Un bebé pierde un testículo al confundir los médicos su problema con un catarro

J. M. L. TOLEDO / COLPISA

SOCIEDAD

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La víctima, de 14 meses, ha sido indemnizada con 60.000 euros por el Servicio de Salud de Castilla-La Mancha

31 ene 2024 . Actualizado a las 18:35 h.

El Servicio de Salud de Castilla-La Mancha (Sescam) ha sido condenado a pagar 60.000 euros de indemnización a la familia de un niño que perdió un testículo por un error médico. En concreto, los médicos que lo atendieron le diagnosticaron un simple catarro cuando, en realidad, sufría un grave problema en su testículo derecho.

Los hechos sucedieron a principios del 2019. El niño, que entonces tenía 14 meses, fue diagnosticado de «maldescenso testicular derecho», motivo por el que fue operado en el Hospital Infantil Universitario Niño Jesús, de Madrid. El pequeño y sus padres regresaron a su domicilio en Campillo de Altobuey (Cuenca) pero a los pocos días tuvieron que acudir al centro de salud de este pueblo al presentar el menor una gran inflamación y un hematoma. Desde allí fue derivado al Hospital General Universitario de Albacete con diagnóstico de «escroto agudo» donde fue atendido por dos médicos residentes. Estos, desconociendo sus antecedentes, diagnosticaron un «catarro de vías altas» y le dieron el alta.

A los dos días, el niño volvió a acudir a su centro de salud y, de nuevo, fue derivado al hospital albaceteño donde se le realizó una ecografía que ponía de manifiesto un absceso escrotal y la situación necrótica de un testículo que tuvo que ser extirpado.

Mala praxis

Según la sentencia dictada por el Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha, la omisión de pruebas necesarias y el retraso en la atención sanitaria fue lo que originó el daño y la pérdida del testículo del menor. Una primera sentencia del Juzgado de lo Contencioso-Administrativo de Cuenca estableció una indemnización de 20.920 euros, pero los padres recurrieron a través del Defensor del Paciente y ahora el TSJCLM ha elevado esa cantidad a 60.000 euros. La sentencia considera que existió «auténtica mala praxis por error de diagnóstico» y destaca la «severidad con la que han de cumplirse los protocolos médicos cuando se trata de menores, más cuando son de corta edad, que pueden expresarse peor o no pueden acerca de lo que les ocurre».

También considera sorprendente que los médicos residentes que atendieron al pequeño hicieran una valoración especializada en urgencias sin que su trabajo fuera tutelado por los que tenían a cargo su formación, máxime cuando el niño fue derivado por un pediatra de su centro de salud para un estudio más profundo en el hospital que no se llevó a cabo.