En Galicia ha habido casos de inseminación «post mortem», pero son excepcionales
SOCIEDAD
Al año preservan su semen medio centenar de pacientes oncológicos del Sergas
17 ago 2023 . Actualizado a las 13:56 h.Aproximadamente la mitad de los pacientes que reciben quimioterapia presentan problemas de calidad del semen tras someterse al tratamiento y un 30 % se quedan estériles. Antes de iniciar cualquier terapia se les sugiere que lo congelen por si el día de mañana quieren ser padres, tanto si se curan como si fallecen. Porque desde el año 1988 España permite la fecundación post mortem, que recoge la actual ley de reproducción asistida, del 2006: el hombre «podrá prestar su consentimiento en testamento o documento de instrucciones previas para que su material reproductor pueda ser utilizado en los 12 meses siguientes a su fallecimiento para fecundar a la mujer».
El Hospital Materno-Infantil Teresa Herrera de A Coruña es el centro de referencia público gallego para la preservación de la fertilidad bien de varones con problemas oncológicos, bien de hombres inmersos con sus parejas en un proceso de reproducción asistida que por causas laborales —militares, por ejemplo— no puedan estar presentes en el momento de llevar a cabo la fecundación o tengan dificultades eréctiles o para la eyaculación. Congelan los espermatozoides y los guardan. El material genético, si son gametos —óvulos o espermatozoides— no tiene fecha de caducidad, se puede almacenar criogenizado indefinidamente. «Hay casos de éxito de utilización 20 años después», asegura Jacinto Sánchez Ibáñez, responsable de la unidad.
El semen que se guarda en el centro coruñés —al que los pacientes tienen que acudir en persona porque el tiempo entre la eyaculación y la congelación debe ser mínimo— solo vale para una única técnica de reproducción asistida, la fecundación in vitro o inyección intracitoplasmática, que consiste en coger un espermatozoide que se mueve e introducirlo dentro del óvulo. «El esperma se guarda en varios tubitos a 185 grados bajo cero y cada uno sirve para un intento —explica Sánchez Ibáñez—. Intentamos congelar cinco tubos. A veces, si hay tiempo, se hace una segunda recogida a los dos o tres días. Si tras analizar la muestra se observa que el semen es de mala calidad, se intenta de nuevo para ver si mejora».
Al hombre se le detalla previamente el proceso: qué puede esperar, cómo se va a analizar su material genético y de qué manera puede utilizarlo en el futuro. También, que habrá un porcentaje nada despreciable de espermatozoides que morirán en el proceso de manipulación y que, tras terminar el tratamiento oncológico, deberá dejar pasar un año para ver si le ha afectado o no a la calidad del semen. «Si tiene un espermiograma normal, debe tomar una decisión: destruir esa muestra o llevársela a un banco privado, porque el servicio público de salud solo garantiza un almacenamiento gratuito si tras una terapia hay infertilidad», resume el experto. Añade que, además, siempre se comenta previamente el uso post mortem. ¿Ha habido casos de este tipo en Galicia? Confirma que sí. Son excepcionales, pero los hay.
La unidad de criobiología del Chuac recibe anualmente alrededor de 50 pacientes, cifra Jacinto Sánchez, y cada vez son más. «Los oncólogos y los hematólogos ya nos están enviando incluso a chicos de 14 años con algún tumor —comenta—. Y si alguien necesita empezar la quimioterapia de forma inmediata, se le cita de urgencia; ninguno se queda sin poder hacerlo». ¿Y cuántos de esos pacientes que preservan su semen recurren a él luego, más adelante? «Un porcentaje inferior a un 5 %. Si el paciente fallece, mantenemos su semen hasta dos años», concluye.
La ley española da un año de plazo tras el fallecimiento para llevar a cabo la fecundación
Aunque la ley de reproducción asistida da un año de plazo tras el fallecimiento para llevar a cabo la inseminación post mortem, la unidad gallega conserva hasta dos el semen por si acaso la pareja presentase algún tipo de recurso pasado el margen de tiempo. La abogada Carmen López-Rendo, de la Asociación Española de Abogados de Familia (Aeafa), advierte que no se contempla posibilidad de prórroga. En esos 12 meses puede intentarse la fecundación las veces que se desee o que sea necesario, pero no más allá.
España fue el primer país del mundo en contemplar la inseminación de una mujer con esperma criopreservado de un hombre muerto con efectos sobre la filiación: el hijo que nace, aunque sea año y medio después del fallecimiento del varón, es a todos los efectos legales hijo de esa persona fallecida. Eso sí, el hombre debe haber prestado su consentimiento expreso, que solo se puede presuponer si se hubiese iniciado un procedimiento de reproducción asistida y el varón fallece antes de que llegue a término.
¿Debe concretarse en ese consentimiento quién puede hacer uso del material genético, el nombre de la persona a la que se le da el permiso para inseminarse? «El hombre puede limitarlo como quiera, puede incluso donarlo —responde López-Rendo—. Y no es imprescindible que exista un vínculo matrimonial con la mujer. Toda mujer mayor de 18 años con plena capacidad de obrar podrá ser receptora usuaria de esta técnica».