
Un científico de Lugo, en el equipo del ganador del premiado en Química en la Universidad de Princeton
07 oct 2021 . Actualizado a las 05:00 h.David Fernández Fernández apura la llamada de teléfono desde la Universidad de Princeton. No puede fallar a la cita. A las nueve de la mañana de este miércoles, hora local, tenía una de las habituales reuniones de trabajo, entre tres y cuatro a la semana, con David W.C. MacMillan y los demás miembros del equipo para intercambiar impresiones. El jefe siempre pide puntualidad y en esta ocasión tampoco iba a ser una excepción. Ni siquiera la concesión del Premio Nobel de Química era una causa justificada para saltarse la cita.
La única diferencia con la rutina habitual fue que MacMillan fue ovacionado y recibido entre aplausos por los estudiantes nada más cruzar la puerta de la facultad.
«Igual a reunión vai ser máis de celebración que de presentación de resultados, pero vaise celebrar igual», explica David Fernández, que realiza la investigación posdoctoral en el grupo del Nobel tras formarse en la Universidade de Santiago en el equipo de José Luis Mascareñas.
«A verdade é que foi unha grata sorpresa, porque aquí todo o mundo pensaba que lle ían dar o premio aos da vacina de ARN», advierte Fernández, que se ha especializado en fotocatálisis, un nuevo abordaje iniciado por MacMillan que permite inducir reacciones en metales a temperatura ambiente utilizando la luz como fuente de energía, algo que parecía imposible, lo que supone también un importante ahorro energético. «Deste xeito tamén se poden facer moitas máis cousas que antes era imposible facer, pero que ca fotocatálisis podes acceder a novos produtos», apunta el químico de Lugo.
David W.C. ha obtenido el galardón de la Academia Sueca por el desarrollo de la organocatálisis asimétrica, pero a su pupilo no le sorprendería nada que dentro de unos años le dieran otro por la fotocatálisis. «El foi o que iniciou todo, polo que nun par de anos ou algo máis poderemos ter un segundo Nobel do mesmo investigador», señala Fernández, quien desde el principio apreció las cualidades de su jefe.
«Desde o primeiro momento nas reunións que tiñamos vin que era unha mente moi brillante. Nós podemos propoñer ideas, pero el a peza clave para que a investigación avance».
Si las virtudes profesionales del químico galardonado están más que demostradas, para su pupilo habría que poner en el mismo nivel sus cualidades humanas. «Como persoa —relata— é moi boa, moi afable e cercana. É totalmente asequible. E aínda que somos un grupo moi grande, de entre 40 e 45 persoas, temos tres ou catro reunións á semana e tamén se pasa moitas veces polo laboratorio para falar con nós e propoñernos ideas».
David Fernández acabará el doctorado dentro de pocos meses y, ante las pocas oportunidades que se ofrecen en España y en Galicia, se está planteando en quedarse en Estados Unidos. «Non creo que teña moito problema —dice— porque non é unha mala carta de presentación traballar con un Nobel, co que tamén participei en dúas publicacións».