Los cuadernos secretos de Mónaco: fondos para recuperar fotos delicadas, pagos a las ex de Alberto y caprichos de Charlene

Martín Bastos

SOCIEDAD

VALERY HACHE / POOL | EFE

Un contable despedido por la casa real monegasca revela interioridades de los príncipes a la prensa francesa

28 ene 2024 . Actualizado a las 18:25 h.

Quizás en Mónaco, esa burbuja de lujo, se hayan arrepentido de haber dejado de contar con los servicios de Claude Palmero. Este señor, desconocido para casi todos hasta hace poco, ha sido contable y gestor de patrimonio de la familia real durante más de veinte años, según detalla Le Monde. Pero la relación laboral del gestor de activos con el Principado finalizó recientemente de forma abrupta. Y el empleado abandonó el puesto y el lugar llevándose documentos confidenciales de los Grimaldi. Unas cinco libretas cargadas de pólvora. Precisamente el rotativo francés ha publicado la serie de informaciones periodísticas Mónaco, los cuadernos secretos, en la que se refleja que el patrimonio del cabeza de la casa real monegasca está estimado en unos 2.000 millones de euros. En estas piezas Palmero saca también a la luz que Charlene, la esposa de Alberto y madre de los mellizos Jacques y Gabriella, tiene una asignación anual que ronda los 1,5 millones de euros. Señala que al cierre del año 2019, según las cuentas del gestor, la princesa había gastado unos 15 millones en ocho años. 

Según los documentos de Palmero y como recoge Liberation, que también se ha hecho eco del asunto, Alberto de Mónaco tiene una cuenta con fondos destinados a pagos para los dos hijos que tuvo antes de casarse, fruto de sus relaciones con Nicole Coste y Tamara Rotolo, y que no forman parte de la casa real de los Grimaldi ni de la línea de sucesión. De hecho, le compró a Jazmin Grace Grimaldi, de 31 años, un apartamento de 3 millones de euros en Nueva York y le pasa 86.000 dólares de forma trimestral. En cuanto a Alexandre Grimaldi-Coste, de 20 años, cuenta con un seguro específico para secuestros y su madre recibe un millón de euros al año para invertir en su negocio de moda de Londres. Según el citado periódico, Charlene no estaría al tanto de esta cuenta ni de sus movimientos.

Además, los registros del contable indican su preocupación por las supuestas irregularidades realizadas en palacio en sus contrataciones laborales, mencionando el abono en efectivo de 300 euros diarios a la cocinera personal de Charlene o la incorporación de niñeras filipinas sobre las que se cuestiona si lograron entrar en Mónaco de forma legal. 

Se menciona una partida de hasta 600.000 euros al año, una especie de fondos reservados que estarían destinados a «actividades paralelas» o «cierto tipo de misiones», como la recuperación de «fotos comprometedoras» o la obtención de información que pueda interesar a la casa real de Mónaco. 

En Le Monde se recoge que Palmero reprochaba ciertos gastos que le parecían exagerados. De hecho, se detalla que cuando a Charlene se le antojó tener un catamarán, este anotó en sus documentos, con mayúsculas, «evitar». También se mostró contrario a la renovación de la oficina que planteó la royal, que se elevaba a un millón de euros, y se opuso a que destinara una cifra parecida a pagar dos meses de alquiler de una lujosa villa en Córcega. Sí que le dio luz verde a realizar tres pagos de 300.000 euros al hermano de Charlene, Sean Wittstock, para que se los gastara en «su casa».

Los papeles de Palmero revelan también las cantidades asignadas a Carolina y a Estefanía, las hermanas de Alberto que reciben, para, literalmente, «gestionar su día a día», 900.000 y 800.000 euros anuales, respectivamente.

Las revelaciones del gestor son una tormenta más en la historia de la casa real monegasca, que hasta ahora había sido golpeada más por las desgracias y los escándalos personales que por los secretos financieros.