
La Aemet admite que no es algo inédito, pero sí ha avisado de la tendencia a ser cada vez más cálidos
01 mar 2025 . Actualizado a las 08:45 h.España da inicio este primero de marzo a la primavera meteorológica, tras su segundo invierno consecutivo sin ninguna ola de frío. Si bien la Aemet ha señalado que esto no es algo inédito, sí que ha avisado de que los últimos años han tenido la tendencia de ser más cálidos, lo que es «una clara señal del cambio climático», según Greenpeace.
La media de temperatura desde diciembre ha estado más de un grado por encima de los valores habituales de estos meses. Aunque la anomalía será seguramente mayor cuando se conozca el dato exacto de febrero, que ha sido un mes muy cálido, con días en los que las temperaturas, por ejemplo en el litoral cantábrico, han superado los 25 grados.
La última ola de frío en nuestro país sucedió entre el 28 de febrero y el 2 de marzo de 2023, va a hacer ahora dos años. Aunque ciertamente la última «gran ola de frío» se vivió en el invierno del 2020 y 2021, cuando la borrasca Filomena trajo consigo entre el 6 y el 10 de enero del 2021 una nevada histórica que afectó a varias zonas de España, especialmente a Madrid, y batió todos los registros de frío con varias comunidades por debajo de los 15 grados en negativo y hasta los - 25º en Molina de Aragón.
Pero hay más datos que corroboran los efectos del calentamiento. Según la información facilitada por la Aemet, en lo que llevamos de siglo ha habido 31 olas de frío con un total de 153 días bajo esos parámetros. Y en cambio ha habido 48 olas de calor con 293 días. O sea, los días bajo ola de calor casi doblan a los de ola de frío.
«Está claro que hay una diferencia importante y donde se nota más es en el ascenso de días bajo ola de calor, que se han incrementado a un ritmo de unos tres días por década», explica Rubén del Campo, portavoz de la Aemet, que tira de estadística para señalar que el descenso de las olas de frío «no es tan robusto» como el ascenso que están experimentando las olas de calor.
«Los inviernos se están calentando a un ritmo de 0,16 grados por década y los veranos se están calentando a un ritmo de 0,28º. Aunque, en general, tenemos inviernos más suaves, esa diferencia se nota más en los veranos, que son cada vez más tórridos y cada vez ocupan más días de lo que debería ser la primavera y el otoño», ha añadido Del Campo.
Ya hubo otros inviernos sin olas de frío
El portavoz de la Aemet, Rubén del Campo ha puntualizado que acabar el invierno sin olas de frío puede atribuirse a la variabilidad natural del clima y ha recordado que ya habido otras secuencias de dos períodos invernales sin olas de frío: entre 1997 y 1998; entre 2000 y 2001 y entre 2013 y 2014.
De hecho, el invierno del año pasado —período comprendido entre el 1 de diciembre de 2023 y el 29 de febrero de 2024— fue el más cálido desde el comienzo de la serie histórica desde 1961, junto con el de 2019 a 2020. Tuvo una temperatura media de 8,5 grados, 1,9º por encima de la media de esta estación. Y todo indica que el invierno de 2025 ha sido más cálido de lo normal, «aunque no tanto como el del año pasado», precisan desde la Aemet.
Por otro lado, ha destacado que solo uno de los últimos diez inviernos ha tenido temperaturas inferiores a lo normal, el de 2017 a 2018. De entre ellos, cinco han sido muy cálidos y tres han sido cálidos. De hecho, el actual invierno también será catalogado como cálido o muy cálido. «Eso es una clara señal del cambio climático», ha incidido Del Campo.
Preguntado por las posibles consecuencias de la ausencia de olas de frío en invierno, ha especificado algunas positivas, un menor número de fallecimientos atribuibles a las bajas temperaturas y un descenso en el consumo de combustible para calefacción. Pero también varias negativas, como la no reducción de determinadas plagas ante la disminución de las heladas.
«Además, determinados cultivos, sobre todo frutales, necesitan acumular frío en invierno para que luego se produzca una adecuada floración y maduración del fruto. Paralelamente, si la floración y maduración se adelanta, pueden llegar heladas tardías que provoquen graves daños», ha explicado.
Los agricultores apuestan por cultivos adaptados al calor
El presidente de FENACORE, Juan Valero de Palma, ha explicado en declaraciones a Europa Press que los cultivos necesitan «una serie de horas de frío al cabo del año». «Cuando hace frío, el árbol se ralentiza. Está cogiendo fuerzas para explotar cuando llega la primavera y empezar a florecer con más vigor», ha lamentado.
Ha incidido en que este invierno está acumulando «muy pocas horas de frío», lo cual supone un «problemón», ya que se adelanta la floración. Si después hay rachas con temperaturas más bajas, se congelan las flores y ya no hay frutos. En este aspecto, ha precisado que los cultivos están cambiando de «norte a sur y de sur a norte» a medida que se modifican las condiciones climatológicas. Incluso se han introducido cultivos tropicales.
Óscar Moret, agricultor aragonés de árboles frutales, como el melocotonero o el manzano, ha detallado como las explotaciones de la zona están empezando a apostar por cultivos más típicos del sur ante la subida de las temperaturas, como los caquis. De cara al futuro, prevé que las zonas agrícolas de Aragón que apuesten por el regadío van a tener dificultades para sobrevivir y considera que probablemente haya que descartar plantar algunos tipos de cultivos por su alto consumo de agua.
En líneas generales, ha transmitido su preocupación por el consumo de agua, ya que considera que se va a necesitar más, debido a que los cultivos brotan antes. Además, ha denunciado cómo los seguros agrarios cada vez ofrecen menos cobertura por más dinero ante las consecuencias del cambio climático.
Greenpeace responsabiliza a los combustibles fósiles
El responsable de cambio climático de Greenpeace, Pedro Zorrilla, ha recalcado que «todos los estudios» relacionan la ausencia de olas de frío en invierno con el cambio climático. Así, ha apuntado a cómo en 2023 se batieron 44 récords de días cálidos y ninguno de días fríos, cuando en un clima no alterado serían esperables cinco récords de cada tipo.
Ha subrayado que la responsabilidad es de la industria de combustibles fósiles y ha apuntado a distintas medidas que se podrían tomar de cara al futuro, como introducir diferentes impuestos a lo largo de la cadena de producción del sector. Al margen de ello, ha insistido en la necesidad de conseguir un sistema energético «totalmente renovable» y ha pedido al Gobierno que no dé incentivos a las plantas de gas para que produzcan electricidad y que cree un plan para cerrarlas, ya que «cada vez se usan menos».