Un cirujano gallego salva a un condenado a muerte en China que quiso suicidarse

Juan Ventura Lado Alvela
j. v. lado REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

El paciente llegó con el punzón clavado en el pecho y estuvo engrilletado en todo momento mientras le operaban y le retiraban el objeto que le atravesó la aorta
El paciente llegó con el punzón clavado en el pecho y estuvo engrilletado en todo momento mientras le operaban y le retiraban el objeto que le atravesó la aorta Diego Rivas

Se clavó un punzón en el pecho al comunicarle que le cambiaban la pena capital por cadena perpetua

14 sep 2024 . Actualizado a las 10:50 h.

El cirujano coruñés Diego González Rivas, conocido por llevar a cabo operaciones complejas en los sitios más recónditos del mundo, estaba operando este fin de semana en Mudanjiang, en la provincia de Helongiang en el norte de China. Tenía 25 intervenciones programadas: 14 para el sábado y otras 11 el domingo. Pero en medio de esa vorágine, él y su equipo de colaboradores locales se toparon con un paciente inesperado. «El domingo cuando íbamos por la segunda cirugía me llaman y me dicen que hay un paciente, un prisionero que estaba en la cárcel y que se ha intentado suicidar, que se ha intentado clavar un cuchillo o un punzón en el corazón», relata el propio médico para quien el caso se volvió todavía más llamativo cuando conoció las motivaciones del reo. «Esta semana le habían dado la noticia de que le habían cambiado la condena de muerte por cadena perpetua y él no quería vivir. Imagino que no querría pasar toda la vida en la cárcel y por eso se intentó suicidar», continúa relatando el cirujano.

Lo que ocurre es que el implicado, aunque demostró una gran sangre fría, no logró su objetivo y llegó al hospital con el punzón —que en realidad era una aguja de gran tamaño como las usadas para calcetar— insertado en el pecho. «Llegó con el punzón clavado en el tórax. Venía estable pero ya se empezaba a desestabilizar porque le atravesó el tórax, se le clavó en el pericardio, le llegó a la aorta, la punzó y ya había hecho algo derrame pericárdico, por lo que hubo que correr y hacerlo todo muy rápido» detalla González Rivas para quien la clave de la supervivencia del paciente está en la propia tipología de la lesión. «Tuvo la suerte de que el punzón, como es un elemento cilíndrico, entró en la aorta, pero solo un trocito, la punta, y eso hizo de contención. Si se lo quitábamos, se podía desangrar y morir. Entonces, nada, lo metimos en el quirófano, abrimos el esternón a toda leche y lo que hicimos fue abrir todo el pericardio [el tejido que rodea el corazón]. Preparé unas suturas especiales alrededor de la aorta y, desde fuera, uno de mis compañeros quitó el punzón al tiempo que yo cerraba el agujero de la aorta», cuenta el cirujano torácico coruñés, para quien este no es el primer episodio de este tipo con el que se encuentra.

En esta ocasión, además de que el paciente tenía los pies engrilletados, estuvo acompañado en todo momento por dos policías, que llegaron incluso a permanecer dentro del quirófano mientras se realizaba la intervención. Algo «curioso», pero que tampoco resulta nuevo para el médico gallego. Recuerda que hace unos años estaba dando una clase magistral en Arabia Saudí y le contaron que el paciente al que trataban en ese momento estaba condenado a muerte. «Tuvo o no disección de aorta y, entonces, con ese problema no lo podían matar. Tuvieron que llevarlo al hospital, operarlo y luego ya devolverlo y llevarlo a la pena de muerte cuando le tocase», cuenta González Rivas, que posteriormente fue a visitarlo a la unidad de cuidados intensivos en la que estaba ingresado y le impactó la imagen. «Estaba el paciente intubado, dormido después de ser operado y seguía encadenado con unos grilletes a la cama de posoperatorio de la uci. Eso me llamó muchísimo la atención», concluye el cirujano que no para de obtener reconocimientos por el mundo. De esta ciudad de Mundaijang, por ejemplo, es ciudadano de honor desde hace años.