La improvisación reina en el entroido rural e identitario de As Teixugueiras

SOCIEDAD

El lunes de carnaval, los vecinos hacen el meco de un tronco recién cortado en el monte, meriendan sardinas sobre él y lo bautizan con vino
04 mar 2025 . Actualizado a las 14:35 h.Los mozos de Xinzo y As Teixugueiras, dos aldeas de Cartelle unidas por la orografía, la carretera y su tradición de carnaval, no se pierden la fiesta de su pueblo. Allí están desde el domingo al martes de entroido, aunque en los días previos hayan ido a bailar en los carnavales modernos de Ourense o Xinzo de Limia. Los vecinos, desde los más mayores a los niños, participan en una fiesta anárquica, con mucha improvisación, una vivencia comunitaria que refuerza la identidad de Xinzo-Teixugueiras. El domingo por la noche se reunieron en una casa para hacer el testamento del meco, en el que hablan de los acontecimientos del año y deciden qué nombre le pondrán al muñeco. Otros años le llamaron Trump, Hugo Chávez, Emérito o Puigdemont, con variaciones humorísticas de los nombres reales de los personajes. Este año, los vecinos acordaron llamarle Milei.
El lunes, la cita es en el monte de A Picoña. Ahí cada año cortan un pino con el que se confeccionará el meco, a golpe de motosierra. La máquina, explica Mariluz González, una de las sostenedoras de la fiesta, también les dio la idea para relacionar el meco de este año con el presidente argentino. José, otro de los vecinos, se ha pasado antes por el monte para echar un vistazo «máis ou menos» y elegir el árbol adecuado. Los mozos del pueblo y los vecinos que pueden participan de todo el proceso. En el monte cortan el tronco —que tendrá una rama prominente a modo de falo— y después le dan forma en el Outeiro da Choza, cortándolo con la motosierra.
Los vecinos van disfrazados con cosas sencillas —una peluca, un sombrero o alguna prenda de colores— y el meco se va creando entre canciones populares y el acompañamiento de la banda de gaiteiros. Cuando está labrado, los asistentes meriendan sobre él con pan, sardinas en lata y vino. Las mismas latas de las conservas servirán para adornar el meco, poniéndole unas orejas. Marisol, otra vecina, cuenta que esa misma mañana han ido a comprar una bandera argentina, con la que adornarán al meco Milei.
Antes de llegar a la plaza del pueblo, a media tarde, el meco recibirá las primeras patadas y tendrá que ir rodando. En una poza de la fuente le dan un baño sin contemplaciones, antes de proceder al ritual del bautizo. O Tiñote lleva unos veinte años siendo el padrino del meco. Lo bautiza con vino y le pone Pilei, por Milei. Lo vuelven a tirar a la fuente y lo suben al pueblo, donde lo atan al peto de ánimas. No durará mucho allí. Los niños se encargarán de esconderlo, y la mañana del martes de carnaval la fiesta empieza buscando al meco. A veces cuesta encontrarlo, pero acaba apareciendo. Los vecinos pasan la noche cenando juntos y visitando las bodegas de los vecinos, «hasta que el cuerpo aguante», dice Mariluz. Su hijo, Xoán, lo corrobora: «O martes é bruto, pero no carnaval aguántase o que faga falta. Faise de boa gana». La docena de jóvenes del pueblo no faltan a la fiesta, aunque durante el año estén fuera. Y se traen amigos, como un asturiano, que este lunes comentaba que le gusta esta celebración.
Desde este mediodía será la corrida del meco, a golpes con el carro, subiendo por el Cótaro y bajando por la Barreira. La tradición cuenta que se basa en la paliza que recibió un cobrador de impuestos, cansados los vecinos de sus abusos. As Teixugueiras conserva su entroido singular como una sencilla y divertida fiesta comunitaria. Reciben bien al visitante, pero no quieren que sea multitudinario.