Esto también es violencia machista: «Cheguei a pensar que estaba tola»

Tamara Montero
Tamara Montero SANTIAGO / LA VOZ

SOCIEDAD

XOAN A. SOLER

Noelia Míguez, que sobrevivió a las ocho puñaladas que le asestó su expareja, relata en un libro todas las señales previas a la agresión: el control, la luz de gas, el aislamiento. Las secuelas psicológicas son más profundas que las heridas físicas

20 mar 2023 . Actualizado a las 12:37 h.

«Agora teño que axudar eu ao resto das mulleres». Noelia Míguez levanta la mirada cuando explica por qué. Por qué contar su historia de violencia machista. Por qué ir desgranando todas y cada una de las señales hacia aquella noche en la que su pareja intentó matarla a cuchilladas.

 «Oxalá naqueles tempos houbera unha muller que escribira isto e podelo lelo eu»,dice. Ocho señales, cuestión de vida o muerte (Meraki), que ha escrito junto a Patricia Calveiro, relata las señales de su historia, pero podrían ser las de otra víctima de la violencia de género.

Superviviente de la violencia machista, ahora da charlas escolares. Quizá alguna haya servido para que una adolescente reconozca las señales de toda esa violencia previa a la física. Porque las heridas físicas, recuerda Noelia Míguez, se curaron en dos meses. Pero las secuelas psicológicas tardan mucho más

Lovebombing. Cuando parece la pareja perfecta

Cuando estaba acabando el instituto, Noelia conoció a Juan. Parecía el novio perfecto: atento, detallista, se llevaba bien con todo el mundo, iba a verla al recreo...Para Noelia era maravilloso. Para sus padres fue el mejor yerno que podía existir hasta el día que intentó matarla a cuchilladas.

«Unha relación tóxica e unha saudable comezan da mesma maneira», explica Yolanda Neira, psicóloga del Centro de Información á Muller de Boqueixón. La búsqueda de una buena impresión es fundamental para iniciar una relación. Son dos personas buscando gustarse. 

«Os chicos que fan isto cando están con unha chica que é independente, forte e ten todas as armas para poder saír de aí, primeiro estudan e logo empezan pouco a pouco a traballar», dice Noelia, para después añadir: «Cando xa estaba namorada de todo, empezou». 

Degradación de la autoestima: hablas muy alto, esa camiseta te queda mal, qué bruta eres

«Primeiro dicíame non fagas isto, que ao mellor quedas mal, ou eres un pouco bruta, ou mira como falas, ou mira como berras». O no te pongas esa camiseta, porque no te queda bien, prueba mejor esta otra. Amablemente, poco a poco, Juan (nombre ficticio) comenzó a minar la autoestima de Noelia y a generar una sensación de dependencia. «Eu dicía, pois se cadra si que berro demasiado. Ou son algo bruta». Y comenzó a modular su comportamiento intentando complacer a su pareja.

«É un xeito de degración e feito dende unha posición moi paternalista, de ensinar como ten que ser», explica la psicóloga. Y se hace de manera amable para que se perciba como una preocupación y unos cuidados que él le presta a ella  y no como un mecanismo de control y de degradación de la autoestima. Es uno de los múltiples mecanismos de coerción que los maltratadores ponen en marcha y que van escalando a medida que pasa el tiempo. Pero hay más.

Aislamiento social: tus amigas hablan mal de ti. Tus amigos solo buscan sexo

Al inicio de la relación «podía falar con todo o mundo. El traballaba de camareiro e viña verme no recreo». Noelia empezó a salir con su agresor cuando todavía estudiaba bachillerato. También mediante un mecanismo paternalista al inicio y posteriormente agresivo y prohibitivo, Juan comenzó a aislarla socialmente.

Noelia tenía un compañero de clase, Agus, con el que tenía muy buena relación. «Dicía Agus sempre está atrás túa. Non quedes tanto con Agus, cada vez que vou está Agus detrás túa». También la hacía sentir responsable de la situación: «Dicíame que con esa personalidade o que facía era darlle esperanzas ao resto dos chicos». Noelia acabó creyendo realmente que el problema era ella: «Realmente cría que era eu a que estaba facendo as cousas mal, ou que estaba sendo espabilada de máis».

De nuevo, la escalada: primero no podía quedar con ciertos chicos. Después, tampoco con sus amigas más independientes. «Dicíame queda con Lara pero Camila mellor que non, porque tenche envexa, ou porque lle fai as beiras a todos os chicos». Con su primo podía quedar, pero la convencía de que los amigos de su primo solo querían tener sexo con ella. 

Poco a poco, se fue aislando. «A finalidade é que conseguir que Noelia tivese cada vez menos contacto co seu entorno, porque canto menos contacto teña, máis dominio ten el sobre ela», explica Yolanda Neira. «Cheguei a pensar que realmente as miñas amigas falaban mal de min», recuerda Noelia. Cada vez quedaba menos con ellas y más con los amigos de él. Y las pocas veces que el consentía que quedase con amigas, siempre tenían prioridad los suyos.

 El aislamiento social que refuerza el control: «Canto máis illada está ela, menos cuestionado vai estar el, porque o entorno sempre vai ver as cousas raras». Cuánto menos comunique, más control tiene él. 

Culpabilización: esto pasa por tu culpa, que vas pidiendo guerra

Hablar de los hombres también tiene su raíz sobre el sentido de posesión sobre la pareja. Sobre esa concepción profundamente machista de la conquista. Noelia recuerda cómo al principio le pedía que se pusiera vestidos y tacones, que se maquillase, para presumir de novia. Él impresiona a sus amigos a través de la cosificación de su pareja. La trata como un objeto, como un mero trofeo. 

Posteriormente la acusaba de ir «buscando guerra» y de provocar a los hombres. «Sempre son homes que senten moitos ciumes e que ven a ameaza noutros homes». Culparla a ella y gestionar de ese modo los celos es un mecanismo de culpabilización de la víctima. De trasladarle que lo que ocurre es debido solo a su comportamiento: esto pasa porque tú lo provocas. 

En uno de sus cumpleaños, Noelia se puso una minifalda y unas medias transparentes. Iban a cenar y luego a salir a Santa Comba. «No medio da cea achegouse e díxome que cando acabara de cear arrancaba. E por que? Díxome que tal e como ía vestida sabía perfectamente a que ía a Santa Comba, a pedir guerra». Noelia intentó explicarse, acabó llorando en el baño, se fue a Santa Comba de mala gana. «Amargoume o aniversario»

Él, recuerda Noelia, se cuidaba mucho de ejercer el control y de mostrar ciertas actitudes de vejación y maltrato delante de la gente. Su entorno no lo sospechaba. 

La doble cara refuerza la posición social del agresor y también contribuye a crear desconcierto en la víctima: «Se diante do resto da xente ten outro tipo de conduta, para a vítima é desconcertante», aclara Yolanda Neira. El impacto es brutal, porque refuerza el sentimiento de culpa: si cuando estamos solos estamos mal, pero cuando estamos con gente estamos bien, la culpa tiene que ser mía. 

Anulación: parece que llevas un año sin comer. Estás gorda. Das asco. Me caes mal

Las críticas comenzaron a ser constantes: que si Noelia estaba demasiado gorda, que era una bruta, que la ropa que llevaba no le quedaba bien. Llegó a decirle que le daba asco, que le caía mal. 

En un momento dado de la conversación, surge la anécdota de una boda: ella empezó a comer cigalas y él se acercó a su oído para susurrarle que parase, que parecía que llevaba un año sin comer. Básicamente, que lo estaba avergonzando delante de su familia. «Non comín máis en toda a voda», recuerda ella. 

Llegó un momento en el que él le decía que le daba asco, que estaba gorda, incluso que le caía mal. La anulación era ya tal, había conseguido destruir tanto la autoestima de Noelia, que ella se lo creía. Pensaba «pobre, aínda por riba de que me atura».

«Basicamente é conseguir a total sumisión por parte da vítima». En cuanto un agresor cuestiona como ella es, como se viste, lo que le gusta hacer, «a mensaxe que lle están transmitindo é que ti así non es válida e eu podo ensinarche como podes ser válida», explica la psicóloga del CIM de Boqueixón. Es un ataque directo al autoconcepto y a la autoestima. «Destruíndo a súa autoestima, el vai ter o poder sobre o que ela faga. É anulala totalmente»

Todos los mecanismos de privación, que reducen las posibilidades de acción de la víctima, impiden que la persona crezca y contribuyen a esa anulación, resalta la psicóloga. 

Control coercitivo: Mándame ubicación y foto de con quién estás

Las amistades de Noelia solían reunirse en un bar cercano a su casa. Juan acabó prohibiéndole ir allí también.« Se algún día quería ir a ese bar tiña que pedirlle permiso. Case sempre era un non». Si algún día se lo permitía, era con estrictas condiciones, incluyendo que le enviase la ubicación y fotografías de con quién estaba.

«El non tiña Facebook, nin Instagram, nin Tuenti», pero sí tenía todas las contraseñas de las redes sociales de Noelia. Controlaba quién la seguía, a quién podía seguir ella. «Se un chico lle daba moitos me gusta a unha foto xa intentaba borralo para que el non se dera de conta, porque se non era terrible». Noelia solo podía subir fotografías que autorizaba él. 

«Sempre se amañan moi ben para controlar as súas parellas, e as redes sociais fano todo máis doado», explica Yolanda Neira. Y además se utiliza la falacia de que si hay confianza, se puede controlar todo. Al final, las redes sociales son una cámara de resonancia de múltiples mecanismos de maltrato: control, culpabilización, aislamiento. 

Luz de gas: Está todo en tu cabeza. Ves cosas donde no las hay

«Cheguei a pensar que estaba tola», recuerda Noelia. Él comenzó a serle infiel. Cuando ella lo descubría, él lo negaba. «A culpa era toda miña, que vía cousas raras». Después, lo admitía y era una manera más de reforzar la degradación de la autoestima de Noelia: «Dicía que era porque estaba gorda e daba asco. Eu pedíalle perdón». 

«Iso acontece a unha altura da relación na que está tan anulada como muller que el pode permitirse dicir esas cousas porque ela xa non se cuestiona nada», aclara la psicóloga. 

Noelia le dijo un día que quería ir al psicólogo, que se encontraba mal. «Mandoume saír do coche. Que el non quería estar con ningunha tola. Que a saber o que vas dicir, vas falar mal de min». La dejó tirada en la cuneta alrededor de un cuarto de hora. 

Alcanzar la luz de gas supone el éxito de todos mecanismos de violencia que se han ido poniendo en marcha, afirma Yolanda Neira. «Cando a vítima xa se cuestiona se a súa percepción é axeitada, ou se lle falla a memoria, reflíctese ata que punto está anulada». Ya no sabe ni quién es ni si lo que percibe está pasando o no. Es un estado de desorientación total que otorga todo el poder al agresor

Ley de hielo: Bloquear de las redes sociales y desaparecer tres días

«O que facía moito era bloquearme do WhatsApp. Cando me bloqueaba é que eu facía algo», recuerda Noelia. La bloqueaba y desaparecía varios días, lo que solo provocaba más ansiedad en ella. Una vez, la bloqueó porque fue a ver a una amiga a Rianxo y publicó en sus redes una fotografía con un perro. Detrás estaba el coche de la pareja de su amiga, un BMW. «Puxen a foto no whatsapp e xa era que me deitaba con marido, que puña a foto adrede para demostrar que era un tío con cartos e que el era unha merda porque tiña un Peugeot», explica Noelia. A partir de entonces, para poder quedar con su amiga, solo podía ser en Santiago y si venía sola. 

Amenazas: «As miradas poden matar»

Otro de los mecanismos de violencia es el de las amenazas, más o menos directas. Juan era capaz de controlar los comportamientos de Noelia a través de gestos que podían pasar desapercibidos para el entorno: «As miradas matan», dice ella, que recuerda cómo con un simple gesto y un «a qué estás muy guapa» ella ya sabía que en cuanto se quedasen solos, iba a pasar algo. 

Violencia sexual: «Para que me deixara facer cousas, tiña que deitarme con el»

«Unha vez unha amiga e eu tiñamos un cumple doutra amiga en Ribeira», cuenta Noelia. Le explicó a su pareja que quería ir. La respuesta de Juan fue «se queres ir, xa sabes o que toca despois». Noelia llegó a normalizar la violencia sexual que su pareja ejercía sobre ella: «Para que me deixara facer cousas, eu tiña que deitarme con el despois. Moitas veces, cando sabía que íamos a iso, facía que me mareaba no coche. Dicíame estás mareada, non che doe nada? Pois xa sabes, veña».

«Isto si que é moi habitual. Moi habitual. De feito, non sei se sabería dicir un caso no que isto non pasara», dice la psicóloga del CIM de Boqueixón, que desentraña el mecanismo: la relación es un día a día de maltrato y cualquier oposición puede intensificar la forma de maltrato. «Opoñerse a unha relación sexual implica violencia nun ámbito moito máis degradante aínda. E por outro lado, hai que compracer»

No deja de ser un juego entre un abusador y una persona que tiene que ser sumisa para intentar sufrir lo mínimo. Para sobrevivir. «Para calmar ao agresor hai que acceder a todo o que el diga e manter relacións é algo que hai que facer, porque nunha parella hai que querer. Para iso estás».

Teléfono contra la violencia machista: 016

Las llamadas a este teléfono son gratuitas y no quedan registradas en la factura. Sí que hay que borrarlas de la lista de llamadas.