
Quizá sea hora de cambiar aquella frase tan famosa y empezar a decir que la vida es eso que ocurre en los huecos en los que no se está haciendo scroll. En esos instantes en los que dejamos de tocar la pantalla con el mismo virtuosismo con el que Chopin volaba sobre las teclas. Quizá la excentricidad de esta semana de Elon Musk sea, en realidad, positiva. Un regalo del multimillonario que, sin saberlo y sin intención, ha conseguido mejorar un poquito la convivencia.
Cuota límite excedida. Tres palabras que son gloria bendita para la red social que destila odio y críticas a todas horas, todos los días. A lo mejor es bueno que a los simples mortales que no tenemos check azul se nos limiten a 600 o 800 las exposiciones a la bilis diaria. A lo mejor, lo que parece otra maniobra más para monetizar (otra de esas palabras que definen una era) se convierte en un remanso de paz y en un llamamiento a la convivencia. La reacción fue la esperada. Críticas a una decisión que, como todas las de los últimos tiempos sobre Twitter, se ha conocido sobre la marcha. Pero eh, es verano. Las vacaciones ya están aquí y a lo mejor esta nueva excentricidad es una puerta abierta a salir a pasear sin el móvil. A bajar un buen libro a la playa. A dormir una siesta larga, concentrarse en una película o simplemente, no hacer absolutamente nada.