El papa ya tiene preparada su tumba: no será enterrado en el Vaticano como el resto de pontífices

M. V.

SOCIEDAD

GUGLIELMO MANGIAPANE | REUTERS

Francisco cumple este domingo 87 años. Asegura que, de momento, no tiene intención de retirarse

13 dic 2023 . Actualizado a las 16:16 h.

El papa lleva una temporada larga de achaques. A sus problemas de rodilla, que estos últimos años le han obligado a cancelar no pocos viajes y que en el día a día limitan considerablemente su movilidad, se han ido sumando infecciones varias de las vías respiratorias —la más reciente, una bronquitis severa— y una diverticulitis —enfermedad provocada por la inflamación de unas bolsas que se forman en la pared interna del intestino— que en el 2021 le obligó a someterse a una intervención en la que se le extirpó una parte del colon. El próximo domingo cumplirá 87 años, pero entre sus planes no figura el de echarse a un lado, no de momento. Es consciente, sin embargo, de que su estado de salud es frágil y la vida humana, finita, por lo que ya ha dado instrucciones a quienes le rodean sobre cómo quiere ser despedido y dónde quiere descansar eternamente.

No será en el Vaticano, porque Francisco prefiere que sus restos mortales reposen en la Basílica de Santa María La Mayor, de Roma, en lugar de en San Pedro, donde tradicionalmente se entierra a los pontífices —allí están todos los del siglo XX, incluido Benedicto XVI—. Explicó sus razones durante una entrevista con la periodista mexicana Valentina Alazraki, veterana vaticanista, a la que le contó que con el templo encaramado en la colina Esquilina, así como con la imagen de su altar mayor, mantiene desde hace años un especial vínculo.

El icono bizantino de la Virgen y el Niño Salus Populi Romani —Nuestra señora de las Nieves—, que el santuario cobija desde el año 590, es uno de los más venerados por el pueblo romano. Allí acude Francisco a rezar antes y después de cada viaje. «Es mi gran devoción. Ya antes, cuando venía a Roma, siempre iba ahí el domingo por la mañana, estaba un rato allí», explicó.

Fue en esta iglesia donde el vasco Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús (Jesuitas) —orden religiosa a la que pertenece Jorge Mario Bergoglio—, celebró su primera misa la noche de Navidad de 1538. Al día siguiente de su elección como papa, Francisco cumplió y fue a rezarle a la Madonna, protectora de los romanos; en marzo del 2020, su imagen le acompañó durante la oración por la humanidad que en plena pandemia presidió en la Plaza de San Pedro, completamente vacía, solo él en el atrio y, a su lado, la pintura sobre madera de la Virgen con el niño Jesús Pantocrátor.

Durante la entrevista al medio N+, la periodista quiso saber cómo se encontraba de salud el santo padre, a lo que él respondió que bastante bien. Reconoció, eso sí, la factura que le está pasando los años, que dijo aceptar, pero también se mostró motivado, con ganas de hacer cosas y de moverse. Sobre sus próximos viajes, dio por asegurado el programado a Bélgica y dejó en el aire el de Argentina y la Polinesia. «Veremos cómo se da, pero con el tiempo voy a ir retomando las cosas», manifestó.

No se plantea retirarse

Aún así, el papa está preparado para cuando le llegue el momento de irse. Tiene claro que quiere un ritual sobrio, simplificado, y así se lo ha hecho saber ya al arzobispo italiano Diego Giovanni Ravelli, Maestro de las Ceremonias Litúrgicas Pontificias. Hasta entonces —o hasta que la salud se lo permita—, seguirá al frente de la Iglesia, aseveró ante Alazraki: «Benedicto XVI fue un hombre grande y humilde que, cuando se dio cuenta de sus limitaciones, tuvo el coraje de decir basta. Pido al Señor poder decir basta en cualquier momento, pero solo cuando Él quiera».

Si esto sucediese, Francisco no seguiría los pasos exactos de su predecesor. En alguna ocasión ha mencionado que no se haría llamar papa emérito, sino obispo emérito de Roma, que no vestiría la sotana blanca y que no se quedaría a vivir en el Vaticano. Tampoco regresaría a Argentina. En caso de una eventual renuncia al pontificado permanecería en Roma, probablemente en San Juan de Letrán, la iglesia más antigua del mundo. De retirarse, le gustaría dedicarse a confesar en un templo.