Violencia de género en la adolescencia: «Me decía que me pegaba porque era una puta»

R. Romar, Alfonso Torices LA VOZ / COLPISA

SOCIEDAD

Imagen de la campaña de la Fundación Anar para denunciar la violencia machista entre los jóvenes
Imagen de la campaña de la Fundación Anar para denunciar la violencia machista entre los jóvenes Anar

Siete de cada diez chicas no denuncian por miedo o vergüenza, pero sobre todo porque la mitad no son conscientes de ser víctimas, según un informe de la Fundación Anar, que revela que los casos de chicas maltratadas o controladas se duplican en cuatro años

25 oct 2023 . Actualizado a las 11:04 h.

 «No te maquilles para ir a clase». Fue el primer aviso que recibió una adolescente de 16 años. «Cuando salgo con mis amigos en vez de con él o no paso todo el tiempo con él, me dice que le estoy poniendo los cuernos», cuenta otra de 15. Luego llega el control: «Me ha prohibido tener redes sociales y no tengo teléfono porque mi teléfono lo tiene él», relata otra de 16. Más tarde llegan las amenazas y los chantajes. «Si salía con mis amigas me insultaba, me llamaba puta. Solo quería que saliese con él», cuenta otra adolescente. Y otra: «Mantuvimos relaciones sexuales y lo grabó sin mi permiso, y luego me chantajeaba constantemente con publicarlo en redes sociales». Y más pronto que tarde llegan las agresiones. «Me golpeó al verme con un amigo. Los golpes cada vez se volvieron más frecuentes», admite una joven de 17 años. «Mi novio me decía: “Te pego porque eres una puta y te lo mereces”», se lamenta otra.

Son testimonios de mujeres distintas, pero el círculo vicioso de la violencia de género y sexual que sufren las adolescentes españolas es el mismo. El agresor, de su misma edad, aplica primero la violencia psicológica y social, que se vuelve cada vez más intensa y restrictiva. Aparecen las amenazas, el chantaje, la coerción de la libertad, el desprecio, los insultos... y el castigo físico.

El retrato se ha construido a partir de las 20.515 voces de niñas y adolescentes víctimas de violencia contra las mujeres que han sido atendidas por el teléfono de la Fundación ANAR en los últimos cuatro años. Del análisis de los datos y testimonios ha surgido el Estudio longitudinal sobre la evolución de la violencia contra las mujeres en la infancia y la adolescencia en España (2018-2022).

La conclusión es aterradora: la violencia de género en la adolescencia, lejos de disminuir, va claramente en aumento. Las peticiones de ayuda de menores con novios o exnovios que las someten, asfixian o vejan con sus controles y malos tratos machistas han crecido un 87 % desde el 2018, y el ritmo del problema se acelera. Solo en los últimos doce meses del estudio, los que van de octubre del 2021 al mismo mes de 2022, el aumento interanual fue del 76 %.

Un gran problema para frenar esta lacra es que el 70 % de las chicas o familiares que piden ayuda ni han denunciado al maltratador ni se plantean hacerlo.

Las razones son múltiples: miedo, vergüenza (especialmente en las áreas rurales), cariño, pero sobre todo que la mitad de ellas no son conscientes de ser víctimas de violencia machista. Creen que el control y los celos derivan de que las quieren mucho o normalizan machismos que ven desde niñas en su entorno social o familiar. No identifican la violencia como tal, pero sí sufren con claridad sus consecuencias. La mitad presentan problemas de salud mental, entre los que destacan las ideaciones o los intentos de suicidio (18 %), las autolesiones (8 %) o los problemas de conducta (10 %).

El novio, principal culpable

La víctima tipo es una chica de 16 años que vive con sus padres y es de origen español. En casi la mitad de los casos presenta problemas de salud mental (48,8 %), como conducta suicida, autolesiones o depresión. El maltratador, en seis de cada diez ocasiones el propio novio, tiene una edad similar a la de la adolescente, pero hasta en un tercio de las ocasiones es mayor de edad.

El segundo tipo de violencia machista que más creció en el último cuatrienio (exactamente en igual porcentaje que la anterior, el 87 %) es la que ejercen los maltratadores sobre los niños del núcleo familiar, bien porque se ven inmersos en la violencia contra la madre o bien porque son víctimas directas de la tortura física o psicológica. Esta situación abarca más de la mitad de las llamadas por violencia machista en la infancia que recibe ANAR.

La víctima tipo tiene unos 10 años, forma parte de hogares monomarentales y destaca la proporción de familias inmigrantes. El agresor suele ser el propio padre. Cuando es el padrastro o el novio de la madre aumenta la presencia de agresiones sexuales.

Casi la mitad de estos niños sufren maltrato físico o psicológico directo y un 16 % padecen problemas mentales, que, como en el caso de las adolescentes víctimas de sus parejas, carecen de tratamiento o de ayuda especializada.

Otro problema grave detectado en la investigación es el aumento de la violencia sexual, de un 39,4 % durante el período analizado. Y el problema vuelve a ser que muchas de las adolescentes no son conscientes de él. Los agresores el 85% de las veces son familiares, novios, amigos o conocidos del día a día, con el padre o padrastro a la cabeza. Los tocamientos o agresiones son la absoluta mayoría, el 95 %.

Entre el resto destacan los casos de 'grooming' -ciberpederasta que engaña a niños para lograr imágenes sexuales o citas-, que llegan al 2,7 %, y en menor medida, el 1 %, los problemas con la pornografía o el 'sexting', la difusión de imágenes íntimas de la víctima en las redes sin su permiso. El 'sexting' suele tener como ejecutores a novios o exnovios o a compañeros de clase o amigos.

Móviles sin control

El estudio de Anar revela que los casos de violencia machista de cualquier tipo contra menores crecieron desde 2018 un 40 % de media, tras pasar de 4.784 peticiones de ayuda anuales en 2018 a 6.686 en 2022. No fueron llamadas triviales. El 53 % requirieron de atención urgente y el 70 % se etiquetaron como de gravedad alta, pues la mitad de las víctimas sufría la violencia a diario y en seis de cada diez ocasiones la padecía desde hacía más de un año.

Estos expertos consideran que parte del fuerte aumento de peticiones de ayuda se debe a una mayor concienciación social contra esta lacra, que mejora su visibilidad, pero que la mayoría deriva del puro empeoramiento de la situación. Achacan el fuerte crecimiento de casos al acceso precoz y sin control a través del móvil a imágenes de violencia machista y una iniciación sexual a través de la pornografía, a la no transmisión de los valores sociales adecuados en las familias y colegios, a la sexualización cada vez más temprana de la infancia y a que en muchos casos nos se cree a las víctimas.