tanto pesimismo ahí les va una antigua sentencia: «hay miradas femeninas que tienen la perfección de un soneto». Pero esas miradas hay que saber merecerlas.
La duda y el mar
Decimos vivir o caer en un mar de dudas. Dudar viene directamente de dúo. Como si uno fuese a la vez dos personas . La metáfora tiene su intríngulis. Un mar de dudas. Y uno se acuerda de Se pinta el mar de Eduardo Marquina. «La tierra es toda vida / el mar es todo amor/ En el mar hay escondida / una fuerza más grande que la vida/ La tierra es criatura y el mar es creador». Furioso en el Orzán o tranquilo en La Lanzada, el mar no duda nunca.
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