El Sínodo concluye con la petición de más presencia femenina en las instituciones eclesiásticas

d. menor MADRID / COLPISA

SOCIEDAD

El papa Francisco en el balcón del Vaticano este domingo
El papa Francisco en el balcón del Vaticano este domingo Europa Press / Contacto / Vatican Me | EUROPAPRESS

«Quizás tengamos realmente muchas ideas hermosas para reformar la Iglesia», dijo el papa Francisco

30 oct 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Tras casi un mes de reuniones en el Vaticano para analizar la situación de la Iglesia católica y debatir acerca de su futuro, el papa Francisco concluyó ayer la primera fase del Sínodo sobre la Sinodalidad dejando claro que la verdadera vocación de la comunidad eclesiástica está en «acompañar a los frágiles, los débiles y los descartados», más allá de otras cuestiones. «Quizás tengamos realmente muchas ideas hermosas para reformar la Iglesia, pero recordemos: adorar a Dios y amar a los hermanos con su mismo amor, esta es la mayor e incesante reforma», dijo el pontífice argentino en la misa de clausura de este primer período de la asamblea, que tendrá su segunda y última fase en octubre del año que viene.

La misa de clausura presidida por el papa ante unos 5.000 fieles en la basílica de San Pedro este domingo se produjo después de que la noche anterior los cerca de 350 participantes en el Sínodo con derecho al voto, entre los que había por primera vez unas 50 mujeres, aprobaran el documento conclusivo de esta primera fase. Todos los puntos de este texto de síntesis superaron el voto mayoritario de los miembros de la asamblea, siendo el aspecto más polémico la petición a Francisco para que reabra el estudio para una eventual aprobación del diaconado femenino. Los participantes en el Sínodo consideran «urgente que las mujeres puedan participar en los procesos de decisión» dentro de la Iglesia, asumiendo cargos «de responsabilidad en la pastoral y en el ministerio».

También propone el documento final que se ponga fin a la «discriminación laboral y de desigualdad de remuneración» que sufren muchas religiosas dentro de la Iglesia, a las que «con demasiada frecuencia se considera mano de obra barata».