Monjas clarisas de Vizcaya y Burgos dejan de obedecer al papa Francisco por un veto inmobiliario

A. P. / C. B. BILBAO / COLPISA

SOCIEDAD

Vecinos de Belorado (Burgos) esperaban este lunes para asistir a una misa en el convento de las clarisas que finalmente no se ha celebrado
Vecinos de Belorado (Burgos) esperaban este lunes para asistir a una misa en el convento de las clarisas que finalmente no se ha celebrado Santi Otero | EFE

Las religiosas de los conventos de Belorado y Orduña siguen ahora a un cura integrista excomulgado

14 may 2024 . Actualizado a las 14:32 h.

Si hasta ahora las clarisas eran conocidas por sus dulces deliciosos, sus trufas de chocolate —nada baratas—, y sus palitos de naranja y limón, a partir de ahora lo serán por protagonizar un cisma en la Iglesia católica. Las monjas de los conventos de Belorado (Burgos) y de Orduña (Vizcaya) han dejado de prestar obediencia al papa Francisco. Desde ayer no reconocen más autoridad que la que emana de Pablo de Rojas Sánchez-Franco, un cura integrista que fue excomulgado en 2019 por el entonces obispo de Bilbao y hoy titular de la archidiócesis de Burgos, Mario Iceta.

¿Y quién es Pablo de Rojas, a las que las religiosas consideran «obispo legítimo de la Santa Iglesia Católica»? Aparte de nieto de un gobernador franquista de Jaén, De Rojas es seguidor del obispo vietnamita ya fallecido Pierre Martin Ngo-Dinh-Thuc. El prelado vietnamita es célebre porque es el mismo que impuso el anillo episcopal a Domingo Clemente, autoproclamado pontífice con el nombre de papa Clemente, quien fue cabeza visible de la secta del Palmar de Troya.

Las religiosas han hecho público un largo manifiesto en el que denuncian una «persecución», acusan a Roma de no querer concederles «licencia de venta del convento de Derio», que es de su propiedad, y censuran que no se les permita «cumplir con los pagos» del monasterio de Orduña, que quieren adquirir. «Nos llamarán herejes, cismáticas y locas», advierten en un texto de 70 páginas. Las monjas rebeldes están ahora bajo la jurisdicción y tutela de la Pía Unión Sancti Pauli Apostoli, fundada por Pablo de Rojas, que viste hábitos preconciliares. La Pía Unión se define como «una suerte de milicia guerrera predestinada a sobresalir sobre todo lo existente» y que se dedica a promover «obras de culto, caridad y piedad», amén de «perseverar en la fidelidad absoluta al depósito de la fe», en lo que consideran un «período de desorientación».

Al margen del episodio inmobiliario, las monjas clarisas tachan de «herejes» a todos los papas posteriores a Pío XII y denuncian que el Concilio Vaticano II acabó «robando la fe a miles de millones de creyentes». 

Las monjas cismáticas abominan de los catecismos y códigos de derecho canónico actuales. Para las religiosas, son «heréticos, anticanónicos, ilícitos e inválidos», al igual que la actual estructura de la Iglesia católica. De ahí que dejen de prestar obediencia a Jorge Mario Bergoglio y declaren su «sumisión» a Pablo de Rojas.

La operación inmobiliaria, consistente en vender el convento de Derio para comprar el de Orduña, no llegó a cuajar ante las sospechas de que detrás del tinglado había un comprador interpuesto. Según teme el obispado de Bilbao, el comprador acataría órdenes de De Rojas. El lío se enreda aún más si se tiene en cuenta que la autora del manifiesto, sor Isabel de la Trinidad, ya no puede ser reelegida como abadesa por mandato de la regla de la orden.