La población de lince ibérico se ha duplicado en solo tres años y ya supera los 2.000 ejemplares

Alfonso Torices MADRID / COLPISA

SOCIEDAD

Un cachorro de lince ibérico
Un cachorro de lince ibérico MITECO | EFE

La asociación WWF advierte que aún hay que reducir amenazas como los atropellos, los furtivos y la escasez de conejos

18 may 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

La población de linces de la península ibérica se ha doblado en solo tres años. Son ya 2.021 los ejemplares de este felino autóctono que campan a sus anchas por toda la mitad sur del mapa, por las dehesas, marismas y cerros de Andalucía, Extremadura, Castilla-La Mancha, Levante y el sur de Portugal.

La cifra encierra un triple éxito: Que por fin el lince comienza a escapar de las garras de la extinción, que si nada se tuerce en pocos años será una especie consolidada en su propio hábitat natural y que su recuperación es fruto de una exitosa operación científica en la que inusualmente todos, instituciones, expertos y sociedad, se han dejado de protagonismos y han remado fuerte, juntos y en la misma dirección.

«Se puede ser optimista», concluye el informe del 2023 sobre la situación de este animal protegido, elaborado por el grupo de trabajo del lince ibérico, que coordina el Ministerio de Transición Ecológica y que componen también expertos, representantes autonómicos y responsables portugueses.

El lince, tras estar al borde de la extinción hace solo 20 años, ve luz al final del túnel, aunque los trabajos de recuperación, según calculan los especialistas, necesitarán década y media más de avances eficaces para situar a la especie fuera de todo riesgo.

No obstante, los naturalistas de WWF, uno de los socios en este proyecto, avisan que aún hay que minimizar otras amenazas, como los atropellos, que el año pasado le costaron la vida a 144 linces, la caza furtiva o la casi desaparición del conejo de monte, su principal alimento.

Los datos no pueden ser más esperanzadores. Comienzan a converger con cada uno de los objetivos marcados por los expertos para convertir al lince en una especie en estado de conservación favorable antes de 2040.

La población supera los 2.000 ejemplares por primera vez desde que hay datos fiables. Son 21 veces más en solo dos décadas. Los 94 linces al borde de la extinción que resistían en el 2002 en sus refugios de Doñana y la jienense sierra de Andújar antes de que políticos y naturalistas se conjurasen para salvar la especie. La cifra se aproxima a buen ritmo a los entre 3.000 y 3.500 ejemplares que se precisarían para poder respirar tranquilos.

Pero no solo aumentan, sino que lo hacen de forma acelerada. Conseguir el primer millar costó más de quince años. El segundo se ha superado en solo tres, desde los 1.100 felinos del 2020. La razón es que desde el 2019 el ritmo de repoblación supera el 20 % anual, como lo demuestra que solo durante el año pasado las manadas ganasen 722 cachorros.

Una familia de linces
Una familia de linces MITECO | EUROPAPRESS

400 hembras reproductoras

El segundo dato de gran trascendencia es que el número de hembras reproductoras son ya 406, unas 80 más que un año antes, lo que significa un ritmo de mejora del 25 % en doce meses. Su tasa de fecundidad es de 1,77, casi dos nacimientos por hembra de lince, y cada vez están más cerca de las 750 madres que se considera que pueden blindar la especie.

Los núcleos vitales de estos felinos abarcan catorce áreas diferenciadas, repartidas entre cuatro autonomías y el sur de Portugal. Esto apuntala con fuerza el tercer objetivo. Se está muy cerca de los dieciséis territorios estables y comunicados que los especialistas creen precisos para dar solidez al futuro del lince.

El triunfo colectivo no está solo en la recuperación de la población de linces, sino en que los ejemplares en libertad vuelvan a colonizar parte de sus hábitat tradicionales, compuestos, además de por los dos territorios donde se atrincheraron como últimos reductos, por las dos vertientes de Sierra Morena (la andaluza y la manchega), los Montes de Toledo, el valle extremeño de Matachel y el valle del Guadiana portugués.

A estas zonas se han sumado la granadina Sierra Arana, Valdecañas-Ibores y Ortiga (Extremadura), las Tierras Altas de Lorca (Región de Murcia) y la albaceteña comarca de Campos de Hellín. Hay otras áreas en estudio y preparación por el interés de varias autonomías en sumarse a este proyecto.

El invierno pasado había 1.730 linces libres en territorio español, el 86 % del total, y 291 en Portugal. Las dos potencias españolas son Andalucía, con 755 felinos (43,6 %), y Castilla-La Mancha, con 715 ejemplares (41,3 %). El resto de asentamientos están en las dos provincias extremeñas, con 253 animales, y en la Región de Murcia, con siete.

Una colaboración ejemplar

2002 fue el año en el que por fin, primero con objetivos muy modestos, pero que ganaron en ambición con el tiempo, el Ministerio de Transición Ecológica, los gobiernos andaluz y portugués, primero, y el manchego y extremeño después, los naturalistas de WWF y la Unión Europea unieron fuerzas y recursos, olvidándose de los frecuentes colores políticos y ventajismos.

El esfuerzo conjunto permitió crear cuatro centros de cría en cautividad y la puesta en marcha de una estrategia muy estudiada y controlada para asegurar que la reintroducción posterior de estos jóvenes ejemplares en la vida salvaje fuese un éxito.

Desde que en el 2011 comenzaron las liberaciones de benjamines desde estos centros de Huelva, Cáceres, Jaén y Silva (Portugal), se han reintroducido en su hábitat natural 372 ejemplares.

En esta paciente tarea, técnicos y responsables políticos han contado también con la colaboración de varios centenares de propietarios de fincas y de asociaciones de cazadores. El programa español de rescate del lince está catalogado como un éxito mundial en recuperación de felinos.